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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

CUIDADO CON LOS POLÍTICOS

En lugar de poner un letrero que diga: "Cuidado con el perro"; ahora hay que hacer proliferar otros que informen: "Cuidado con el político".

De un tiempo para acá, esta profesión ha perdido su dignidad, su credibilidad. Una y otra vez nos han demostrado que lo único que les interesa es su beneficio personal y la de los grupos a los cuales pertenecen. Ni siquiera sienten vergüenza de ser perseguidos juzgados y condenados judicialmente. El dinero que acumulan será el suficiente para que no les importe el prestigio familiar. Sus apellidos ya no valen nada. Dejarán como herencia el repudio social.

En lo último me equivoco, porque tal repudio no se da como debería.

Los políticos juegan su juego. Los presupuestos electorales son demasiado atractivos como para dejarlos ir. Con establecer un porcentaje para que se quede en sus bolsillos, será lo suficiente para aguantar, si no sales elegido, hasta la siguiente contienda. Basta con que lo pidas a tus proveedores a los que le otorgas los contratos; a parte de los sueldos que habrán de recibir por ser candidatos.

A veces, te cuestionas de si en los partidos no hay los suficientes elementos como para dar rotación a las candidaturas. Por lo general, los nombres se repiten. Hay muy poco de nuevo bajo el sol. Algunos, en los últimos años, ni siquiera han vivido en la ciudad; aquí han de haber nacido y sólo vuelven por el puesto, para seguir viviendo a sus anchas en la capital. Quieren representar a una comunidad que ni siquiera conocen.

Ahí están los problemas que nunca se resuelve; y un mar de palabras que intenta distraer. ¿En realidad esta es la nación o la ciudad en la que queremos vivir? Si los ha habido que cumplen con su misión y se les recuerda con agradecimiento; pero en eso consistía su obligación.

Muchos políticos se convierten en pobres diablos que medran de un presupuesto electoral. Parece ser que con su fotografía quieren suplir su incapacidad para resolver problemas. También, muy poco les interesas las ideologías, pues pueden cambiar su pensamiento, como si fueran camisas. No se les ve por ningún lado la sinceridad.

Ya ni en las proposiciones hay una necesidad de ser creativos, analíticos, o propositivos. Les basta con repetir las consignas del partido, o las del merolico que desde un programa de televisión, nos gobierna.

Si las cosas salen mal, siempre habrá a quien echarle la culpa; nunca la tendrán. Ya aprendieron a que comprando la voluntad de las clases menos favorecidas, que lo único que saben es que les das, se apropiarán de todo el poder económico y político.

Han convertido la democracia en seguir la voluntad de un hombre que sólo muestra la cara que le conviene de su moneda. Hay mucha gente que no le gusta indagar, y mucho menos pensar. Basta con preguntarse como se vive en los países donde se ha impuesto los diferentes tipos de ideología y si así es como quieres vivir.

A mí no me gustaría hacerlo como en Corea del norte, o como en Cuba. Mi voluntad es muy importante para mí. En la esclavitud, un ser humano es propiedad de otro. En el comunista, es propiedad del estado. En el comunista no puedo hacer nada para resolver mis problemas personales, en el liberal, sí.

Para que pensar si recibo lo que antes no recibía. Para que ver más allá de mis narices; darse cuenta de que se está otorgando el poder a un sólo grupo de gentes; o a una persona.

Y si le damos lo que pide, tendrá todo el poder y todo el dinero, sin nadie que se le oponga; pasará lo que en otros países, la democracia se terminará porque podrá encarcelarse a cualquier candidato de la oposición como en Honduras y en Venezuela se ha hecho.

¿Para construir el paraíso terrenal? Después de 60 años, Cuba no lo ha hecho.

Me parece terrible que en Rusia se estén pidiendo 500 000 seres humanos para continuar la guerra. Hemos dejado de ser humanos para convertirnos en manada. En Ucrania es lo mismo. En cualquier tipo de dictadura, los hombres, las mujeres los jóvenes y los niños son lo que menos importa. Se convierten en números; y cuando no haya, no habrá. Tus hijos son los que van a pagar los platos rotos.

Mañana será tarde para remediar las cosas; ahora, aún es posible.

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