Tradición. Cada año María ofrece la reliquia a San Judas y espera que sus hijos sigan la tradición. (EL SIGLO DE TORREÓN/ MARY VÁZQUEZ)
Han pasado 23 años y el tiempo no ha quebrantado su devoción por el santo de las causas difíciles, San Judas Tadeo, dice María de la Luz López Soto, quien vive en el ejido Bilbao en Matamoros. Desde entonces "echa la casa por la ventana" para festejarlo.
Cuatro puercos para preparar el asado, 30 kilos de arroz y 44 cajas de pasta, componen el banquete preparado en honor al santo.
María de la Luz platica que con varios meses de anticipación se prepara económicamente para poder solventar el gasto, además pide ayuda entre la gente de las comunidades aledañas, incluso con algunos dueños de establos de la localidad o en los empaques de melón.
"Confiesa" que su devoción por San Juditas, como le dice con cariño, inició al pedirle el milagro de que su hijo viviera, ya que durante su embarazo, los médicos le diagnosticaron algunas complicaciones, incluso existía la sospecha de que presentaba Síndrome de Down. El pronostico dice, era fatal.
"Yo le pedía a Dios y a San Juditas con todo mi corazón, que me dejarán a mi hijo, que me lo curaran. Que como fuera yo lo quería, y ahorita ya tiene 23 años".
Desde un día antes empieza el festejo, primero con la construcción del altar, mientras que hombres y mujeres de la comunidad le ayudan con los preparativos de la comida.
A las 12 de la noche el mariachi ameniza la serenata y luego la velación del santo.
A las cinco de la mañana hay que empezar a guisar, para tener lista la comida antes de las 12 del mediodía, hora en la que se reza el rosario para dar paso a la repartición de la comida.
