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Grupo Higa y su esquema de sobornos

JESÚS CANTÚ

Hoy es más que evidente: Juan Armando Hinojosa y Enrique Peña Nieto no son amigos, son cómplices. Su relación de complicidad inició, al menos (habría que ver cuántos contratos le entregó cuando fue secretario de Administración del Gobierno Arturo Montiel), desde que Peña Nieto llegó a la gubernatura del Estado de México y, desde luego, se frotaron las manos y se relamieron los bigotes cuando llegó a la Presidencia de la República. En nueve años las empresas del citado empresario se han llevado contratos por casi 60 mil millones de pesos y todavía faltan cuatro años del sexenio.

Hasta el momento (es muy probable que en las próximas semanas o meses se revelen otras transacciones similares con otros funcionarios cercanos al Presidente) están involucrados tres residencias y tres personajes. El primero lo reveló un reportaje de Carmen Aristegui, difundido simultáneamente en el portal de la revista Proceso, e involucraba directamente a la esposa del Presidente, Angélica Rivera.

De acuerdo a la información y documentación que ella misma presentó el valor de venta de la "Casa Blanca" fue de 54 millones de pesos, cuando de conformidad con avalúos comerciales su valor real era de 86 millones de pesos, es decir, un descuento de 37%, si se toma como referencia el valor comercial; la tasa de interés también fue preferencial, pues era de 9% anual, en los momentos en los que de acuerdo con las estadísticas del Banco de México, la tasa promedio era de 11%. Trato privilegiado.

Poco después, la misma Aristegui difundió que Humberto Castillejos Cervantes, consejero jurídico de la Presidencia, disfruta en arrendamiento (se desconoce la renta que paga) de otra casa en Las Lomas desde el 2011, misma que le facilitó a Peña Nieto prácticamente desde el momento que dejó la gubernatura del Estado de México, para sus labores de precampaña, campaña y transición.

Finalmente, la semana pasada The Wall Street Journal denuncia que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, también recibió los beneficios de este trato, pues compró en octubre de 2012 una residencia de fin de semana, en un campo de golf en Malinalco, por lo que se conoce hasta el momento, también en condiciones muy favorables. De acuerdo al diario norteamericano Videgaray adquirió la residencia a 7.5 millones de pesos, que en ese momento de acuerdo al tipo de cambio vigente en esa fecha (13.48 pesos por dólar), equivalía a 557 mil dólares. El valor comercial estimado por corredores inmobiliarios consultados por el diario es de 850 mil o 1.2 millones de dólares, con lo cual, nuevamente se revela un precio preferencia o una ganancia extraordinaria en apenas dos años de entre 35 y más casi 100%.

En este caso no se tiene información respecto a la tasa de interés que le ofreció la inmobiliaria, pero seguramente debe también haber sido preferencial. Por otra parte, llama la atención que nuevamente aparece el porcentaje de 35%, con respecto al valor comercial, lo cual implica que la lógica es de vender las propiedades en las dos terceras partes de su valor comercial promedio. En el caso de la casa supuestamente arrendada al hoy consejero jurídico, no hay información sobre la renta mensual o anual, si es que se cobra alguna.

La revelación del WSJ permite empezar a conformar el esquema de sobornos de las empresas de Juan Armando Hinojosa y, desde luego, el trato entre Peña Nieto y el empresario: Peña Nieto y su equipo le entregan contratos millonarios a las empresas de Hinojosa y, en contrapartida, Peña Nieto y sus principales colaboradores reciben la propiedad o renta de casas de lujo en condiciones privilegiadas. Dinero con dinero se paga, así el intercambio es claro: yo te doy contratos donde ganarás mucho dinero y tú me cedes el usufructo o la propiedad de bienes inmuebles lujosos.

A pesar de que tanto Angélica Rivera como Luis Videgaray han señalado que la relación de amistad entre el hoy presidente y el empresario es de hace muchos años, la realidad es que es una clara relación de negocios y, peor todavía, de complicidad, pues poco a poco se empieza a develar el evidente conflicto de interés.

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española la complicidad implica la participación o asociación en un crimen o culpa imputable a dos o más personas; en ese caso, existe la presunción de que sí hay delitos o, al menos, irregularidades administrativas, sin embargo, es factible que en cada una de las operaciones hayan cuidado escrupulosamente todos los tiempos y formas legales para resultar inimputables, sin embargo, difícilmente podrán librar las culpas que ya afloran.

A estas evidencias hay que agregar la cancelación de la asignación de la licitación del tren Querétaro-México, que precisamente involucraba a una de las empresas de Juan Armando Hinojosa, lo cual no puede dejarse de lado, ya que el costo para el Estado Mexicano fue importante y prefirieron pagarlo, que mantener el resultado de una licitación muy cuestionada, especialmente porque finalmente sólo hubo un participante.

Como bien apunta Videgaray, es importante que se realice una investigación exhaustiva al respecto, pero no únicamente sobre la citada operación y su patrimonio, sino sobre todos los contratos públicos asignados a las empresas de Hinojosa y las operaciones de compraventa, arrendamiento o prestación de servicios entre las mismas empresas y el Presidente y su familia y, desde luego, también los funcionarios del primer nivel. Esta investigación es la que permitiría desenmarañar esta red de complicidades.

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