Celebración. Los grupos de catequesis de la parroquia Cristo Redentor salen a pedir posada, conmemorando el trayecto realizado por María y José.
Alrededor de las 17:00 horas de una tarde decembrina de miércoles, los ecos alegres de voces infantiles, villancicos y cascabeles, comienzan a retumbar poco a poco entre los muros de la parroquia Cristo Redentor del Hombre mientras los múltiples colores de bastones decorados con papel de China y fieltro por los pequeños de los grupos de catecismo, inundan el espacio de la explanada acompañados por sus padres o abuelitos, quienes sostienen velas que poco a poco van encendiendo.
Para muchos es la primera vez que acuden a una de las "posaditas" que aquí se celebran, mientras que otros ya tienen un poco más de experiencia, sin embargo lo que tienen todos en común, es la emoción que comparten por poder conmemorar juntos esta ocasión, en la que como afirma Gaby de nueve años "recordamos el recorrido que hicieron José y María antes del nacimiento del niño Dios".
"Aquí en la parroquia hacemos las posaditas para no se pierda la tradición y los niños de los diferentes centros de catequesis se puedan conocer para que sea una hermandad. Esperamos que la tradición se vaya pasando de generación en generación", comentan Carmelita y Socorro, quienes forman parte del grupo de catequistas encargadas de coordinar la celebración.
Después de afinar los últimos detalles, mientras que dos pequeños levantan las figuras de María y José sobre una tarima de madera. Las oraciones comienzan, seguidas por los villancicos, mientras que la procesión avanza sobre la calzada Xochimilco, para después dirigirse a la Quetzalcóatl por la calle Juan Escutia.
Al terminar el recorrido, pequeños y adultos entran por igual a la parroquia para tomar asiento en las bancas, mientras que María y José son llevados de nuevo a su lugar dentro del gran nacimiento que se ha montado a los pies de la escalinata, justo a un lado del atril y la Corona de Adviento.
"En el catecismo nos han enseñado que lo más importante de la Navidad es que en vez de esperar que nos regalen, nosotros le debemos regalar al Niño Dios portándonos bien", comenta Gaby, acompañada por sus hermanos Ángel y Karla.
Para Aney de nueve años, quien ayudó a cargar las figuras de María y José, esta es una de las primeras posadas que vive.
"Disfruté mucho todo, esta es la segunda vez que vengo a la posada y me cansé un poco en el recorrido, pero sí me gustó".
Para finalizar Socorro pasa al frente de las bancas donde y cierra la "posadita" de ese día con un mensaje.
"Todos somos hermanos, más allá de ser hijos de nuestros padres somos hijos de Dios y eso es algo que debemos tener muy presente, sobre todo en estas fechas".
Finalmente se reparten dulces entre los pequeños quienes salen felices. Mañana será otro día en el que los colores y villancicos resuenen entre las paredes de la Parroquia Cristo Redentor, esperando la llegada de la Navidad.
AÑOS CONTINUOS
Llevan celebrando las posadas en la Parroquia Cristo Redentor
Recuerda a su madre
Para Socorro o "Coco", como es conocida entre las catequistas, las posadas tienen un significado muy especial pues estas celebraciones le permiten recordar a su madre, quién formó parte del primer grupo que comenzó a organizar estas celebraciones en la parroquia Cristo Redentor.
"Para mí las posadas son algo grandioso porque representan la unión familiar. Yo vengo de una familia en la que somos catorce hermanos y hace muchos años era lo que nos reunía a todos. Mis papás en su juventud fueron catequistas y esto es parte de lo que nos dejaron, porque mi mamá antes organizaba las posadas aquí en la parroquia y también en nuestra casa.
"Hoy ellos ya no están, pero tratamos de mantener la tradición, reuniéndonos en casa de algún hermano y esto es algo que tenemos gracias a ellos y la verdad yo sí pienso que es muy valioso porque incluso tengo amigas catequistas que me comentan que nunca les enseñaron cómo organizar una posada con su familia.
"Para mí como catequista hoy es una satisfacción muy grande poder dejar esta tradición que es un tiempo muy familiar, de comunión, de unión y de paz para que cuando nosotros ya no estemos esta tradición pueda seguir adelante con las futuras generaciones como algo muy especial que también sirva para unir a los vecinos y a la gente de las colonias y que verdaderamente se forme una hermandad".