A propósito de que hace unos días (el 4 de febrero) se celebró el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer, en esta ocasión vamos a tratar un tema relacionado; cuando esta enfermedad afecta a la próstata. Esta glándula, exclusiva del hombre, se encuentra localizada en la pelvis menor por debajo de la vejiga atrás del pubis y forma parte de la primera porción de la uretra. Su función es producir un 30 % del líquido seminal.
El cáncer de próstata constituye la segunda causa de muerte por cáncer en los hombres, pero en incidencia es, actualmente, la número uno. Este aumento puede deberse a que la expectativa de vida es mayor y a que han mejorado las técnicas diagnósticas. Hasta el momento no se ha identificado un factor predisponente para la aparición de este cáncer, pero se establece que su incidencia es mayor en regiones desarrolladas del mundo, haciendo énfasis en poblaciones con alto índice de obesidad y que se alimentan especialmente con exceso de grasas. Su aparición puede ser a partir de los 45 años de edad y conforme se avanza en la misma, el número de pacientes que la padece aumenta en forma importante, de tal manera que uno de cada 2 hombres arriba de 75 años tiene un foco cancerígeno en su próstata.
Desde el punto de vista clínico podemos clasificar al cáncer de próstata en cuatro etapas. En las dos primeras se muestra la presencia del tumor localizado en la glándula sin haberse diseminado a otro sitio. Lo importante de esto, es que en estas etapas el cáncer no da síntomas y en la primera etapa ni siquiera explorando al paciente podemos detectarlo, por lo tanto la única manera de hacer diagnóstico en etapa uno es de forma preventiva, o sea, que todos los hombres por arriba de 45 años se deben realizar anualmente un examen de orina y una determinación de lo que se conoce como antígeno prostático específico en sangre; hasta el momento es la única forma que logramos sospechar la presencia del cáncer prostático en etapa temprana, sólo así podemos ofrecer una curación al 100 % en cuanto se confirme el diagnóstico con una biopsia.
Lamentablemente en nuestro país el diagnostico en más del 70 % de los casos lo hacemos en etapas avanzadas, en las que la curación ya no es posible. Cuando se hace el diagnóstico de cáncer de próstata en etapa uno y dos que, como ya dijimos, es potencialmente curable, se pueden ofrecer como alternativas de tratamiento: La cirugía radical que puede ser abierta, laparoscópica o con robot; la radioterapia conformacional y la crioterapia o congelación de la próstata. Todas estas alternativas a largo plazo ofrecen resultados similares de curación. En etapas avanzadas con invasión a otros sitios, principalmente a los huesos, el tratamiento se enfoca a detener el avance de la enfermedad el cual puede lograrse con medicamentos durante algún tiempo.
Como conclusión podemos decir que el cáncer prostático es 100 % prevenible al realizarse un chequeo anual a partir de los 45 años, o 40 si hay antecedentes familiares, y ya que se trata de un crecimiento lento, nos puede dar oportunidad de ofrecer tratamientos curativos en sus etapas iniciales.
*Urólogo. Especialista en trasplante renal. Profesor de urología de la Facultad de Medicina de Torreón, UA de C.
La próxima colaboración será del Dr. Fernando Sánchez Nájera, psiquiatra.