Una amistad valiosa
Por muchos años he vivido equivocado, la solución a todos mis problemas la he tenido siempre frente a mí, delante de mis ojos. Por muchos años, incluso he odiado el sistema de vida de estos animales depredadores que han venido acabando con la riqueza de nuestro país la riqueza de todos nosotros. Dicen que si no puedes con el enemigo, pues ¡úneteles..! y quizá si lo hago, resolveré de una buena vez mi precaria economía.
Toda mi vida me esforzado para tener una mejor calidad de vida, me he preocupado por que mis hijos al igual que yo, se esfuercen. Por todos los medios que han estado a mi alcance, he logrado convencerlos de ir por el camino del bien y ahora que los veo, me siento orgulloso de ellos. Pero de pronto, me asaltan grandes dudas porque en mi interior siento que les he fallado ya que el anhelado desarrollo, la abundancia y el bienestar, pues no llega. Nos acostamos y nos levantamos cotidianamente igual, a cumplir con nuestras obligaciones laborales, a seguir ganando el pan con el sudor de nuestra frente y vemos con tristeza que nuestro esfuerzo lo entregamos a cambio de migajas que dejan feroces engendros que van por esta vida dilapidando nuestros recursos.
Me doy cuenta, que en mi México lindo y querido, hay que ser amigo de algún político de mediana importancia y en este mismo instante, estoy planeando como hacerme amigo de Miguel Ángel. Miguel y yo tenemos cosas en común, las que me pueden servir para alcanzar mi propósito; los dos estudiamos en el Tec Laguna, aunque en diferentes generaciones, somos “gatos negros” y puede hasta que me incorpore a la hermandad, para poder hablarnos de tú y si es posible, hasta soy capaz de pedirle su amistad por el “feis” lo cual no creo que sea tan difícil; una vez que lo logre, estaré en el paraíso.
Mi complejo de inferioridad ya lo he superado; antes, a cualquier servidor público lo creía superior, con capacidad extraordinaria, casi erudito y superdotado, hay quienes conjuntamente con sus responsabilidades públicas, son o fueron presidentes de algún club, miembros ilustres de cofradías y hermandades y hasta con tiempo de sobra para escribir sus memorias y uno que otro libro. Ahora me doy cuenta del engaño, cualquiera de ellos no es superior a nadie, en lo absoluto, porque han manifestado su ignorancia y su incapacidad para cumplir medianamente con las responsabilidades inherentes a su puesto, sencillamente no dan una, porque no trabajan ni tienen capacidad para avergonzarse de ello. Ahora no veo diferencias y hasta creo sentirme superior a cualquiera de esos tipos que pomposamente se hacen llamar directores. Yo quiero empezar y aspiro a ser director de cualquier área municipal, que al fin al cabo no se necesita ser una especialista; digo, porque ahora veo lo que hace cada burro que no sabe lo que supuestamente dirige y estoy seguro que puedo ser mejor servidor público, en donde Miguel me ponga. Con Miguel tendré asegurada mi quincena, porque aunque el Municipio no tenga recursos para otros gastos y necesidades, a Miguel le interesa cumplir primero con la sagrada nómina, imposible dañar a tanto amigo.
A Miguel le prometo que sin que nadie me presione, voluntariamente depositaré el diezmo que debo entregar a su partido. Además, la mitad de mi sueldo lo invertiré en las necesidades de mis vecinos y en arreglos a mi colonia, de esta manera estaré haciendo proselitismo para que algún día pueda sacrificarme como candidato a alguna diputación a senaduría. Miguel deberá comprender que mis aspiraciones son grandes sin importar que tantos amigos debo hacer para lograrlo.
Juan Antonio,
Torreón, Coahuila.
