Columnas la Laguna

METÁFORA CIUDADANA

GIGES PLATÓNICO; GUÍA ESPIRITUAL DE POLÍTICOS MEXICANOS

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

Hace dos mil trescientos años, en su diálogo "La República", Platón plantea un problema toral que ha sido y seguirá siendo controversial en la ética y más aún cuando se trata de políticos. ¿Es por naturaleza el ser humano justo o injusto?

Al inicio del libro II de dicho diálogo, nos platica la leyenda del pastor Giges, quien según los defensores de la maldad humana por naturaleza, es un ejemplo de que el bien sólo se hace por temor; en cambio el ser humano utiliza el mal cuando tiene poder y puede beneficiarse de él sin peligro de ser castigado: Giges era un pastor que estaba al servicio del entonces rey de Lidia. Cuidando sus ovejas sobrevino un terremoto que abrió la tierra y apareció una grieta en el mismo lugar en que él apacentaba. Asombrado ante el espectáculo descendió por la hendidura y vio allí, entre otras muchas maravillas, un caballo de bronce, hueco, con agujeros, se agachó a mirar y vio que dentro había un cadáver de elevada talla que no llevaba sobre sí más que una sortija de oro en la mano; Penetró Giges a quitársela y salió de la grieta.

Según costumbre, periódicamente se reunían los pastores, a fin de informar al rey acerca de los ganados, acudió también él con su sortija en el dedo. Estando sentado entre los demás pastores, fastidiado con la espera empezó a jugar con la sortija girándola; ya de cara a la palma de la mano o al dorso. Inmediatamente cesaron de verle quienes le rodeaban y con gran sorpresa suya, comenzaron a hablar de él como de una persona ausente. Giro nuevamente el anillo y volvió a ser visible. Al darse cuenta de ello, repitió el intento para comprobar si efectivamente tenía la joya aquel poder, y otra vez ocurrió lo mismo: Desaparecía y aparecía cuando lo volvía hacia fuera o adentro. Hecha ya esta observación, procuró al punto formar parte de los enviados que habían de informar al rey; llegó a Palacio, sedujo a su esposa, atacó y mató con su ayuda al soberano y se apoderó del reino; luego se convirtió en un tirano cruel y desalmado.

Glaucón, sofista que discute con Sócrates, hace referencia a esta leyenda para ejemplificar su teoría de que todas las personas son, por naturaleza, injustas. Sólo son justas por miedo al castigo de la ley o para obtener algún beneficio por ese buen comportamiento. Si fuéramos "invisibles" como Giges con el anillo, seríamos injustos por nuestra naturaleza; culmina Glaucón.

¿Será justamente de esa sustancia de la cual están compuestos y formados nuestros políticos actuales? La ley que se está cocinando en los congresos de "Anticorrupción" ¿Podrá ser la panacea que salve a México de la terrible plaga que hoy lo asola? Lo más triste del caso es que pareciera ser que dicha ley es como ya hace casi 100 años se dijera en el congreso constituyente de Querétaro: "Las leyes en México son como los trajes de luces; refulgen, pero no abrigan"

Insisten los sofistas en el mismo texto que: "…Es opinión común que no habría persona de convicciones tan firmes como para perseverar en la justicia y abstenerse en absoluto de tocar lo de los demás, cuando nada le impida dirigirse al mercado y tomar de allí, sin miedo alguno, cuanto quisiera, entrar en las casas ajenas y fornicar con quien se le antojara, matar o libertar personas a su arbitrio, obrar, en fin, como un dios rodeado de mortales".

Lo terrible es que pareciera ser cierta esta aseveración; es común darnos cuenta del uso de recursos comunales por políticos y funcionarios públicos para sus intereses personales. Pero no sólo ellos; también en empresas privadas se manifiestan esas acciones deshonestas, desde altos funcionarios gerenciales, hasta modestos empleados, unos robando millones y otros hojas de máquina, plumas o escobas; Incluso, casos de titulares de OSC's que toman dinero de participaciones creyendo que nadie se dará cuenta o eternos directivos de cámaras empresariales que roban hasta nimiedades de organismos públicos de los que son consejeros, elevando el precio de productos y consiguiendo facturas de proveedores fantasmas.

La historia política de México ha sido pavorosa en este aspecto: El PRI con sus tres colores es prototipo de la más abyecta corrupción, pero ya repartió esos tintes y convidó de sus "hazañas" a los demás partidos: El PAN se quedó con el blanco, perfeccionando y purificando las corruptelas que decía combatir; el PRD, PT y Morena se quedaron con el rojo, amenizando sus trampas y compartiendo putrefacción con su procreador y, a su máximo discípulo, el que lo está superando en envilecimiento, le cedió el verde que lo lleva en el nombre mismo. Los partidos surgidos para esta elección ya están demostrando su depravación al utilizar los recursos del pueblo para beneficio y beneplácito de sus engendradores.

Sí, es cierto, los malos políticos son todo eso que decimos de ellos y más que ellos se abonan; pero ¿Qué hemos hecho nosotros para revertir esa situación?; ¿En qué medida les hemos demostrado que somos lo contrario a ellos?; ¿No es cierto que simplemente se aprovechan de nuestra apatía y desinterés? Existen propuestas de no ir a votar, de no participar para nada en el proceso electoral; me pregunto: ¿A éso se le llama "conciencia política"? Acudamos a las urnas y tachemos a quien queramos que nos represente y, para no anular el voto, en hoja lateral o en el espacio en blanco al final de la boleta, escribamos una leyenda de lo que queremos cambiar. Todo queda registrado; así nuestra propuesta se escuchará.

El político español Rodolfo Llopis Ferrándiz, escribió: "Para mí no hay revolución simplemente porque se lleve a efecto un cambio de régimen político. Ni siquiera hay revolución cuando junto al cambio político hay un cambio social. Para mí, el ciclo revolucionario no termina hasta que la revolución no se haga en las conciencias…".

¿Cuáles serían los mínimos valores esenciales que quisiéramos encontrar en los políticos que hoy se postulan y que deseamos posean? Conciencia social; humildad y servicio; Gratitud; lealtad a quien les ha llevado al poder: El pueblo; honradez; congruencia; compromiso con la justicia; Tolerancia; autenticidad; responsabilidad; y perseverancia.

Dirán que es mucho, pero, ¿Qué no nos lo merecemos?

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