Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Hacía mucho tiempo que no me metía yo en problemas con doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, censora de la moral pública (y en caso necesario también de la privada). Sin embargo, el chascarrillo que ahora sigue hizo que la ilustre dama hirviera en santa indignación. Me envió un ocurso memorial en 12 fojas útiles y vuelta en el cual me dice que la lectura de ese cuento le provocó efectos muy nocivos, tanto físicos como morales. "Absténgase usted -me ordenó- de publicar semejante badomía". ¿Prohibiciones a mí? ¡Tate! Aquí va esa historietilla. Don Chinguetas asistió a una convención en Las Vegas, y en el lobby bar del hotel entabló conversación con una hermosa mujer de bello rostro y esculturales formas. Le invitó una copa, y otra, y otra, tras de lo cual ella aceptó ir a la habitación de su galanteador. Ahí la guapa fémina se despojó de la ropa que la cubría. Su cuerpo era perfecto; su actitud y su gesto invitadores. Mas ¡oh desgracia! Don Chinguetas no estuvo a la altura de las circunstancias. Le fue imposible izar el lábaro de su varonía, y aquello acabó en fiasco. De regreso en su casa entró en la alcoba y vio tirada en la cama a su consorte doña Macalota. Vestía una vieja bata de popelina anaranjada; tenía cubierta la cara por una gruesa capa de crema verdinegra; traía la cabeza llena de rulos; mascaba chicle y leía una revista con chismes de artistas. En ese momento ¡oh sorpresa! don Chinguetas sintió una conmoción en la entrepierna, y se vio de repente en la más espléndida disposición en que hombre alguno puede verse para cumplir el acto del amor. Mohíno se dirigió a la alusiva parte y le dijo con tono de infinito rencor: "Ya veo que funcionas todavía. Pero una cosa te voy a decir, desgraciadísima: ¡no tienes ningún sentido de la oportunidad!". ¿Cómo es posible que el secretario de Gobernación les pida por favor a los maleantes de la CNTE que levanten los bloqueos con que han cerrado carreteras y calles en Oaxaca? Esos vándalos han saqueado tiendas; han asaltado camiones para incendiarlos o usarlos como barricadas; extorsionan a las personas y las amenazan; han convertido a ese bello estado en territorio de violencia, y han dejado incomunicados a sus pueblos y ciudades. Y aún así el secretario se allana a pedir a los corruptos líderes y a sus mesnadas que por favor, por favorcito, se porten bien, si son tan amables, y perdonen la molestia. El cumplimiento de la ley no se suplica: es una exigencia de conducta que ha de obtenerse incluso por medio de la fuerza legítima que el Estado tiene al mismo tiempo como derecho y como obligación. La excesiva tolerancia equivale a vergonzosa abdicación y hace de México, en vez de un Estado de derecho, un estado de desecho. La conducta del señor Osorio Chong podrá explicarse a la luz de su aspiración presidencial, pero admitir el incumplimiento de la ley y suplicar su acatamiento son cosas que dañan gravemente a la Nación. Entiendo que se han de hacer esfuerzos grandes para lograr la paz. Sin embargo, demandar el apego al orden jurídico no es represión, y menos cuando los delincuentes atentan contra el bien de la comunidad. El secretario de Educación, que ha cumplido su deber de aplicar la Reforma Educativa, es tachado de autoritario, y se le margina del "diálogo" con los cenetistas, que no es tal diálogo, sino negociación con delincuentes de la cual nada bueno puede resultar ni para Oaxaca ni para la nación. Pero en fin, en ésas andamos. Si de favores se trata me atrevo a pedir uno: por favor, señores del Gobierno, ya no desmadren más a este país. FIN.

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