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Las figuras, detonador en las ficciones de Cortázar

Falta profundidad en el estudiode la obra del autor argentino:González Dueñas

SUN-AEE

MÉXICO, D.F.- Para Daniel González Dueñas la “ideaCortázar”, incluida la abundante crítica que circula sobre este autor, “deja de lado aspectos esenciales y bien puede decirse que, más que en otros casos, el bosque oculta al árbol”.

Con Las figuras de Julio Cortázar, González Dueñas obtuvo en 1998 el premio nacional de ensayo José Revueltas. Cuatro años después, el texto llega a las librerías. Su visita al corpus cortazariano plantea más que una relectura: este sólo aspecto de las figuras se vuelve el tronco del que nacen las ficciones del narrador argentino.

Explica González Dueñas: “En principio no puede culparse a nadie del hecho de que este tema cortazariano sea tan poco atendido, porque se trata de un territorio bastante difícil y esquivo. Lo que sí puede reprocharse a la crítica es que lo haya hecho aún más oscuro y lo haya alejado por partida doble del lector. Los pocos críticos que se han interesado en las figuras cortazarianas aportan interpretaciones distintas, acuden más o menos a los mismos referentes e invierten abundante lírica para llenar los huecos”.

-Da la impresión de que Cortázar es un escritor que ha tenido una correcta recepción crítica, y que ha sido generoso con sus escritos en cuanto a la atención de ensayistas, es decir: ha sido muy y bien leído.

-Con todo autor de renombre (y en general con todo elemento manejado por los medios de comunicación), sucede que se va formando una idea a su alrededor, una imagen colectiva y sintética que termina por sustituir a la persona; convertida en idea-imagen, puede circular con mayor facilidad y rapidez en el torrente de la información. La idea-imagen es una mezcla de todo: estilo, personalidad, citas, referencias, anécdotas, retazos de imágenes, datos sueltos.

-Las figuras de Julio Cortázar comienzan con una pregunta: ¿es la crítica un necesario empobrecimiento?

-No sé si el libro llega a responderla, pero sí sé que me propuse una crítica como la que me entusiasma en cuanto lector: una sin los modos usuales de enjuiciar, un juego en que no se confunde (como es tan frecuente) literatura con información de lujo, una apuesta que de principio se niega a reducir a fórmulas, sobre todo ante una obra que, en sus terrenos más profundos, permanece muy poco explorada.

-Podría pensarse que te refieres a las “figuras” como elementos de la retórica...

-En pocas palabras, este tema podría describirse como la intuición de que más allá de lo que creemos destino individual hay destinos grupales o colectivos de los que formamos parte y que se cumplen al margen de nuestra conciencia. Dicho metafóricamente: no hay estrellas aisladas sino constelaciones móviles, a veces instantáneas, a veces milenarias. Cortázar llamó “figuras” a estas interconexiones, a este complejo sistema de influencias cruzadas. “Somos mucho más la suma de los actos ajenos que la de los propios”, dice uno de sus personajes. Es un tema refractario a la razón: sólo las metáforas, los sueños, la magia analógica parecen capaces de atraparlo. Se trata de una antiquísima intuición que lo mismo está en Giordano Bruno que en Swedenborg, o incluso en la física cuántica, pero siempre como parte de subsistemas muy cerrados que no pueden conectarse fácilmente entre sí. La intuición de las figuras es el esfuerzo por advertir lo que influye en las decisiones, pensamientos o actos que nos parecen totalmente personales, o en los encuentros y casualidades que para nosotros están meramente regidos por el azar.

-Son las líneas que va trazando una vida y los encuentros con otros destinos. ¿Es así?

-Cortázar experimentó el tema de las figuras a lo largo de toda su literatura, y a tal grado, que bien podría llamársele “figuratura”. Las figuras están en todas sus novelas, enfocadas siempre desde nuevos ángulos. Su obra capital, Rayuela , es un libro cuya enorme riqueza se debe precisamente a las figuras internas que contiene, todas ellas en constante movimiento dentro de una gran figura central, aludida en el propio título (y aún más en el nombre original del libro, Mandala). Cortázar había intentado una puesta en práctica de lo que llamo “figuratura” en una novela anterior, Los premios, y lo hará en 62: Modelo para armar y Libro de Manuel ; en estas novelas hay modos distintos de esa puesta en práctica. El tema de las figuras está en la mayoría de sus cuentos y ensayos, y desde luego en su poesía, y aún más en sus libroscollage (La vuelta al día en ochenta mundos y Último round), pero curiosamente en donde enfoca las figuras de modo más frontal es en su teatro (unas pocas piezas poco conocidas) y en algunas de las entrevistas que se le hicieron. La intención de mi libro fue reunir esas pinceladas aparentemente sueltas en todas esa fuentes y ponerlas a interactuar, a dialogar entre sí.

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