Ángel Zárraga nació el 16 de agosto de 1886 en Durango, donde actualmente se ubica un museo de arte contemporáneo con su nombre.
De su producción destaca la decoración de la Iglesia Nuestra Señora de Sallete, cerca de París; los murales del Castillo Vert-Coeur, en Versalles; los frescos de la Capilla Estudiantil de la Ciudad Universitaria de París, y la decoración del Salón del Club de Banqueros y la Catedral de Monterrey, en México.
A temprana edad decidió tomar camino en las artes, principalmente en la pintura, y pasó gran parte de su vida en el Viejo mundo, que lo acogió desde sus 18 años.
De acuerdo con Miguel Gleason, Zárraga comenzó desde adolescente su contacto con las artes plásticas, al registrarse en la Academia de San Carlos, donde conoció a Diego Rivera (1886-1957) y Saturnino Herrán (1887-1918).
En la década de los 20, por encargo de la ahora inexistente legación de México en París, pintó 18 tableros, entre los temas que abordó sobresale el futbol.
A lo largo de 37 años vivió en Europa, visitó tierras de Bélgica, Italia y España, y algunas de las experiencias más interesantes las gozó en Francia, donde pasó la mayor parte de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), reseñan sus biógrafos.
Además de la pintura ejerció la docencia, capacitando a los soldados norteamericanos que mostraban vocación hacia el arte.
De acuerdo con la crítica especializada, su estilo artístico tiene cierta distancia con la escuela mexicana de pintura, y generalmente es insertado en el Modernismo y el “Art deco”.
Como poeta, Ángel Zárraga, quien murió el 22 de septiembre de 1946, dejó en su producción lírica muchos ecos de su experiencia en el extranjero, así como abundantes notas estéticas que se relacionan, de forma obligada, con sus actividades plásticas.