Monseñor Aureliano Tapia Méndez tiene una voz de trueno. El templo de La Purísima, en Monterrey, es de altas bóvedas y muros firmes. Muros y bóvedas temblaban cuando el padre Tapia decía su sermón dominical.
Pues bien: esa tonante voz tuvo matices de emoción al despedirse monseñor Tapia Méndez de su parroquia y de los fieles que por muchos años lo acompañaron en su labor sacerdotal. Dio las gracias el padre Tapia al señor Cardenal de Monterrey, cuyo constante apoyo, dijo, multiplicó los frutos de su apostolado.
Historiador de mérito, escritor reconocido, gran comunicador de las cosas de Dios y de la Iglesia, monseñor Aureliano Tapia Méndez ha sido buen obrero en la viña del Señor. En aquel hermoso templo que fue hasta ayer su casa quedan los testimonios de su tarea incansable. Yo le deseo todo bien a aquel de cuyas manos tanto bien hemos recibido.
¡Hasta mañana!...