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Elección de estado

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

La desesperación ofusca el pensamiento. A partir de ahí, cualquier interpretación aparece, incluso, las que niegan la realidad misma. Bajo esa condición, se repite una y otra vez en los medios, que viene una "elección de estado". Prominentes "intelectuales" advierten sobre la poderosa intervención estatal. Un conocido doctor, afirma que "vivimos ya una elección de estado", donde el último recurso será "provocar violencia para anular esas casillas". Otro docto analista político, nos dice que "veremos desplegarse a fondo el intento de una elección de estado, con todos sus agravantes: inducción y compra de votos, coerción política y judicial a opositores, y la cancha más dispareja en recursos y dinero ilegal que recuerde la democracia mexicana". Las afirmaciones continúan. Un influyente historiador, que durante varios sexenios recibió la generosa cantidad por cien millones de pesos, nos advierte: "estamos asistiendo a una elección de estado, con todo el repertorio de inequidades que eso supone". De la misma manera, el líder de un partido que bien puede desaparecer en las próximas elecciones, alertó que "se está enfrentando a una elección de estado".

Pero ¿en qué consiste la elección de estado? Al respecto, no tenemos que suponer ni teorizar sobre el significado de la expresión. Tampoco es necesario recurrir a un voluminso manual de ciencia política. La respuesta se comprueba en la historia política del país. Más todavía, las elecciones de estado dominaron el siglo XX, tras la instauración de régimen posrevolucionario en 1929. En ese sentido, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), se consolidó como un partido de estado, que los politólogos describieron con el eufemismo de régimen autoritario, hegemónico y de partido único, para no decir dictadura. Con el tiempo, al partido le cambiaron de nombre en 1938, a Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Así siguió la cosa, hasta que en 1946, lo renombraron como Partido Revolucionario Institucional (PRI), hasta la fecha, vigente.

En ese largo periodo de 71 años, las elecciones eran calificadas por el mismo gobierno a través de la comisión electoral en la Cámara de Diputados controlada absolutamente por el mismo partido, es decir, no había un árbitro independiente y mucho menos autónomo. Como se imaginarán, el ganador siempre era el mismo. Tampoco había rigor y control del padrón electoral, lo que permitía con facilidad que un ciudadano votara en repetidas ocasiones en diferentes casillas. Sin embargo, el truco no radicaba en el individuo, sino en el colectivo. De ahí que sindicatos, policías y militares votaran sistemáticamente en las casillas. Las famosas "columnas volantes". Con esa maquinaria, no era extraño que lograran miles de votos, incluso más de la cuenta. Tanta eran las ganas de votar por el candidato oficial, que miles de muertos votaban. Durante ese largo periodo, era común que se robaran casillas con violencia. Más todavía, la violencia de estado era la norma. En sus memorias, el cacique Gonzalo N. Santos, narró a detalle y sin autocensura, la manera en que despejaron la casilla al presidente Cárdenas en las elecciones presidenciales de 1940. Esa casilla tenía el control de los almazanistas, que fueron barridos a balazos por las huestes de Santos. Rápido limpiaron la sangre para que el gobernante pudiera votar libremente. "Donde vota el presidente de la República no debe haber basura". Durante décadas, las elecciones del estado fueron la norma en el país. Para las elecciones de 1976, el régimen eran tan dominante, que sólo "compitió" un candidato: José López Portillo.

Con sorna, el escritor Jorge Ibargüengoitia escribió en el Excélsior: "El domingo son las elecciones. ¡Qué emocionante! ¿Quién ganará?".

Si las elecciones se ganaban con márgenes superiores al 90 por ciento, también sucedió, en 1988, que el candidato oficial, Carlos Salinas de Gortari, no alcanzó los votos necesarios y para completarlos, "se cayó el sistema". Así como en las elecciones de Chihuahua en 1986, también se realizó un "fraude patriótico".

La historia de las elecciones en México, durante tres cuartos del siglo pasado, se entienden en el entorno de elecciones de estado. En ese sentido, traer las afirmación "elección de estado", como actualmente se acusa, es por decir lo menos, profundamente deshonesto y acusa una renuncia al pensamiento.

@uncuadros

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