¿Cómo vivimos nuestras relaciones interpersonales?
Dicen que la sangre hace parientes pero el amor hace la familia. Y cuánta verdad hay ahí pero la realidad es que parientes o no, son vínculos que están constantemente a nuestro alrededor para ser vividos.
El ser humano necesita relacionarse para desarrollarse, para nutrirse, para ser, para transitar en comunidad porque la pertenencia es algo que necesitamos, para formar parte de un algo, o tal vez de un todo, pero sobre todo para poder llegar a esa culminación de vida con los deberes hechos antes de partir. Pero en muchas ocasiones esos lazos se convierten en nuestro mayor dolor de cabeza ya que muchas veces representan la mayor incomodidad que tendremos que afrontar. Las relaciones te retan a crecer y evolucionar, pero no siempre su forma o su manera la disfrutarás.
La construcción de relaciones sanas sean interpersonales y/o de pareja parten de aprender a caminar al lado sin apegos, logrando mantener el equilibrio físico, material y emocional dentro de la relación del grupo o pareja. Los ajustes se van dando con la convivencia, con el tiempo compartido, con las ganas, con el compromiso y sobre todo evolucionando a la par.
En la relaciones de pareja aumenta el desafío donde existen muchos otros factores que harán más compleja pero a la vez más rica la experiencia. Una de las diferentes preguntas fundamentales que debemos hacernos cuando comenzamos una relación es si te gusta ser quién eres en compañía de esa persona, si hay confianza y respeto, si son un anclaje emocional donde mutuamente se pueden ayudar a transitar situaciones difíciles que inevitablemente van sucediendo en la relación, y muy importante, si hay acompañamiento y apoyo. Las personas dan lo que son pero los vínculos son para eso; para crecer juntos y ser conscientes del crecimiento que se necesita para sostener ese vínculo, ir afrontando las diferentes etapas de la relación y los retos de vida en equipo. Y aquí no se habla de recargarse en el otro para que resuelva lo que a uno le toca hacer como ser individual, siendo responsable de sus propios procesos de sanación en el rol en la pareja y estar en conexión con uno mismo, sino a ser unidad con compromiso y enraizarnos conjuntamente para ser más fuertes en todos esos vaivenes de la vida. En las relaciones se requiere de cuidados a diario y en este mundo vincular no nos sirve de nada la autosuficiencia si para ello nos hace sentir débiles o avergonzados por pedir ayuda cuando se necesite. No es más fuerte el que no la pide, sino el que reconoce que no puede y la solicita. El amor se basa en poder ser vulnerable, siempre.
Elegir una pareja es elegir una persona que te elija a ti y no te confunda, que te haga ser mejor, te inspire, te aliente y que nunca te haga dudar si eres suficiente. Un amor que te haga sentir que estás en el lugar correcto y si no encajas, no puedes obstinarte en quedarte en un lugar que no es el tuyo. Nos rompemos a nosotros mismos solo para encajar mejor en corazones equivocados. Hay que quedarse con quien te deje ser, es un regalo ser tú, y deberíamos todos estar muy emocionados con eso. El amor es gratis y no hay que ceder partes de ti ni compensar para obtenerlo.
Separarnos de alguien también puede ser un gran duelo. Dejar ir sintiendo amor traspasa, pero es mejor que quedarnos esperando algo diferente a lo que realmente deseamos. En estas situaciones es muy importante la responsabilidad afectiva, teniendo en cuenta el mundo emocional de la otra persona sabiendo que puede ser muy diferente al tuyo. Vivir una ruptura puede ser muy abrumadora siendo un fuerte impacto emocional donde aparece la tristeza, la ansiedad, el miedo, la ira, la confusión, la baja autoestima, el aislamiento social y otros problemas de salud mental. Y aunque sepamos que un corazón roto no es el fin del mundo, la realidad es que es una conmoción que hay que darle su espacio para transitarla y entenderla para poder sanar y continuar. Nadie puede menospreciar los sentimientos y emociones que uno siente, el duelo no se sana a solas sino gracias a otras relaciones de apoyo, afecto y respeto.
Tengo claro que las relaciones no son perfectas, el ser humano no es perfecto, nadie nos completa. El amor vale ser vivido cuando una persona puede estar sola pero prefiere y siente que la vida es mucho más linda cuando está con esa persona escogida. Permítete ser feliz, dale prioridad a tu paz mental, avanza y enfoca toda la energía en ti. Llénate de tu propio amor y entonces esplende, emite esa luz enorme a tu alrededor y disfruta de todas tus relaciones. Los vínculos honestos, imperfectos, nutritivos y llenos de genuino amor serán los que transciendan, el resto serán una pequeña parte de nuestra historia.
Al final te das cuenta que los vínculos afectivos van y vienen, que se sobrevive a ese impase, a ese vacío cuando ocurre. Y de repente, un día llega un nuevo vínculo para ser vivido, y tal vez un nuevo amor. Y así la vida.
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