1.-Tradicional peregrinación en carretones desde la Sierra de Jimulco hasta el templo de San Antonio en la ciudad de Cuencamé. 2.-El Señor de Mapimí, esta colocado en un retablo barroco de mediados del siglo XVIII, y está adornado con hojarasca, hoja de canto, tomados de la época clásica de los griegos, el remate esta terminado en roleos, características del espite, hace juego de luz y sombra debido a la pequeña ventanilla en la parte superior donde esta entrando el Espíritu Santo, consta de cuatro columnas estipites que son una especie de pirámides invertidas, que representan a un hombre con sus dos piernas juntas, el cubo representa el pecho a partir de la cintura, la parte de arriba es la cabeza con terminación corintio por tener las hojas a canto hacia arriba.
Miles de peregrinos llegan de varios puntos de la República y del extranjero
CUENCAMÉ, DGO.- Mañana se cumplen 292 años de la llegada del Señor de Mapimí a Cuencamé, miles de peregrinos de diferentes partes del país y extranjero llegan a venerarlo en la Parroquia de San Antonio, es una de las fiestas religiosas más trascendentes de la región.
Las calles del primer cuadro de la ciudad resultan intransitables por el cúmulo de gente que espera pacientemente entrar al templo a venerar la imagen de Cristo, algunos lo hacen cada año, otros habían tardado lustros por estar en el extranjero, pero hoy llenos de gozo y fe se acercan a pagar milagros o solamente agradecer por los logros obtenidos.
Doblan las campanas y los fieles se prestan a escuchar misa tras misa y rosarios entre cánticos y rezos, es la manera en que miles de católicos campesinos, obreros, profesionistas, amas de casa, estudiantes, fortalecen su espíritu.
El Señor –sin duda- escucha los lamentos y las peticiones de los creyentes que cada año renuevan sus esperanzas por las buenas cosechas, la salud de seres queridos y así sucesivamente de rodillas imploran.
Mientras otros en las afueras del templo hacen su agosto, con las vendimias de gordas, tacos, comidas corridas y los tradicionales asaderos y quesos; por otro lado los juegos mecánicos y puestos de artesanías, en fin es la fecha grande de Cuencamé y sus alrededores.
Hoy recuerdan que después de que un Jueves Santo en que era llevada la imagen milagrosa en procesión por las calles del entonces Real de Minas de Santiago de Mapimí los feligreses descendientes de españoles fueron atacados por los indios cocoyames y tobosos, los habitantes se defendieron a mas no poder, sin poder evitar la muerte de casi trescientos.
Durante la trifulca algunos de ellos cargando al Cristo (Señor de Mapimí) huyeron logrando ponerse a salvo, ya que las intenciones de los atacantes eran destruir también el crucifijo, los que huyeron se llevaron la imagen a cuestas con rumbo a la Comarca Lagunera, según se dice el destino era llegar a Santa María de las Parras, lugar que había sido fundado casi a la par.
Sólo que en su intento por salvar la sagrada imagen llegaron a la Sierra de Jimulco, adentrándose en ella, y considerándola un lugar seguro por la vegetación, decidieron ocultarla al pie de un viejo y grande mezquite, tapándola con ramas, después de la faena y haber descansado regresaron de vuelta al pueblo de Mapimí.
HALLAZGO
La imagen fue encontrada por unos soldados escolteros y la trasladaron a la Parroquia del Real de San Antonio de Cuencamé, lugar considerado más cercano y seguro ya que el templo de Santiago de Mapimi quedo destruido.
Esto lo menciona en un informe el alcalde ordinario y de justicia mayor de la Villa Real y Minas de Santiago Mapimí, don Franco Antonio Lorenzo de la Sierra, cuyo documento se encuentra en el archivo histórico de la ciudad de Durango.
Agrega que cuando pretendieron llevarse la milagrosa imagen a la Parroquia de Cuencamé, ante los reclamos de los habitantes de Mapimí, en una carreta tirada de mulas no pudieron por más fuerza que hicieron las bestias y las personas mover la carreta.
Entonces prometieron los de Santiago de Mapimí construirle un templo y los de Cuencamé regresar la imagen cuando le fuera terminado el que, hasta el día de hoy no se ha edificado, por lo tanto, la imagen fue traída a Cuencamé, un 6 de agosto de 1715, en calidad de custodia.
PEREGRINOS
La festividad en honor al Señor de Mapimí es una de de las tradiciones con más antigüedad en el Estado de Durango, manteniéndose hasta la fecha por casi tres siglos, ésta da inicio desde el día 28 de julio con solemne novenario y culmina el día 7 cuando vuelven a su nicho al Cristo milagroso.
Con gran fervor acuden miles de peregrinos de diferentes ciudades de la República Mexicana y el extranjero, principalmente de la Comarca Lagunera, así como las comunidades de la región de Jimulco, que preparan con muchos días de antelación el viaje que realizan en caravanas de carretas tirados con burros, caballos y mulas, cubiertos con mantas en medio círculo, formando así las añejas y tradicionales peregrinaciones hasta el altar del Señor de Mapimí.
Emprenden el viaje atravesando el Cañón de San Diego, ruta antigua y más cercana, otros más utilizan el Cañón del Mármol, reuniéndose en un punto en común de donde prosiguen todos entonando alabanzas y cantos en un lento pero continuo peregrinar con un sólo objetivo, venerar al Señor de Mapimí.
Cuando cae la tarde hacen campamento y con rezos y oraciones imploran la divinidad del Señor de Mapimí, para que les permita concluir su peregrinar. Los que primeramente llegaron al poblado de San Antonio de Ojo Seco, hacen ahí el último campamento a la vez que esperan a los más rezagados para llegar todos juntos.
Resulta por demás impresionante la llegada de la caravana de carros con los peregrinos agotados por el largo viaje pero llenos de regocijo por que al fin después de un largo año se postraran ante la vendita imagen del Señor de Mapimí, estos a su llegada son recibidos por el una comitiva encabezada por el sacerdote, danzas “Hermanos de la mesa del Señor de Mapimí” e innumerables habitantes que gustosos les dan posada y algún lugar para el acomodo de los animales y carreta.
Después de un breve descanso en procesión acuden a la iglesia de San Antonio de Padua, donde ya fue descendida la imagen del Señor de Mapimí, algunos de los peregrinos en cumplimiento de alguna manda prometida, desde algún lugar predeterminado llegan hasta el de rodillas, y con gran alegría hasta llegar las lagrimas por la emoción de que al fin después de un largo peregrinar logran su objetivo postrarse ante la santa imagen.
“HERMANOS DE LA MESA…”
“Los Hermanos de la mesa del Señor de Mapimí” se remonta hasta el año de 1719 en ese entonces se conocía como cofradía o hermandad del Santo Cristo Señor de Mapimí, la cual subsiste hasta la fecha con el nombre de Hermandad del Señor de Mapimí, la hermandad rige sus actos de acuerdo a un reglamento establecido. Tienen como objetivo unir a los fieles principalmente varones, en torno al culto a la sagrada imagen.
La jerarquía de la hermandad se compone de un hermano mayor que será el Cura de la Parroquia, y varios mayordomos los que se distinguirán por su número de orden, siendo: primero, segundo, tercero y consecutivos los que a criterio de la hermandad sean necesarios pera la administración de la misma.
El mayordomo primero es quien recibe las órdenes del hermano mayor el cual comunicara a los demás, cuidando su exacto cumplimiento. El nuevo hermano que ingrese a la hermandad tendrá su túnica morada y su cuerda, se confesará y comulgara el día de su recepción, pagara cierta cantidad para obtener su reglamento, lo firmará delante del hermano mayor.
De acuerdo con lo que establece el reglamento de la hermandad únicamente dos veces al año será bajada la sagrada imagen del Señor de Mapimí, de su retablo el Miércoles Santo, a las 11 de la mañana y será subido el Domingo de Gloria; también desciende el 4 de agosto y lo suben el 7 del mismo mes.
Los hermanos que bajarán y subirán la imagen serán designados por el mayordomo primero, todo mayordomo o hermano debe presentarse ante la mesa donde se encuentra la sagrada imagen ataviado con su túnica morada y cuerda.
ALABANZAS
Las alabanzas al Señor de Mapimí, son cantos interpretados a capella por los integrantes de la mesa del Señor de Mapimí, peregrinos y fieles católicos, en un tono un tanto lastimero de posible origen de los cantos gregorianos por su semejanza, normalmente son estrofas que primero las cantan a tres voces, o una sola persona y que los peregrinos y fieles católicos van repitiendo.
Son conocidas más de 100 alabanzas y cada peregrinación o comunidad tiene las propias, algunas son verdaderamente estrofas la mayoría de los versos son en tono agudo, algunos tienen rima consonante., unas de las mas conocidas son las siguientes alabanzas de bienvenida y despedida.
Gracias al Señor de Mapimí.
Las gracias te vengo a dar,
Ya no alcanza mi talento
de haber llegado hasta aquí,
para deciros que aqui
hoy te vengo a saludar,
que prodigios que portentos
¡Oh! Señor de Mapimí
del Señor de Mapimí.
esa Sierra de Jimulco,
Los astros más luminosos
se divisa desde aquí,
de aquel trono de rubí
en donde fue encontrado,
limpian el sudor copioso
el Señor de Mapimí.
del Señor de Mapimí.
Aquel esplendor divino
Oh que grande es tu hermosura
que se mira desde aquí
cual no hay otra para mi
en el rostro puro y fino
digan todas las criaturas
del Señor de Mapimí.
oh Señor de Mapimí.
En las jerarquías hermosas
Viva el poder de los cielos
de aquel reino de David
hasta llegar aquí
te anunciaban cariñosas
perdón piden tus hijuelos
oh Señor de Mapimí.
oh Señor de Mapimí.
Pecador alza los ojos
En aquella hora postrera
ayúdame desde aquí
que te busque desde aquí
a que cesen los enojos
mi alma será acompañada
del Señor de Mapimí.
del Señor de Mapimí.
Que corona tan divina
De ese rostro tan divino
que se mira desde aquí
las potencias miro aquí
es la corona de espinas ruego sea nuestro padrino
del señor de Mapimí.
el Señor de Mapimí.
Doscientos y tantos años
Todos de buen corazón
tu parroquia puesta aquí esperamos hoy aquí
donde están los desengaños
una santa bendición
del Señor de Mapimí.
del Señor de Mapimí.