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Resultados| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Como hombrecito aceptaré cualquiera que sea la decisión.”

Jorge Hank Rhon

Al final, los electores mexicanos parecen ser bastante más sensatos de lo que piensan los políticos o los comentaristas. Hay una sabiduría innegable en los resultados de las elecciones de este domingo pasado. En todos los casos los electores parecen estar rechazando la arrogancia de los políticos sin importar cuál sea su partido.

Jorge Hank Rhon, el candidato de la alianza Para que Vivas Mejor, que incluye al PRI y al Partido Verde, afirmó que ganaría Baja California con una ventaja de tres a uno sobre su principal rival, José Guadalupe Osuna, de la Alianza por Baja California (con el PAN, el Panal y Encuentro Social). También dijo que aceptaría “como hombrecito” una derrota en caso de que ésa fuera la decisión de los bajacalifornianos.

Para el día de la elección, Hank había eliminado la ventaja que tenía el PAN al comenzar la contienda. Se le veía así como el caballo que alcanza y que, por lo tanto, debía ganar. Pero las dudas acerca de la personalidad del candidato, la información sobre los presuntos vínculos entre la Policía municipal de Tijuana y el narco (que los priistas afirman fue un golpe bajo del Gobierno Federal) y las propias declaraciones de Hank le restaron popularidad. Al final, y a pesar de que Osuna no era un candidato carismático, el resultado fue contundente. El panista obtuvo el triunfo con 50 por ciento de los votos contra 43 por ciento de Hank, una ventaja de siete puntos porcentuales, significativamente mayor que la que preveía cualquier encuesta.

Mucho se ha dicho que el abstencionismo fue muy grande en Baja California. Y así parece a primera vista. Sólo un 41 por ciento de los electores registrados votaron este domingo. Pero, según me dice Osuna, de los 2.1 millones de ciudadanos registrados en el padrón electoral, un 20 por ciento ya no vive en el estado, debido a la enorme movilidad de la población de la entidad. Si consideramos que sólo alrededor de 1.7 millones de los electores registrados realmente residen en Baja California, el grado de abstención no es tan alto como parecería. Más de un 50 por ciento de los electores registrados que viven en el estado habrían participado en la elección, lo cual es una cifra cercana a las que se registran en el resto del país.

En Oaxaca, la APPO y la sección 22 del SNTE lograron lo contrario de lo que decían querer, ya que le dieron el triunfo a su odiado Ulises Ruiz y al PRI. El domingo estos grupos levantaron el plantón que tenían en el Zócalo de la capital desde hace semanas, pero el daño ya estaba hecho. Ahuyentaron a la gente de las casillas y facilitaron el trabajo de los priistas, que aprovecharon su organización para triunfar en todos los distritos del estado. La abstención ascendió al 66 por ciento del padrón. El voto de castigo que había anunciado la APPO en contra del PRI no se materializó. De hecho, si algún voto de castigo hubo fue en contra del PRD por aliarse con la APPO.

En Aguascalientes, el PRI también obtuvo un triunfo importante. Su candidato a la presidencia municipal de la capital del estado, Gabriel Arellano, ganó una victoria que humilló al PAN, partido que lleva años con el control del municipio. Pero no sólo en la capital del estado se impuso el PRI. Su presencia aumentó también en otros municipios del estado. Nuevamente el abstencionismo, que se elevó a casi 60 por ciento en la capital, afectó el resultado. Pero también las diferencias internas entre el PAN y el gobernador panista, Luis Reynoso, que han llevado a costosos ataques mutuos.

Detrás de estos resultados hay, repito, una innegable sabiduría. Los electores nos están diciendo que ningún candidato tiene ganada una elección, aunque tenga mucho dinero, como Hank Rhon; que ningún partido tiene escriturado un estado o una ciudad, aunque sea el PAN en Aguascalientes; que los electores se alejan de las urnas cuando no ven opciones constructivas, como en Oaxaca; y que están dispuestos a castigar a los partidos y organizaciones políticas, como el PRD y la APPO también en Oaxaca, que afectan sus intereses con manifestaciones y plantones.

La idea de los políticos de que los electores son tontos, de que se les puede manipular con facilidad, se desploma cada vez más. Los mexicanos, de hecho, están votando con conocimiento de causa y de una manera razonada.

Quizá el abstencionismo siga siendo el gran enemigo a vencer, pero no hay que olvidar que México no es el único país democrático en que la gente no sale a votar. Estados Unidos es el más claro ejemplo: ahí los electores no participan en las votaciones a menos que se sientan personalmente amenazados o beneficiados por un candidato o partido. Ante el desprestigio de la clase política, los mexicanos estamos empezando a actuar de la misma manera. Y en esto hay también alguna sabiduría.

EL PRI

No hay duda de que el PRI sigue dominando las elecciones locales. Ya lo demostró el sexenio pasado, cuando acumuló triunfos en los comicios estatales y municipales pese a no tener la Presidencia de la República. Desde su decepcionante desempeño el 2 de julio de 2006, ha mantenido Tabasco, Durango y Chihuahua. Le arrebató Yucatán al PAN. Se fortaleció en Oaxaca y avanzó en la panista Aguascalientes. Perdió Baja California, pero más por el candidato que por el partido. También fue derrotado en Chiapas, pero a manos de un priista.

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