Muestra Colin Farrell su lado paternal
MÉXICO, DF.- Poco se conoce de la faceta paternal de Colin Farrell... se sabe de sus excentricidades, de sus videos sexuales, y sobre todo de esa etiqueta de don Juan que se ha ganado entre las mujeres de Hollywood, pero confiesa el actor, que a su vida llegó un ángel quien ha cambiado su modo de ser y ver las cosas.
El actor irlandés abrió por vez primera su corazón hacia el público y platicó de su hijo James Farrell, de tan sólo cuatro años, quien junto con él libran una batalla en contra de un desorden neurológico conocido como el síndrome de Angelman. “Él es un niño feliz y valiente”, confiesa Colin, quien reconoce que su hijo le vino a cambiar la vida y con él lucha pasar salir adelante.
“La única vez que me doy cuenta que hay algo diferente en él y que padece alguna discapacidad, es cuando se junta con niños de su misma edad”, admite el actor quien reconoce abiertamente que lloró cuando vio caminar por vez primera a su James.
El protagonista de la cinta Alexander quien comparte la custodia de su pequeño hijo con la modelo Kim Bordenave, confesó que para él los pocos avances que tiene James son confortantes, “mucho más que una mera satisfacción”.
Reconoce que día tras día se emociona al ver los progresos de su hijo que desde que nació se ha convertido en su gran prioridad en la vida, “comenzó a dar sus primeros pasos hace más o menos seis semanas y ha tardado cuatro años en hacerlo. Todo el trabajo es suyo, ha trabajado duro estos cuatro años”, reconoce.
Con la voz entrecortada y las lágrimas a punto de salir, Colin habla de su hijo como si hubiera ganado un Oscar, “cuando comenzó a caminar James, fue increíblemente emocionante, no había nadie que no llorara en casa... ahora todos estamos unidos para avanzar juntos”.
Colin reconoce que el trato que tiene con su hijo no es como si estuviera discapacitado, “nunca había pensado que mi hijo fuera alguien con una discapacidad”, sentencia.
El síndrome de Angelman se diagnostica en niños entre tres y siete años y es una enfermedad de origen genético que ocasiona distintos trastornos de la conducta, el desarrollo y el aprendizaje. Los síntomas son la falta de coordinación de movimientos, hiperactividad, problemas para andar, ausencia del habla, dificultad para comunicarse y rasgos faciales diferenciados.