Policías afganos hacen guardia cerca de las pilas de drogas y licor de contrabando durante un acto de quema de drogas en Herat, al oeste de Kabul, Afganistán. El acto forma parte de la lucha contra la producción de estupefacientes en el país. (EFE)
El país es el mayor productor de opio del mundo y cada vez más afganos se vuelven adictos a los narcóticos.
Afganistán, el mayor productor de heroína del mundo, lucha ahora por hacerle frente al contrabando de drogas, mientras miles de afganos que lidian con los traumas de la guerra, el desplazamiento y la pobreza se están volviendo adictos a los narcóticos.
A las afueras de Kabul, un bombardeado edificio que alguna vez fue un centro para la cultura y la ciencia, es hogar de más de 100 ocupantes ilegales cuya principal preocupación es alimentar su adicción a la heroína.
Ghulam Ahmad, un adicto de 17 años, ha estado inyectándose heroína durante casi dos años. Al igual que muchos de los que viven en este sórdido y sucio edificio, comenzó a consumir drogas en la vecina Irán. “Solía trabajar por las noches en una fábrica en Irán, y el propietario de la fábrica, un iraní, era adicto al opio”, dijo.
Más tarde, Ahmad pasó a la heroína, antes de ser deportado a su Afganistán natal. Ahora pasa sus días mendigando en las calles de Kabul para satisfacer su hábito.
Afganistán produjo unas 8 mil 200 toneladas de opio en 2007; es decir, 93% del suministro mundial. En el pasado, el opio era contrabandeado hacia el exterior de Afganistán y luego procesado en forma de heroína antes de llegar a las calles de Europa, India y Oriente Medio. Pero ahora, el problema se ha trasladado al lugar de origen. En los últimos años, los mayores contrabandistas de drogas en Afganistán han buscado maximizar las ganancias al procesar el opio en forma de heroína en el país antes de enviarla al extranjero.
Algunos narcóticos inevitablemente se quedan en el país, donde existe un mercado listo para la heroína debido al alto índice de consumo de drogas entre los cientos de miles de refugiados afganos que regresan o son deportados de los vecinos Irán y Pakistán.
Los índices de adicción en Afganistán han aumentado severamente desde 2003 hasta llegar a casi 4 por ciento de la población, según la ONU.
En la actualidad, existen aproximadamente 150 mil consumidores de opio, 50 mil adictos a la heroína y 520 mil fumadores de marihuana. De estos últimos, 120 mil son mujeres y 60 son niños.
Según analistas afganos expertos en narcóticos, 98 por ciento de los drogadictos del país no tiene trabajo y encuentra dinero para satisfacer su adicción mediante la mendicidad o en labores de carga y descarga.