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El robo de arte sacro, de lo amateur a lo profesional

Interior de la Catedral de Puebla, estado que registra uno de los índices más altos de hurtos de arte sacro en todo el país.

Interior de la Catedral de Puebla, estado que registra uno de los índices más altos de hurtos de arte sacro en todo el país.

El universal

El ilícito es ya considerado parte del crimen organizado.

El robo de arte sacro en México pasó de ser el asunto de alguien que entraba a una iglesia y robaba un candelabro o una pintura mal puestos, a un crimen organizado que en años como 2004 llegó a la cifra de 53 denuncias ante la Procuraduría General de la República, en 13 estados del país.

Pero lo más lamentable de su pérdida, dice el investigador poblano Eduardo Merlo, es que son recursos como los del petróleo: “no renovables”. Y argumenta: “Puedes poner una pintura en el lugar donde se robaron otra, pero nunca será la misma”.

Explica que las campañas contra el robo de arte sacro en México -al igual que las que pretenden controlar el robo de patrimonio arqueológico- no han funcionado porque no son constantes.

“No han sido efectivas. Nos pasa que entramos como caballos, y al ratito ya nos cansamos. Se necesita una campaña intensa y permanente que involucre a los gobiernos Federal y Estatal, a la Iglesia y a las comunidades. Hay que hacer brigadas de gente que instruya a los habitantes, a los encargados de las iglesias y a los sacerdotes, acerca de las medidas que hay que tomar para preservar el patrimonio”.

El investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Puebla, una de las entidades que registra mayor robo de este patrimonio, refiere que aunque en fechas recientes no se ha escuchado de robos ocurre que éste sigue siendo un delito que no se denuncia. “La PGR siempre interviene cuando se le llama, lo que pasa es que en miles de casos no recibe información”.

Merlo considera que para que este robo se haya convertido en un delito tan organizado es porque existen clientes con alto poder adquisitivo, a los cuales ubica en Estados Unidos:

“En los estados de Arizona, California, Nuevo México y, en menor medida, Texas, se da un mercado con gran interés por el arte religioso mexicano. No tengo pruebas, pero entre muchos ricos estadounidenses –sajones- es una moda el Mexican Ranch Style, y es una paradoja: odian a los mexicanos que se brincan para ir a trabajar allá, pero adoran la cultura mexicana. Se construyen sus casas como las del siglo XVIII o del XVII mexicanos, y para que sean más increíbles necesitan objetos originales, no copias. Esa gente exige cuadros originales. Eso no quita que mucha gente del propio México los compre”.

Que Puebla y Tlaxcala sean los dos estados con mayor número de robos responde, según el investigador, a un contexto histórico: “Las dos ciudades han conservado mucho de ese patrimonio, son muy ricas, casi tanto como la capital. Allí llegaron los mejores pintores, escultores, arquitectos, y las mejores obras de arte para vestir esas iglesias. Y los pequeños pueblos de alrededor son riquísimos. En Tlaxcala las iglesias conservan retablos, colecciones de pinturas y las comunidades sus códices. En Puebla, por ejemplo, la Catedral se da el lujo de no tener pinturas anónimas”.

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