La iglesia de San Lorenzo Diácono y Mártir, así como los templos de Nuestra Señora de Loreto, la Santísima Trinidad y la Santa Cruz requieren atención urgente para evitar derrumbes. (Fotografías de Notimex)
El patrimonio religioso del Centro Histórico se encuentra en riesgo de convertirse en una trampa mortal o de perderse, por la falta de acuerdos para su preservación entre autoridades religiosas y del gobierno federal.
Joyas de la arquitectura que guardan en sus muros parte de la historia del México colonial se encuentran en medio de una disputa de opiniones sobre su deterioro.
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) no ve daños de riesgo en ninguno de los 68 templos ubicados en el primer cuadro de la ciudad.
Empero la Arquidiócesis de México opina que pueden provocar una tragedia, como ocurrió en la discoteca New’s Divine en la que 12 personas murieron por negligencia de autoridades.
El vocero de la Arquidiócesis, Hugo Valdemar, aclaró que no existe un enfrentamiento con las autoridades del Conaculta por ese tema, sino “graves” diferencias de opinión.
“Mientras ellos (Conaculta) han relativizado la tremenda situación de deterioro de los templos, nosotros hemos puesto el grito de alarma de que no son daños menores”, dijo.
Se trata de “problemas estructurales que están poniendo en peligro tanto la vida de las personas como el patrimonio de incalculable valor artístico e histórico”, expuso.
La polémica inició el 27 de junio cuando el cardenal Norberto Rivera Carrera realizó una visita pastoral al Centro Histórico, donde se reunió con sacerdotes quienes presentaron un documento sobre la situación de 34 templos.
De acuerdo con el informe elaborado y presentado al cardenal por el comisionado de Arte Sacro, Alfredo Ramírez Jasso, la mayoría de los inmuebles religiosos en el “corazón del corazón del país” presentan problemas que van desde mantenimiento hasta estructurales.
En el documento se sugiere al cardenal “usar de la eficacia de su influencia como pastor de la arquidiócesis ante a las autoridades civiles y ante los empresarios mexicanos, para que cada templo pueda ser adoptado y apadrinado permanentemente”.
A eso le ha seguido una serie de declaraciones de la Arquidiócesis de México y de las autoridades de Conaculta, que han sostenido en reiteradas ocasiones que ninguno de los templos del Centro Histórico está en riesgo de venirse abajo.
En ese contexto el vocero arzobispado explicó que la situación es tan grave en el caso de la iglesia de San Lorenzo Diácono y Mártir, en el número 28 de la calle Belisario Domínguez, que se ha pensado en cerrarla pues su cúpula podría colapsar en cualquier momento.
La polémica ha crecido pues de acuerdo con especialistas los templos que son parte del patrimonio histórico no se pueden cerrar por disposición de la Iglesia Católica, pues son bienes de la nación.
Sin embargo, la iglesia insiste en que la situación es alarmante pues ese no es el único templo que ha empezado a caerse en pedazos.
También los de Nuestra Señora de Loreto, la Santísima Trinidad y la Santa Veracruz requieren atención urgente para evitar derrumbes que pongan en riesgo a los visitantes.
“Tenemos dos ejemplos, aunque dicen que exageramos: San Lorenzo, en donde se cayó una piedra de casi un metro de dimensión que destrozó unas bancas y que afortunadamente ocurrió en la madrugada, pues si hubiera sido en domingo que hay feligreses Dios sabe lo que habría ocurrido.
“El otro caso es Loreto, donde se vino abajo una enorme ventana con todo y vitrales, que prácticamente cayó encima de una familia y que si así hubiera sido los habría matado”.
A su vez el sacerdote José de Jesús Aguilar destacó que la situación es complicada, pues si bien la ley establece que las asociaciones religiosas deben hacerse cargo de los inmuebles de culto muchos de ellos son patrimonio histórico cuyo propietario es el Estado mexicano.
Otro problema es que el despoblamiento del Centro Histórico causa que muchos de esos templos, fuera de la Catedral Metropolitana, el Sagrario y San Hipólito, tengan una reducida afluencia de fieles, lo que ocasiona que sus aportaciones sean menores.
El ex titular de Arte Sacro de la Conferencia del Episcopado Mexicano precisó que al mes dichos templos recaudan por limosnas y donativos un promedio de 20 mil pesos, que no alcanzan para pagar la luz y el agua, mucho menos para mantenimiento o restauración.