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¿Crack o Crash?

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

El lunes fue un día negro para cierta clase de capitalismo. Wall Street reaccionó como era previsible ante la negativa del Congreso norteamericano para sacarle las castañas del fuego a bancos, financieras y deudores morosos. La caída fue abrupta, una de las peores de la historia. Sin embargo, todavía está por verse si lo que está ocurriendo es un Crack, como en octubre de 1929; o un Crash, como en octubre de 1987.

Podría parecer ocioso, estando las cosas como están, el discutir cómo bautizar el desastre. Pero la experiencia dicta que hay que fijarse en las lecciones históricas para más o menos saber a qué atenerse en el futuro.

Y es que el Crack de 1929 tuvo efectos duraderos, no sólo por lo fuerte de la caída, sino porque la confianza no se recuperó en mucho, mucho tiempo. Por algo su resultado a mediano plazo fue la Gran Depresión. Ello permitió el surgimiento de sistemas extremistas por todo el mundo… panorama que podría repetirse si esta crisis es como la de hace 79 años.

En cambio, el Crash de 1987 no hizo tantas olas, y sus efectos no perduraron demasiado tiempo. Al parecer las lecciones de 1929 habían sido asimiladas, y el control de daños fue entonces más eficaz. Claro, eso no quitó que se llevara entre las patas a la Bolsa de Valores de México, inflada artificialmente por irresponsables prácticas especulativas que arruinaron a mucha gente de clase media.

Así pues, si lo ocurrido fue un Crack o un Crash tiene su importancia. Por lo pronto, parece que los mercados empezaron a rebotar pasado el pánico, y con la esperanza de que pronto se ponga en marcha un plan de rescate gubernamental. Una especie de Fobaproa Región Uno.

No poca gente se pregunta por qué el Congreso norteamericano se ha mostrado tan reticente en entrar al quite. ¿Qué no ven la urgencia de la situación? ¿Por qué no actúan con rapidez y decisión para paliar la crisis?

Bueno, hay varias razones. La primera de ellas es que los legisladores que tomen la decisión (la que sea) enfrentan unas elecciones en menos de cinco semanas. Y en ese tiempo tendrían que explicarle a sus electores por qué sus impuestos van a salvar a prepotentes peces gordos que quebraron a grandes empresas y bancos, fundamentalmente por irresponsables. La posibilidad de truncar su reelección tiene que ver con el pensamiento y acciones de los legisladores americanos en estos momentos.

Además de que el pueblo norteamericano se ha hartado de ver cómo los presidentes de grandes compañías se llevan bonos anuales de decenas de millones de dólares… y luego dejan devastación a su paso, como en el caso de Enron.

Así pues, la crisis está en suspenso, y sólo nos queda rezar para que el inevitable coletazo no nos pegue tan fuerte.

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