LAS NUEVAS GENERACIONES no tienen la menor idea sobre los acontecimientos del 2 de octubre del 68. Todo mundo quiere hablar de aquello, y muchos hasta se rasgan las vestiduras y engolan la voz y disertan como si fueran los padres de la democracia de que hoy disfrutamos.
SE PUEDE AFIRMAR sin temor a equivocación, que el noventa y nueve por ciento de los mexicanos que tratan de hablar de aquel viejo asunto, no saben ni lo más elemental sobre aquellos hechos, como sería: ¿Por qué se iniciaron las protestas? ¿Quiénes las propiciaron? ¿Qué es lo que demandaban los estudiantes? ¿Por qué se llegó hasta los tristes sucesos en Tlatelolco? A la fecha todo ha sido contaminado por los humores de las facciones políticas y por los intereses de los partidos que participaron, esto sin contar, con la intromisión que en el movimiento tuvieron las embajadas de los Estados Unidos de América y de la Unión Soviética. De ahí que el asunto del 2 de octubre sea materialmente imposible de evaluar en su plena realidad y de manera objetiva.
UN POCO DE HISTORIA. A principios del mes de julio del 68 se desarrolló un enfrentamiento entre estudiantes pertenecientes a las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional, con la preparatoria particular “Isaac Ochoterena” y con motivo de la reyerta los estudiantes fueron reprimidos. Las vocacionales citadas fueron ocupadas por los granaderos el 24 de julio de 1968, lo que motivó el inicio de las protestas estudiantiles.
DOS MANIFESTACIONES fueron programadas para el 26 de julio del 68 con permiso del Departamento del Distrito Federal: una organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos que tenía por objeto protestar por la agresión de que fueron víctimas los estudiantes de las vocacionales y otra, cuyo fin era conmemorar el aniversario de la revolución cubana. Esta manifestación en conmemoración de la revolución cubana, fue organizada por un grupo de jóvenes controlados por el Partido Comunista Mexicano y cuyo punto de reunión para el evento era el Hemiciclo a Juárez, en la Alameda Central. Al avanzar la manifestación estudiantil y acercarse al Hemiciclo, un elevado número de estudiantes, se calcularon unos 5 mil, decidieron unirse al evento procubano, marchando juntos hasta el Zócalo.
AL PARECER VARIOS de los organizadores de la marcha intentaron evitar el avance hacia la Plaza de la Constitución al darse cuenta del gran despliegue policiaco que había en ese punto. Al día siguiente, 27 de julio, los estudiantes tomaron las preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM, como una manifestación de protesta ante los enfrentamientos ocurridos entre granaderos y estudiantes.
ANTE LA IMPOSIBILIDAD de los granaderos para contener a los estudiantes, se solicitó la intervención del Ejército y al amanecer del 30 de julio, una de las puertas de madera labrada de la Preparatoria 1 ubicada en el antiguo Colegio de San Ildefonso, fue destruida de un bazucazo por los militares, los que ocuparon también las preparatorias 2, 3 y 5 de la UNAM. Para entonces el movimiento estudiantil ya había rebasado a los estudiantes y el movimiento se había dado una organización propia: el Politécnico integró un Comité Coordinador de Huelga y se formaron brigadas, que para entonces sumaban más de 150.
AL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL se unieron la Coalición de Profesores de Enseñanza Media Superior y algunas Universidades particulares como la Iberoamericana, la del Valle de México y el Colegio de México. El movimiento estudiantil iba creciendo y se declararon en huelga las escuelas del IPN, de la UNAM, de Chapingo y varias Universidades en los estados de la República. Ante la magnitud del conflicto el Gobierno trató de dialogar con los representantes estudiantiles, sólo que lo hizo con la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos, órgano de control del IPN infiltrado por el Gobierno.
EL DÍA 27 DE SEPTIEMBRE se realiza un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, contigua a la unidad habitacional Tlatelolco, en donde el movimiento estudiantil contaba con simpatizantes; ahí se invita a otro mitin que se llevaría a efecto el dos de octubre de 1968 en ese mismo lugar a las cinco de la tarde.
EN EL MOVIMIENTO de los estudiantes se infiltraron intereses políticos nacionales que aprovecharon la oportunidad para repudiar la política gubernamental en materia económico, social y electoral. Además se aprovechó la situación para cuestionar añejos problemas con el sistema; también se infiltraron fuertes intereses extranjeros, que pretendían, finalmente, poner de rodillas al Gobierno de México que tenía el ineludible compromiso internacional de inaugurar en el mes de octubre los Juegos Olímpicos de México 68.
FINALMENTE, LO QUE había iniciado como un intrascendente pleito entre estudiantes de una preparatoria particular y dos vocacionales del IPN, terminó siendo un gran movimiento aprovechado y acrecentado por los múltiples intereses políticos y económicos de ese momento.
SON MUCHOS LOS QUE SE HAN pasado la mitad de su vida buscando al responsable directo de los muertos en Tlatelolco, olvidándose con toda mala fe, del discurso que pronunció el presidente Gustavo Díaz Ordaz ante el Congreso de la Unión, los embajadores, los invitados especiales, representantes de gobiernos extranjeros, ante las cámaras de televisión y de todas las estaciones de radio, cuando dijo, palabras más palabras menos: “Asumo mi responsabilidad política, moral, ética, jurídica e histórica de los acontecimientos del 2 de octubre, de los cuales soy único responsable como presidente de México”.
PERO LA REALIDAD que subyace bajo todo aquel abigarrado grupo de facciones políticas diluidas en el movimiento estudiantil, no era otra que la de boicotear los Juegos Olímpicos México 68. Con ese objetivo las facciones arrastraron al sacrificio a cientos de estudiantes valientes e idealistas.
FALTARÍA AHORA, juzgar además a los embaucadores de aquellos jóvenes estudiantes mexicanos.
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