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Muertos por el rock y las drogas

La heroína fue literalmente la culpable de la muerte de Janis Joplin.

La heroína fue literalmente la culpable de la muerte de Janis Joplin.

El Universal

Larga es la lista de músicosque ya pasaron a mejor vida.

“Más vale muerto para ser recordado en el rock, que vivo de quien nadie se acuerde”, reza una máxima, que aplica para muchos de los casos más célebres de rockeros que han decidido morir, con las guitarras puestas, para acabar tocando, la mayoría, en las puertas del infierno. Iniciemos el recuento.

La palabra se llama sobredosis y la favorita es “Doña Blanca”. La heroína, que ha sido la culpable de haberse cargado a Janis Joplin, que se metió en una sola dosis, veinte más que lo “normal” y a Dee Dee Ramone.

Una combinación de barbitúricos, hipnóticos, anfetas, antidepresivos, calmantes y somníferos, pueden hacerlo a uno despertar, indistintamente, en el cielo o en el infierno y, en una de esas, hasta en el purgatorio.

De eso supieron en carne propia: Tommy Bolin (de Deep Purple), Tim Buckely, Tim Hardin, Gregory Herbert (de Blood, Sweat and Tears), Frankie Lymon, Keith Moon, Gram Parsons, su Majestad Elvis Presley, Alan Wilson (de Canned Heat) y Sid Vicious y Steve Clark (de Def Leppard).

En el orden de las palizas, apuñalamientos y disparos, el rock ha perdido a Sam Cooke, King Curtis, Meredith Hunter, Al Jackson, Terry Kath, James “Sheep” Shepard; Tupac Shakur y John Lennon.

Uno de los últimos tiroteados y, por supuesto, muerto, fue Dimebang Darrel, ex guitarrista de Pantera. Sin embargo en eso que la Policía (¡y los fans!) llaman “Disparos dudosos”, dejó la vida Kurt Cobain, de Nirvana (muy probablemente asistido por Courtney Love).

El signo del zodiaco que, además es mortal enfermedad, aunado a otros padecimientos, achaques y sufrimientos acabaron cortando la vida de: Guitar Slim, Ivory Joe Hunter, Litle Willy John, Freddie King, Bob Marley, Ron “Pigpen” McKernad (de The Grateful Dead), Junior Parker, Minnie Riperton, Clarence White (de The Byrds) y Chuck Willis. Y no se diga del Sida que, entre dos de las muertes más famosa que ha cobrado está la de Klaus Nomi y la de Freddie Mercury.

Las más ‘extrañas’

La muerte debe considerarse, sobre todo en el rocanrol, como riesgo de accidente laboral. Por eso hay que tener mucho cuidado a la hora de conectar cosas, so pena de morir electrocutado y hacer que parezcan como villanas las guitarras eléctricas o los micrófonos.

Algunos muertos por descarga en vivo (y consecuente muerte en directo) fueron: Keith Relf (de los Yardbirds) y Les Harvey (de los Stone Crows).

Más discretos, pero igualmente muertos, por la vía del suicidio se han ido Johnny Ace, Ian Curtis (de Joy Divison), Pete Ham (de Badfinger), Donny Hathaway, Phio Ochs, y Paul Williams (de The Temptations).

Algunos de los cadáveres exquisitos del rock, han tenido a mal escoger su propia forma de morir, otros no.

Y mientras unos han querido morir de manera digna, otros han acabado de una forma que los ha matado doblemente: de manera real y de pena ajena.

Sin embargo, todos, de una u otra manera, acaban siendo recordados entre la seriedad del mortal asunto o con la sorna del caso.

Es triste que la gente se ahogue, pero que se ahogue en su propio vómito cambia la perspectiva de la muerte.

Eso le ha pasado a figuras del rock como Jimi Hendrix que, oficialmente, fue declarado muerto ahogado en su propio vómito (aunque luego se pudo comprobar que murió por asfixia en la camilla en que era trasladado al hospital; eso sí, iba cargado de barbitúricos, somníferos y alcohol).

También por vómito, luego de una noche de intoxicación etílica, se fueron Bon Scott, el cantante de AC/DC, y hasta un oso célebre: el baterista de Led Zeppelin, John Bonham, después de 40 vodkas dobles.

A toda velocidad

¿Qué da más caché… morirse en un accidente automovilístico, en un choque de moto o en un accidente aéreo?

Las opiniones se dividen, más no las muertes que experimentaron Jim Croce, Steve Gaynes (de Lynyrd Skynyrd), Buddy Holly, Otis Reading, J. P. Richardson (alias The Big Booper), Ritchie Valens, Ronnie Van Zant y Randy Rhodes… cuando el avión se les vino abajo.

Lo mismo en dos y cuatro ruedas, se fueron por la vía corta Duane Alman, Marc T. Rex Bolan, Eddie Cochran, Gene Vincent, Richard Fariña, Earl Grant, Johnny Horton, Berry Oakley (de los Allman Brothers) y Billy Stewart.

Asfixiados y ahogados (no en el alcohol) se fueron: Johnny Burnette, Bobby Fuller, y Brian Jones, éste último muy probablemente asistido por Mick Jagger que, dicen, le tenía envidia de la buena, en la temprana hora en que empezaron a rodar las piedras.

Y para finalizar, los que se pasaron de vivos para acabar muertos por arriesgar, literalmente, en la ruleta rusa, como Johnny Ace, luego de un concierto en el backstage, o Terry Kath, que antes de apretar el gatillo dijo: “No se preocupen, no está cargada”.

Y para que no digan que falta la aportación mexicana a este panteón, dos perlas mortuorias:

Rockdrigo González, que murió víctima del terremoto de 1985 al derrumbarse el edificio en que vivía en Tlatelolco, y antes que él, en tiempos del rocanrol, se fue Toño de La Villa, de los Locos del Ritmo, por culpa del cáncer.

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