A un mes de que Barack Obama llegara a la presidencia de Estados Unidos, y a pesar de que muchos veían su ascensión como una bocanada de aire fresco para aliviar la crisis financiera mundial, la economía de la unión americana no muestra signos de recuperación como se esperaban y, por el contrario, los temores de los inversionistas aumentan ante la posibilidad de que la recesión sea más profunda.
Y es que ni la firma del plan de estímulos económicos por 787 mil millones de dólares, ni el plan para detener las ejecuciones hipotecarias por 75 mil millones de dólares, han podido controlar el nerviosismo de los mercados bursátiles que van a la baja y que por tanto empeñan las expectativas positivas que se requieren para que las acciones del gobierno de EU funcionen.
Tan sólo ayer, el índice Dow Jones cerró la jornada en su peor nivel en más de seis años al caer 1.19% y ubicarse por debajo de las 7 mil 500 unidades, nivel no visto desde el 9 de octubre de 2002.
A esto se le suma que la Reserva Federal estadounidense revisó a la baja su pronóstico de crecimiento para este año y estimó que el Producto Interno Bruto (PIB) se contraería entre 0.5% y 1.3%; mientras que el desempleo podría ubicarse entre 8.5% y 8.8%, cifra muy por encima al actual nivel que se encuentra en 7.6%, la tasa más alta de los últimos 16 años.
El Banco Central anticipó que el desempleo seguirá "sustancialmente" superior a lo normal a finales de 2011, "incluso ante la ausencia de nuevas conmociones económicas".
Ayer jueves, los subsidios por desempleo se ubicaron en su tasa más alta de los últimos 27 años al alcanzar los 4.98 millones de personas que en la semana seguía cobrando la ayuda, mientras que el promedio de cuatro semanas de estadounidenses en paro subió en 92 mil 500 y llegó a 4.83 millones, también el nivel más alto desde 1982.
A esto hay que añadir que los propietarios de las armadoras General Motors y Chrysler presentaron al Departamento del Tesoro un plan de reestructuración que pasa por una petición combinada por más de 21 mil millones de dólares en apoyos federales, a fin de superar la crisis y evitar la quiebra de las firmas, además de una reducción de hasta 50 mil puestos de trabajo para este año.
La combinación de estos datos negativos sin duda alguna repercute en la economía mexicana afectando los principales sectores como la industria, con la caía de la construcción y la manufactura, así como en el automotriz, que se ven afectados por el menor consumo externo de la producción nacional.
Tanto para el Fondo Monetario Internacional (FMI) como para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) el panorama se vislumbra complejo al aceptar que 2009 "será un año difícil" tanto para países emergentes como para los accidentales y al reducir la previsión de crecimiento de la economía mundial a cero por ciento.
No obstante, coincidieron en que "si las políticas económica y financiera que proponen se ponen en marcha, el comienzo del arranque de la economía mundial deberá producirse a principios de 2010", enfatizó Dominique Strauss-Kahn, director general del FMI.