Durante el verano, los niños deben ingerir agua simple de forma constante y evitar las bebidas gaseosas o energizantes.
México, DF.
En esta época, son comunes los aumentos de trastornos como el famoso "golpe de calor" o insolación y la deshidratación. Es por eso que deben seguirse una serie de recomendaciones para ahuyentarlas y poner mayor cuidado en los niños, pues ellos son los más propensos a padecerlas.
"El organismo de un menor es mucho más susceptible a las deshidrataciones que el de un adulto debido a que presentan muy seguido diarreas y vómitos en los que pierden gran cantidad de líquidos y en las estaciones calurosas éstas incrementan", comentó el pediatra y neonatólogo, presidente del Comité Académico del Colegio de Pediatría del DF, Javier Sánchez Nava.
Para prevenir este padecimiento hay que ingerir agua de forma constante y adecuada, llevar una alimentación a base de productos hidratantes y evitar el contacto directo con los rayos del sol.
¡ALERTA! Para saber si un niño presenta deshidratación primero es importante destacar que existen tres niveles:
Leve: se detecta porque los pequeños tienen mucha sed, orinan poco y la pipí es de color amarillo fuerte y huele mal; además pueden presentar náuseas, vómito y diarrea.
En este caso es importante comenzar a hidratar al pequeño, haciendo que beba un vaso de 200 mililitros de líquido cada media hora, aproximadamente.
Moderada: el niño, además de los anteriores síntomas presenta calambres musculares, sudoración excesiva, sus ojos están hundidos y la mucosa oral está seca, presenta dificultad para respirar, problemas de circulación y pérdida de peso en cinco por ciento.
Es importante estar alerta a los síntomas, pues si las cosas se complican puede pasarse inmediatamente al siguiente nivel, lo que agravaría la situación. Lo mejor es darle generosas cantidades de soluciones hidrolíticas o "sueros" que se pueden encontrar en cualquier farmacia, pero también es indispensable acudir al médico.
Severa: los principales síntomas son convulsiones, fiebre, manos y pies morados, insuficiencia renal, excesiva pérdida de peso e incluso paros respiratorios que podrían provocar la muerte.
Por ello es mejor que en cuanto se detecte algunos de los síntomas de la primera y segunda etapa, se vaya inmediatamente con un especialista.
Para que tu hijo no presente deshidratación sigue al pie de la letra los siguientes tips.
SUFICIENTE LÍQUIDO Los niños deben beber mínimo de cinco a siete vasos de agua -de preferencia natural- diariamente. Aunque esto puede variar dependiendo el peso del pequeño, por lo que se recomienda calcular ingerir 100 mililitros por kilo.
Pero en el caso de que realice alguna actividad física, la cantidad de líquido debe aumentar, ya que por la sudoración se pierden electrolitos, sales y sodio que descompensan al organismo.
"Obviamente es mejor beber agua simple pero en el caso de que a los niños no les guste, se les puede dar de frutas naturales o jugos que deben consumirse de inmediato, pues después de 20 minutos de que se hacen pierden sus propiedades", agregó el experto.
Las bebidas gaseosas no son buenas para la salud debido a los altos contenidos de azúcares, que pueden provocar obesidad y problemas renales. Respecto a las bebidas energéticas, es mejor que no las consuman tan seguido pues existe la posibilidad de desarrollar una intoxicación hidroelectrolítica (trastorno que se manifiesta con convulsiones y desmayos).
"Las madres deben saber que es mentira que estas bebidas hidratantes, como se conocen en el mercado, nutren a los menores y por eso deben consumirlas diariamente. No está mal que las beban de vez en cuando, por ejemplo, después de una rutina fuerte de ejercicio, pero en exceso podría causarles serios problemas", dice Sánchez.
FRESCA ALIMENTACIÓN La mejor dieta para el calor es aquélla que mantiene al organismo del pequeño hidratado, limpio y nutrido.
"Al sudar se eliminan vitaminas y minerales que tienen que ser reemplazadas por alimentos ligeros de poco volumen como frutas y verduras", puntualizó nuestro entrevistado.
Las ensaladas con verduras crudas son la mejor opción, también los alimentos líquidos como las sopas y los caldos.
De preferencia se deben ingerir frutas jugosas como la sandía, el melón, la naranja, la mandarina, la toronja y la piña, y evitar las secas como el plátano y la manzana.
Las verduras más benéficas son el chayote, la jícama y la lechuga. Durante la comida deben beberse de dos a tres vasos de agua.
LEJOS DEL SOL "De acuerdo con la Academia Mexicana de Dermatología, de diez de la mañana a tres de la tarde el sol cae más directo en la Tierra, por ello es preferible que en este lapso se mantenga a los menores en espacios cerrados y ventilados", aconseja Sánchez.
En el caso de que tengan que realizar alguna actividad física al aire libre dentro de este horario, es mejor moverla más tarde.
De no hacerlo, las consecuencias pueden ir desde la deshidratación de primer grado hasta un golpe de calor que trae consigo vómitos, mareos y convulsiones y la posibilidad de desarrollar cáncer de piel.