Imparable. El lagunero no deja de trabajar; actualmente presenta la obra Pájaro Negro, y además produce y dirige el montaje Arpías.
MÉXICO, DF.- Hace casi 10 años que Humberto Zurita es director de teatro. Cuando debutó con Severa Vigilancia, muchos le dijeron que los protagonistas, Armando Araiza y Guillermo García Cantú, eran como sus clones.
Vamos. De alguna manera le estaban diciendo que como director moldeaba a su elenco y podía estar creando una escuela. Esa vez, Humberto sólo sonrió. No hizo caso a lo que se decía y siguió con su carrera. Y lo ha hecho bien.
Ha sido responsable en los éxitos teatrales Dulce Caridad, El Beso de la Mujer Araña y El Protagonista, todos ellos alabados por la crítica.
Al menos esta semana se estrenan dos obras bajo su dirección: La primera, Pájaro Negro, en la que también actúa al lado de Ana Serradilla. Es la historia de una pareja que tuvo un apasionado romance años antes.
La segunda es Las Arpías, en la cual tiene a su mando a ocho actrices, entre ellas a las consagradas Magda Guzmán, Patricia Reyes Spíndola y Ofelia Medina. Todos los personajes intentan descubrir al asesino hombre, para lo cual todas tenían el pretexto perfecto.
→ ¿Tienes miedo o deseo de que se te diga que eres un maestro de actores en teatro?
¡Maestro, no! Cuando fue lo de Severa Vigilancia me decían que Armando y Guillermo eran mis clones y pues claro que no. Tengo un estilo de dirigir y un estilo particular de actuar.
"Soy un apasionado de esto y a lo mejor eso hace fácil generar una escuela, pero de ahí a que me digan que hay actores con tendencias mías, zuritianas, pues no.
→ Pero ser maestro es una aureola de respeto, es algo humano aspirar a eso...
(Risas) ¡No tengo la pedagogía! Tengo la paciencia de entrenar a un actor para que haga lo que quiero y me siento con la capacidad, la cultura, para enfrentarme a Magda Guzmán, a Ofelia Medina, la misma Niurka.
"Me da gusto poder conciliar con ellas, trabajar en una unidad de estilo, de un tono, de un género, de Diderot, del realismo. El ser maestro sé que tiene que ver con la edad y la tengo, pero me gustaría hacerme sabio antes de ser viejo.
→ Pájaro Negro inicia con Blackbird de Los Beatles, ¿qué representa este grupo para ti?
Son mi época, vengo de allá y para mí Lennon y Harrison son dos iconos importantes, particularmente el primero. Imagine es una canción que me encanta, lo que hicieron por nuestras generaciones, luchar por la paz en Vietnam, para mí significa mucho. La obra no tiene nada que ver con la canción, pero decidimos que fuera nuestro himno.
→ Decía Lennon que lo único que necesitaba el mundo era amor, ¿pero en Pájaro Negro no hay mucho amor?
Lo que ocurre en ella es el abuso del poder sexual sobre el amor y la inocencia. Es la entrega de una niña con un amor confundido.
"Mi personaje pudo haber ubicado a la niña, decirle que el amor tiene diferentes colores, matices, no lo que cree sólo por admiración. Puede decirse que es un amor prohibido, perverso, torcido, pero finalmente es amor, porque ella en verdad está enamorada de él.
→ ¿Cómo manejar al mismo tiempo dos obras con tonos distintos?
Para mí es fácil. Pájaro Negro es una pieza como género y con Arpías se trata de una comedia de suspenso, es un thriller. Y así las ubico.
"A mí lo que me interesa es la parte humana del negocio antes del evento, de la alquimia con el actor, de convertir textos, palabras, en sentimientos y emociones. Me hago amigo de ellos y los trato de entender, porque cada uno tiene sus propias necesidades o problemas personales. Busco cómo construyen mejor al personaje.
"En Arpías, por ejemplo, estoy con tres actrices, pero al mismo tiempo veo a las otras, porque llegan a perder el personaje porque ya se aburrieron o porque piensan que no les hago caso. Entonces me les acerco al oído y les digo algo, así se dan cuenta que estoy en todo.
"En Pájaro Negro todo es más fácil, solamente somos dos actores, es más controlado en ese sentido".