Aunque, en efecto, el gobierno baraja la alternativa de crear un nuevo órgano desconcentrado en sustitución de Luz y Fuerza del Centro, la posibilidad es prácticamente nula, dado el peligro de abrir una nueva coyuntura a la resistencia del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Éste se colgaría de las nuevas siglas para plantear la figura de patrón sustituto, reclamándose la vigencia de la representación y, naturalmente, la continuidad del contrato colectivo de trabajo. De ahí que el punto fino, el eje de la lucha, sea impedir que los trabajadores se aferren a la oferta de liquidación que plantea el gobierno, en la apuesta de que la mitad más uno de los 44 mil 500 activos significaría la liquidación de la relación laboral.
Y si bien el reclamo podría darse también de cara al Sistema de Administración y Enajenación de Bienes Públicos (SAE), la posibilidad jurídica se vuelve más confusa, dada la naturaleza de la instancia como ente liquidador.
Puede usted apostar, así, en que al final del día el suministro de energía eléctrica al centro del país lo mantendrá la Comisión Federal de Electricidad
De hecho, la semana próxima la empresa pública iniciará labores de cobranza, atención de quejas, comercialización, conexión de nuevos clientes
Aunque hasta hoy el problema se les ha salido de las manos, dada la forma burda de encararlo, desde un ángulo aprovechando un conflicto electoral interno y desde otro simulando que se recogen los reclamos del sindicato, a sabiendas que tres días después se desaparecería al patrón, el esfuerzo del gobierno se centra en evitar que el problema se desborde por la vía de la politización.
De mantenerse la ruta se le colocaría en el callejón, en la exigencia de emplear tabla rasa con otros sindicatos a los que les queda hasta grande la camisa en la que se enfundó a los electricistas. Ahí están, para no ir lejos, el de Trabajadores de Educación y el de Petroleros de la República Mexicana. El primero recibe transferencias anuales por 30 mil millones de pesos, según ello para tareas de capacitación al magisterio, con la novedad de que los alumnos reprueban todas las evaluaciones internacionales. El segundo mantiene una barrera para impedir que se le asignen funciones distintas a 10 mil trabajadores con etiqueta de marineros que permanecen ociosos desde la reducción al mínimo de la flota de Petróleos Mexicanos.
Y si hablamos de contratos colectivos onerosos, ahí está el del Instituto Mexicano del Seguro Social. Y si hablamos de prestaciones exageradas, ahí están las de los bancos de desarrollo.
El caso es que el gobierno dejó correr una y otra coyunturas para cerrar el capítulo por la vía estricta de su escenario económico.
Al último que se le había dado la encomienda fue Luis de Pablo, quien le pusiera el punto final a los directores generales de Ferrocarriles Nacionales de México bajo su etiqueta de empresa pública, cuya venta se dio sin traumatismos laborales.
Luz y Fuerza era financiera y técnicamente inviable, colocando en grave riesgo a una zona del país que genera 35% del Producto Interno Bruto. De hecho, la precariedad con que operaba la paraestatal colocaba en jaque la seguridad nacional, en un escenario que la alternativa de llegar a acuerdos para promover la productividad se estrelló en la resistencia tenaz del Sindicato Mexicano de Electricistas.
El problema, sin embargo, es que el gobierno desaprovechó la rendija de la toma de nota para sentar al sindicato, ahora sí, a un diálogo serio de cara al país.
Pónganse de acuerdo en quién asume el liderazgo, y planteamos juntos las salidas para hacer viable a la empresa.
Y aunque la apuesta habla de desinflarse la resistencia a medida en que se acepten las liquidaciones, hay que recordar que los trabajadores de Ruta 100, 12 años después de recibir su liquidación, siguen en las calles reclamando su fuente de trabajo.
El hecho es que el domingo pasado el presidente Felipe Calderón prometió que no habría despidos
Se diría que el engaño reunificó al sindicato.
El caso es que si antes éste gritaba en las calles: "¡Aquí se ve / la fuerza del SME!", ahora habla de solución o revolución.
El peligro, pues, está latente: un problema de estricto corte económico volcado en un foco más de tensión social.
En la reunión de su pleno del viernes pasado, previa a la llegada del subsecretario de Ingresos de Hacienda, Dionisio Meade, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) fijó su posición definitiva en torno al paquete económico planteado por el Gobierno.
El escenario habla de aceptar la posibilidad del IVA disfrazado a tasa de 2% aplicado a todas las mercancías a tabla rasa, es decir incluidas medicinas, alimentos y libros; no objetar el incremento de 2% a la tasa del Impuesto sobre la Renta, a contrapelo de la promesa de bajarla
Bajo el esquema previsto, la posibilidad de impuestos diferidos sólo privaría para 40% del crédito fiscal obtenido, es decir se tendrá que pagar de golpe 60%.
Ahora que la cúpula de cúpulas plantea, además, que se rasquen con sus propias uñas las empresas que resultaran afectadas por el aumento al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), es decir, cerveceras, tabacaleras, de telecomunicaciones, vitivinícolas, y de casas de juegos y sorteos.
TELEVISA, MANO Inclinada la balanza a la aparición de la portabilidad, es decir la posibilidad de cambiar de proveedor de telefonía sin alterar el número, hacia Teléfonos de México, tras la aparición de la oferta de triple play de Televisa, el escenario ha cambiado de manera radical.
Durante el tercer trimestre del año las filiales de la firma de Emilio Azcárraga: Cablevisión, Cablemás y demás etcéteras, generaron 24 mil 586 clientes, 31.4% más que en el segundo trimestre, en tanto Telmex perdió 48 mil 929.
OCHENTA AÑOS Quien está cumpliendo 80 años de presencia en México es la firma fabricante de pinturas Sherwin Williams, encabezada por Heverton Santos.
La empresa fundada en 1866 por Henry Sherwin y Edward Williams en Cleveland, Ohio, llegó a México en 1929, en un escenario de expansión que preveía cubrir la tierra con su producto.
Actualmente la compañía cuenta con cinco plantas en el país y tres macrocentros de distribución instalados en la capital, Guadalajara y Hermosillo. Su planta laboral alcanza mil 500 plazas. La participación en el mercado de la compañía alcanza 11.7%, tras adquirir a la empresa Excelso y crear otra marca denominada Flex.
