El Hijo del Santo, heredero del considerado 'Dios de la lucha libre en México', causó furor y tremenda algarabía, durante una firma de autógrafos que ofreció hoy aquí en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). (El Univrsal)
En medio de todo el tumulto, un diablito rojo cargado de libros esperaba a su dueño. El hombre de unos 35 años hacía lo imposible por obtener, con la cámara de su teléfono, el mejor ángulo de El Hijo del Santo; aunque estaba a unos metros de su objetivo el tiempo apremiaba y debía seguir su camino, conformarse con algunas instantáneas del famoso “Enmascarado de plata”.
Ese hombre de playera roja que logró salir de entre la multitud de jóvenes que querían ver al luchador, no se enteró siquiera -como tampoco lo hicieron todos los muchachos- que unos minutos más tarde, todavía con el Hijo del Santo montado en el templete, llegaba el escritor peruano Mario Vargas Llosa para hacer un recorrido por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
El hijo de Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como El Santo, cruzó sin problema el área internacional donde estuvo casi una hora autografiando libros en el módulo de firmas de autores que ha instalado por vez primera la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; pues además de luchador es autor, junto con Cristina Pineda, del cómic de aventuras El hijo del Santo y Xico en el Inframundo, que le regalaron a Vargas Llosa.
Los gritos de sus admiradores, muchos de ellos con uniforme escolar, volvieron complicada la entrevista que la conductora de Notisistemas le hacía al luchador, quien no dejaba de saludar a diestra y siniestra. Los que “pasaban las de Caín” eran los de seguridad, que trataban de contener la turba arremolinada en torno a la estrella del cuadrilátero.
Al Hijo del Santo también lo vio Emilio González Márquez, el gobernador de Jalisco, quien se dio una vuelta por la feria a la misma hora y que movilizó a los policías para resguardar la entrada antes de estacionar las tres camionetas oscuras en las que llegó el funcionario.
Sonrió al ver de lejos al luchador, incluso hizo intentos de pararse, pero prefirió librar a los cientos de muchachos que se mantenían fieles a llevarse una foto del “Enmascarado de plata”; nada podían los vendedores de Grupo Santillana, quienes pedían entre gritos: “¡Avancen, no se queden parados. Circulen!”
En esas estaba la cosa, cuando apareció Vargas Llosa, quien cruzó a unos pasos del gobernador sin que éste se diera cuenta que el caballero vestido de saco azul y camisa a rallas, de cabello platinado y elegante andar, era el escritor que ha concentrado todas las miradas de la FIL durante los dos últimos días.
Los ojos estaban puesto en El Hijo del Santo incluso la veintena de muchachos disfrazados del Conde Drácula que trabajan para Random House Mondadori promocionando con su atuendo la reciente novela de Dacre Stoker, el sobrino biznieto de Bram Stoker, quien ha escrito Drácula, el no muerto, sacaron su teléfono celular de entre la capa negra para fotografiar al luchador.
Justo vampiros fue lo que más halló Mario Vargas Llosa y su esposa Patricia, al recorrer la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Mientras caminaban por el stand de Grupo Santillana, acompañados por Carlos Ramírez, directivo del grupo que ha publicado casi la totalidad de sus obras, el escritor miró los cuatro libros de la saga de Crepúsculo y nuevos títulos como Nocturna, de Guillermo del Toro; La Huésped, de Stephanie Meyer, autora de Crepúsculo y Goshtgirl, de Tonya Hurley.
Ante la gran cantidad de libros protagonizados por vampiros que Vargas Llosa también halló en Editorial Planeta, grupo que ha publicado otros de sus libros, entre ellos Mario Vargas Llosa. La libertad y la vida que hoy presenta aquí, solo atinó a decir: “Me da gusto que los jóvenes lean aunque sean libros de vampiros”.
El escritor visitó también Ediciones Era y platicó con Marcelo Uribe, quien mandó a poner un cintillo rojo muy grande que dice: “Premio Cervantes 2009” en una esquina de la pared donde promociona las obras publicadas de José Emilio Pacheco. El escritor también se dio su vuelta por el stand de la UNAM y por Artes de México, la empresa que dirige Alberto Ruy Sánchez, quien le regaló el libro Elogio de la mosca.
Caballero de antaño, Mario Vargas Llosa no paraba de firmar libros y de sonreír ante quien le pedía posar para una foto. La gente lo identificó en Santillana y Planeta, cogían uno de sus libros, le quitaban el plástico y pedían su firma aunque todavía no hubieran pagado el ejemplar. Eso era lo de menos.
Así firmó decenas de ejemplares, algunos de “Las travesuras de la niña mala”, de “Conversación en la catedral”, de “Pantaleón y las visitadoras” y “Las guerras de este mundo”, pero él que más llamó su atención fue una edición de 1965 de “Seix Barral de La casa verde”, que le dio a firmar Mario, su tocayo. A alguien que le solicitó un autógrafo en un papel le dijo: “Te pongo mi firma y tu le pones para quien es”.
El escritor peruano, quien anoche, en el Instituto Cultural Cabañas inauguró su exposición Mario Vargas Llosa. La libertad y la vida, presentó su nuevo libro “El viaje a la ficción. Homenaje a Juan Carlos Onetti” en el mismo auditorio donde Cristina Rivera-Garza recibió la noche del miércoles el Premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela La muerte me da.
La narradora que recibe por segunda ocasión este galardón habló de la escritura y dijo que no hay una sola literatura de mujeres, sino muchas literaturas escritas por distintos tipos de escritoras.
