Muchos piensan que la literatura no sirve para nada. Yo creo que el futbol tampoco sirve y sin embargo cuando hay un buen partido me dispongo a verlo intentando gozarlo, preguntando para salir de mis dudas a los que saben sobre los aciertos de los jugadores. El fut para mi es una diversión y no pasa nada: claro si ignoro todo el montonal de dinero que se mueve por detrás, ha de ser por eso que un chamaco futbolista gana lo que gana y por lo mismo hay muchos jóvenes que intentan colocarse en uno de los equipos de primera división para llegar a conquistar fama y fortuna.
La literatura también es un vehículo de diversión para unos pocos, no para las multitudes como en el futbol. También a algunos hace millonarios, sobre todo si llegan a ganar el premio Nobel o tienen la suerte de contar con una editorial que crea en ellos. Hay escritores, no muy buenos, que dan con el tema y llegan a ser populares aunque todo mundo los critique. En el futbol, creo que no hay espacio para los mediocres; esos acaban de comentaristas en algún canal local o en los periódicos desde donde habrán de roer su conformismo.
En la literatura es curioso, los no muy buenos llegan a posesionarse mejor que aquellos que profundizan en dominar todos los vericuetos para escribir bien una obra. Los caminos para obtener fama y fortuna a veces son los imprevistos.
Pero por lo general, tanto en la literatura como en el futbol, el mundo está lleno de ilusos. En el arte por lo menos se convierten en lectores e intentan enterarse de las últimas novedades. Los que quedan rezagados del futbol y no llegan a cronista en los medios, se pueden convertir en aficionados, tener su lugar apartado en el estadio o convertirse en un fanático. Todo por el futbol.
También en el mundo de la literatura hay fanáticos que dan todo por la literatura y muchos lo demuestras logrando reunir una extensa biblioteca aunque muchas veces no le alcance la vida para leer todos los libros acumulados.
Hay coleccionistas de todo; si lo hay de campanitas, o de ceniceros, o de cucharitas, porque habría de ser raro coleccionar libros. Habrá algunos aficionados al futbol que coleccionen camisetas, shorts, zapatos, banderines, cachuchas, y como no pueden coleccionar jugadores, por lo menos llenan álbumes con sus fotografías.
El aficionado a la literatura es más difícil que coleccione fotos de los autores, porque no es sencillo conseguir sus imágenes. Como que el mercado no es tan amplio y no se que tan confiable sería que te presenten una imagen de Esquilo y que en realidad no sea Esquilo, o de Safo.
Bueno, pero los pasatiempos son para eso, para pasar el tiempo, y hasta aquí tanto uno como el otro van demostrando que pueden prestarse para esa utilidad y algunas veces hasta se gana dinero.
Más la pregunta sigue vigente: ¿Para qué sirve el fut y para qué sirve la literatura?, pasatiempo, negocio, oficio, nada más eso.
Acepto que alguien, a esta altura del artículo se pregunte: que finalidad tiene el tema, podría considerarse una discusión sin sentido. Pues si, pero es que cuando me dije de que voy a escribir se me presentaron otras opciones, por ejemplo el ridículo de nuestro poder judicial que hace mucho circo para encerrar a alguien para después pedirle disculpas por haberle apresado. O por los ríos revueltos de nuestra política y de nuestros políticos; o sea, los malandrines no solamente son aquellos que tienen en jaque al país sino también estos que se supone hemos elegido para que dirijan los destinos nacionales a buen puerto. ¿Buen puerto con estos exgobernadores?
Si uno se pregunta de las eficiencias de las instituciones y al encontrarlos tan deficientes entonces comenzamos a dirigir la vista hacia otra parte. Si queremos ser muy conscientes de nuestra realidad tanta estúpida declaración te acaba: de que si comes con seis mil pesos, de que si ahora estamos mejor que antes, de que si yo soy el bueno y ellos los malos, de que si los atrapo y los suelto, de que si esto y lo otro.
Yo como no veo claro en el horizonte, y para dejar de pensar que el político es un vago oportunista que quiere ganar un buen billete de manera cómoda y sencilla sin ser responsable de sus actos, a menos que otro político enemigo lo encarcele por desquite, y esas cosas; prefiero huir, no darme cuenta de que mis esperanzas no tienen ningún fundamento.
Huir, ¿por dónde huir? Para eso sirve el futbol y la literatura, para huir. Nos da materia en que pensar, tema de conversación, cosas para discutir. A cada nuevo autor, a cada nuevo partido, hay hebra de donde jalarle, que si el doping o no doping, y luego cual es la carne que estamos comiendo y esas cosas. Así nos alejamos de la vida nacional, vemos novelesco la silla del águila de Carlos Fuentes.
No sé, la literatura es una reflexión sobre la realidad, supongo que el futbol reflexionara sobre la realidad deportiva nacional. Por lo menos tenemos estadios que lo soporten. La literatura tiene sus librerías con más o menos surtido. Para que desear más, podríamos decir que nos pueden surtir los necesarios para leer en nuestra vida; y conste que no me refiero al promedio de lectura nacional de un libro por año, no pienso en un libro por semana. En las bibliotecas públicas o en las librerías los hay.
Pues si la opción sería ir el domingo al futbol y entre semana leer, así escapamos de los avatares de la vida nacional. Por lo menos para eso sirve la literatura y el futbol.