"AL MAESTRO... SIN CARIÑO"
La semana pasada expusimos varios ejemplos de cómo la violencia ha amenazado a los docentes o maestros. En china, hace más de 5,000 años ya se hablaba de la rebeldía de los jóvenes (por lo cual se promovían las escuelas donde enseñaban a barrer, pues esto les enseñaba humildad a los jóvenes) y esto desde luego ha existido en todas las épocas de la humanidad, pero hoy en día el problema se ha vuelto más serio debido principalmente a la "llamada descomposición del tejido social" y con ello nos estamos refiriendo a la gran crisis de valores que estamos sufriendo y que afecta a todas partes del mundo y desde luego en nuestro país, quizás derivado en gran medida a los medios masivos de comunicación tales como la televisión y desde luego la internet donde muchas de las veces se enseñan antivalores que en nada dignifican la conducta del ser humano principalmente a nuestros niños y jóvenes.
Anteriormente los educadores eran vistos con gran respeto al igual que los sacerdotes, médicos y autoridades municipales, hoy en día prácticamente esto ya no existe pues desgraciadamente algunos de ellos (afortunadamente muy pocos) se han visto involucrados en conductas inapropiadas que manchan el prestigio de los muchos que sí cumplen con su labor como es debido.
Por otro lado cuando fuimos jóvenes (y es parte de la conducta inherente) nos gustaba retar a la autoridad, independientemente de si fuera un maestro o inclusive a nuestros propios padres, pero siempre existía un catalizador (casi siempre basado en los principios morales) que ponía freno a cualquier insubordinación de nuestra parte.
Hoy en día las cosas han cambiado mucho, pues en aras de los "derechos humanos" muchos individuos no importando la edad han hecho uso de ese "derecho", importándoles poco pasar sobre quien sea con tal de lograr su propósito personal, pero sin pensar en los demás y sobre todo se les olvida que para tener un derecho existen obligaciones de las que casi nunca, o nunca se habla, que van inherentes a poder disfrutar de ese derecho, o como decían nuestros abuelos, se nos olvida que hay que sufrir para merecer.
En el caso del "derecho" a la educación, o a la salud, como lo marca nuestra Constitución, los gobiernos pregonan a voz en cuello, que nadie debe de quedar sin disfrutar de ellas, lo cual no está mal pero, como ya lo señalábamos antes, no indican cuáles son los requisitos que se deben de reunir para poder disfrutar de esos derechos. Y hablando de "educación", ésta se define como un proceso de socialización pero que implica una concientización conductual, es decir, que cualquier persona humana debe de apegarse a las normas y los valores para poder recibir ese derecho. A mi entender la escuela no debe ser un simple edificio donde vas a instruirte en materias como la geografía o las matemáticas, sino ser (sobre todo en el caso de las primarias) instituciones formadoras de hombres útiles a la sociedad, basados en la disciplina y el respeto mutuo. Esto en la actualidad no es comprendido por muchos padres y madres de familia, quienes ven en el maestro de escuela un simple ya no sirviente, sino esclavo que debe adaptarse a sus propios caprichos o a los de sus "adorables" niños, y utilizar al docente, maestro o maestra, como un simple trapeador o peor aún, un tapete que pueden pisotear y pasar sobre él las veces que quieran o les dé su gana, basados en sus "derechos" y hasta "alentados" por la política de muchos gobiernos a defender ese derecho pero sin tomar en cuenta sus obligaciones hacia las instituciones y desde luego a los docentes, que a final de cuentas son los que trabajan con sus niños y muchas veces terminan pagando los platos rotos. Lo más grave del asunto es que muchos niños "problema" o con conductas inadecuadas provienen de hogares totalmente disfuncionales, donde se vive en medio de un ambiente de total falta de respeto entre los miembros de la misma familia y en muchas ocasiones agravados por el consumo del alcohol o peor aún, las drogas. Entonces, ¿qué podemos esperar de semejante ambiente familiar? Pues que la ira y la frustración de muchos niños se vean reflejadas en la escuela de manera violenta. Desgraciadamente a nuestros gobiernos les importa muy poco las dificultades a que se enfrentan muchos trabajadores de la educación, prefieren hacerle caso a los muchas veces reclamos injustos de la gente, no importándoles la trayectoria de muchos buenos docentes, los cuales sí son "sacrificables" y son removidos de sus plazas o dados de baja para que mamá "doña furia" esté contenta y ya no siga convocando a los medios de comunicación e incitando a las demás madres de familia a seguir una "protesta" en contra del "mal maestro (a)" que se atrevió a ofender o llamarle la atención a su majestad (¡perdón!, a su niño) porque casi le saca el ojo a otro compañerito de clase.
Pero ¿cuáles podrían ser algunas de las soluciones ante este grave problema de abuso hacia los docentes?
Primera.- Que a los padres de familia se les haga saber que si su niño es aceptado en "x" o "y" escuela deberá apegarse a las normas de conducta establecidas y apropiadas para el buen funcionamiento de la institución y en beneficio de todos los que ahí asisten y trabajan.
Segunda.- Que las autoridades de gobierno y educativas no dejen solos a los maestros con la problemática que implica atender a niños "problema" y no hacerse de la vista gorda en estas situaciones, y sí, citar a los padres de familia de estos menores a un consejo educativo donde se les realice un diagnóstico psicológico y social para determinar el porqué de la conducta del pequeño, pues en realidad el niño es una víctima más del entorno familiar en que se desenvuelve y si la estructura de la familia en cuestión está deteriorada pues ¿qué podemos esperar de estos menores?
Tercera.- Que estos niños y sus padres sean canalizados a instituciones especializadas en el manejo de la conducta familiar con el compromiso por parte del gobierno de hacer todo lo posible para dar terapia adecuada a esas familias disfuncionales, lo cual no es fácil de hacer, pero por algo tenemos que empezar si queremos de veras cambiar la actual situación por la que atraviesa nuestra sociedad.
Cuarta.- Ya que los alumnos aprenden de sus propios padres a faltarle al respeto a sus maestros, pues que los señores legisladores se pongan a trabajar en la expedición de leyes que penalicen estas conductas y sean los padres los que tengan que pagar las consecuencias de las conductas de sus hijos pues, volvemos a insistir, el niño es una víctima más de su entorno familiar y el expulsarlo de una o varias escuelas no es el remedio.
Podríamos ocupar el espacio total de todo este periódico hablando del tema y no acabaríamos, pero espero que esto que exponemos sirva en algo a la solución de uno de los tantos problemas que enfrentamos hoy en día.
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