Cada quién mide la pobreza como le conviene. Hay un discurso recurrente que insiste que México es un país de clases medias. Y en muchos sentidos lo es. Por otro lado, las mediciones oficiales nos dicen que la pobreza en México no sólo no ha disminuido, sino que, producto de la crisis de 2008 y 2009 hay casi dos millones más de pobres en el país.
Si nos preguntan, los mexicanos tendemos a contestar que somos de clase media. De acuerdo a un estudio reciente ante la pregunta ¿usted se considera rico, clase media o pobre? El 81 por ciento contestó clase media, es decir sólo el 19 por ciento se consideró pobre o rico.
Como en este país hasta los ricos tienen un extraño desprecio por los ricos, nadie se considera sí mismo rico, por lo que podemos presumir que todos los del 19 por ciento restante se considera pobre.
De acuerdo a las cifras oficiales dadas a conocer ayer en México el 46.2 por ciento de los mexicanos es pobre aunque casi la mitad de ellos no lo consideren así. Parte de la explicación a este fenómeno está en el egocentrismo. Como todos conocemos a alguien más rico y a alguien más pobre consideramos que la clase media empieza y termina con nosotros: los de arriba son los ricos y los de abajo pobres, lo cual hace evidente la falta de una clase media consolidada en términos de sus propia noción. Somos pues un país de ricos y pobres vergonzantes y una clase media que no tiene claro qué es eso.
Pero el asunto medular tiene que ver con la incapacidad del sistema para reducir la pobreza. De 1988 que se instauró la política social llamada "solidaridad" a la fecha los programas se han afinado, han cambiado de nombre, pero el principio sigue siendo el mismo: actuar de manera directa sobre los padrones de pobres para reducir los déficit que marcan el círculo vicioso de la pobreza: alimentación, salud y educación.
Una generación completa ha pasado sin que existan cambios sustantivos. El número de pobres extremos o alimentarios (aquellos a los que el ingreso no les alcanza ni para comer bien) siguen siendo los mismos diez millones desde hace 20 años, y el porcentaje de mexicanos en la pobreza tienen rangos de variación mínimos.
Los programas de vivienda aplicados por Fox y Calderón han permitido el fortalecimiento de la clase media: hay más personas con casa propia y más personas sujetas de crédito, lo que permite una estabilidad y sobre todo una formación de patrimonio que antes era impensable. En ese sentido podemos decir que hay una clase media más fuerte, o más estable, pero en lo referente a la pobreza seguimos estancados.
No es pues un tema de políticas sociales sino de un sistema económico excluyente. Para participar de la economía de mercado primero hay que ser mercado, y en México 46 por ciento no lo son.