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MÉXICO, DF.- Su llegada al escenario teatral fue distinta. El caminar garbo y altivo que distinguió al dramaturgo mexicano Hugo Argüelles quedó en la memoria. Esta vez se le honró cuando, el jueves, la urna que contenía sus cenizas llegó al Foro Cultural Coyoacanense que lleva su nombre.
Amigos, colegas, estudiantes y seguidores lo aguardaban. Era el primer homenaje póstumo al veracruzano, quien falleció el pasado miércoles 24, a los 71 años, víctima de cáncer.
Aplausos, porras y risas dedicadas a quien es considerado el maestro del humor negro en el teatro y la cinematografía de México.
Por el otro lado tristeza, abrazos de consolación y lágrimas por la partida del creador de obras como Doña Macabra y Las Pirañas Aman en Cuaresma.
A pesar del duelo, la emoción y el humor embargaron a los asistentes, pues la voz e imagen de Argüelles acudieron a esta inesperada cita gracias a la tecnología, con la proyección de un video testimonial donde el autor habla sobre su vida y obra.
Allí estuvieron, entre otros, el escritor Rafael Ramírez Heredia, Enrique Singer, coordinador nacional de Teatro, y Cristina Michaus, quien interpretara a “Piedad” en el montaje Los Cuervos Están de Luto.
La velada fue un largo viaje al lugar más íntimo de Argüelles: su casa, un lugar muy singular lleno de pinturas, diplomas y fotografías, así como artesanías y cientos de objetos que el artista coleccionó.
El último deseo del dramaturgo fue que su casa se convirtiera en museo, dijo su hermano Guillermo, quien explicó que en unos días se leerá el testamento para saber las condiciones establecidas por Argüelles.
Al respecto, la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) también está dispuesta a gestionar con las autoridades correspondientes para dar forma al recinto, que llevará el nombre del dramaturgo y que contendrá todas sus pertenencias y su enorme biblioteca.
El momento más significativo de la noche ocurrió cuando el actor Germán Robles describió a su compadre mientras se le hacía un nudo en su garganta: “Fue el hombre, el escritor que jugó con la muerte, que se rió de ella, que la enfrentó. El hombre que supo hacer de la muerte su medio de vida, su medio de expresión. Hugo: orgulloso, fantochón, presumido, ceja arriba y definitivo en todos sus conceptos, porque todo lo decía como tiene que ser, sin poner duda en nada. Definitivo, total, absoluto en su vida, en su obra y hasta en su muerte”.
Después de que tres actores se encargaron de leer algunos fragmentos de Los Cuervos Están de Luto, El Cocodrilo Solitario del Panteón Rococó y Concierto para Guillotina y Cuarenta Cabezas, Robles tomó la urna y acompañado de un alud de aplausos la trasladó al busto dedicado a Argüelles colocado a la entrada del teatro.
Luego, las luces comenzaron a apagarse mientras el telón de la vida del dramaturgo se cerraba por última vez.
Las cenizas del dramaturgo se arrojarán al mar en Veracruz, como fue también su deseo.
En enero próximo se planeará un homenaje en el Palacio de Bellas Artes. Guillermina Ochoa, directora de Difusión del Instituto Nacional de Bellas Artes, informó que apenas se verá en qué consistiría el acto, pues todavía no se tiene nada concreto. Han recibido propuestas pero todavía falta hablar con la familia y convocar a los interesados en participar.
Un tronco sólido del teatro
La palabra de Argüelles en la historia del Teatro mexicano es, en definitiva, un tronco muy sólido, a partir del cual ha habido ramificaciones muy importantes, que son sus alumnos, afirmó la dramaturga Ximena Escalante.
Consternada por la pérdida del que en vida fue su maestro y amigo, Escalante precisó que cuando ella contaba con 17 años tomó con Hugo Argüelles su primer taller de dramaturgia y la enseñanza de él fue definitiva.
“Fui su alumna cuando él tenía un pequeño taller en su casa con Luis Eduardo Reyes, Jaime Rentería, Sabina Bergman, éramos un grupo muy reducido, con tres o cuatro mesitas que él tenía alrededor, y luego nos íbamos todos a cenar al VIPS cerca de su casa”, recordó en entrevista con Notimex. Para la autora de la obra Fedra y las Otras Griegas, la enseñanza de Argüelles, en el ámbito de la literatura y de la vida es fundamental, “lo recuerdo muy bien y a lo largo de mis obras, en mi trabajo, está muy presente su pensamiento del teatro”.
Escalante relató que durante muchos años estuvo fuera de México y cuando regresó, hace cinco años, Argüelles le pidió a ella hiciera un estudio completo de todas sus obras.
“Las leí, tuve largas conversaciones con él y para mí fue fundamental el encuentro con el Teatro mexicano de Argüelles después de una larga ausencia”, agregó la autora mexicana.
Advirtió que todo el tiempo que estuvo con él y posteriormente la amistad que tuvieron a lo largo de todos estos años fue decisiva en su vida y ahora que se fue “lo extraña afectivamente”. “Sabía que llevaba mucho tiempo preparándose para la muerte, ya estaba en agonía, pero cuando recibí la noticia para mí fue un momento de mucha tristeza, porque es una pérdida bastante importante, pero, bueno, es el ciclo de la vida”, añadió.
La autora aseguró que llegó a tener un vínculo muy profundo con Argüelles, “es muy fuerte pensar que ya nunca lo puedo volver a tener, pero están sus obras, a través de ellas lo podemos recordar”, consideró la dolida dramaturga. En su calidad de pupila, Escalante señaló que todos los alumnos toman del maestro algo, “cada uno al ir descubriendo su propia identidad de la vida, creativa y autoral, toma del maestro algo muy personal e interpreta su enseñanza a lo largo de su propia experiencia de una manera muy singular”.
“No puedo decir que lleguen a igualarlo o a superarlo, cada alumno suyo lleva una parte de Argüelles en sí mismo y cada quien vivirá el destino que le toque vivir, no creo que deba hacerse una comparación de ese tipo”, comentó. Sin embargo, consideró que todos los alumnos de Hugo Argüelles han sido talentosos y brillantes en las obras producidas por ellos, “algunos forman parte de la historia del teatro mexicano de una manera contundente y otros van en camino”, finalizó.