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Medios públicos: El caso de Telemax

Ernesto Villanueva

El desarrollo de medios públicos en México ha estado impregnado de ausencia de voluntad política, de falta de proyectos y de una visión gradual, pero firme en despojar a los medios informativos que viven del erario del poder omnímodo de los poderes del Estado. Acaso esta circunstancia explique por qué se tienen medios de comunicación “públicos” sin público y por tanto con cuestionamientos sobre su futuro en el corto y mediano plazo, si no sufren una transformación mucho más allá del voluntarismo remedial que, por sus propias características, no ofrece soluciones de fondo.

Hay, por fortuna, casos de excepción que hacen abrigar esperanzas de que el cambio es posible. Veamos si no. Se trata, además, de un ejemplo que viene de la periferia al centro. Es la historia de Telemax, el medio administrado por el Gobierno de Sonora, que vive una transformación normativa y cultural para convertirse en un medio público.

Y vaya que la reforma es de gran calado. Hace tan sólo algunos meses Telemax hacía las veces de instrumento de propaganda del Gobernador, bajo la vieja fórmula de utilizar recursos públicos para fines privados de promoción política personal. Existen, por supuesto, elementos que permiten formular este aserto. Jesús Moreno Durazo, Francisco Javier Robles y Giovanni Martínez Castillo, investigadores de la Universidad de Sonora, elaboraron un acucioso estudio para determinar si ese medio en poder del Gobierno tenía alguna función social.

Para ello hicieron un monitoreo total de la programación de Telemax. Los resultados son escandalosos. Así, por ejemplo, tomando como muestra una semana (26 de noviembre al dos de diciembre) de 2001 llegaron a los siguientes resultados: en la información política a través de noticieros y mesas de opinión el Gobernador y sus funcionarios ocupaban 37 minutos en notas destacadas y positivas contra siete minutos de los Gobiernos municipales de oposición que aparecían en notas secundarias y eventualmente críticas. La reproducción de los clichés de los medios de información privados era el pan nuestro de cada día, habida cuenta que Telemax dedicaba 33.77 por ciento a programas musicales y entretenimiento y menos de dos por ciento a programas culturales.

Esta circunstancia provocó un sonado enfrentamiento entre el entonces gobernador Armando López Nogales y el ex presidente de Hermosillo Francisco Burquez. Ahora, con el Gobierno de Eduardo Bours, la vida de Telemax emprende un giro de 180 grados para que nunca más suceda lo que era moneda corriente en el pasado inmediato. Veamos por qué se afirma lo anterior.

Primero. El Consejo de Administración integrado por ocho miembros de origen gubernamental se ha transformado para tener a 40 por ciento de sus consejeros como representantes de la sociedad civil. Y de igual forma se ha creado por acuerdo del Consejo de Administración un Consejo Consultivo conformado por representantes de las universidades, de los organismos no gubernamentales, de empresarios, de promotores culturales privados, de mujeres y jóvenes y de personalidades relevantes en la sociedad sonorense con atribuciones que garantizan que tendrá una participación activa en la operación de Telemax y no suceda como tantos consejos que sólo cumplen un cometido testimonial.

Segundo. En los dos casos se trata de funciones totalmente honoríficas, circunstancia que aleja la idea del chambismo, Se mantiene, por ende, intacta la independencia de criterio de todos y cada uno de los consejeros para expresar sus puntos de vista sin ningún límite o acotación que, como se sabe, pudiera existir cuando hay dinero de por medio en una función de esa naturaleza.

Tercero. El sábado pasado el Consejo Consultivo Ciudadano acordó crear un conjunto de normas que reglamenten su propia actuación, la elaboración de un código de ética y un estatuto del defensor del televidente, que tendrá como atribución vigilar que haya un razonable equilibrio entre lo que el televidente ve en Telemax y lo que dispone el código de ética, el cual además tendrá los rasgos distintivos de lo que caracteriza un medio informativo público de uno privado bajo la premisa de hacer interesante lo importante para beneficio de la comunidad.

Cuarto. El director del canal, Epifanio Salido, ha puesto también manos a la obra en ese proceso de darle una impronta ciudadana, Así, en los noticieros de Telemax, el Gobierno estatal tiene sólo una presencia de 20 por ciento mientras 80 por ciento restante se dedica a dar voz a diversos sectores. Para ello se hizo un cambio en la constitución de fuentes de información reduciendo la lógica de cobertura por dependencia y entidad pública, a efecto de crear una nueva en donde la sociedad no es sólo la destinataria de la información sino fuente para hacer de su actividad profesional, social o gremial una cuestión que forme parte de la agenda pública.

No es poca cosa si se toma en cuenta que en su anterior factura los grupos representativos de la sociedad estaban ausentes. El experimento democratizador de Telemax habrá de convertirse en un referente para otros estados y para los propios medios de comunicación que viven de recursos federales. Hay en todos lados muchas ideas, pero en Sonora las están llevando a la práctica y plasmando en las normas jurídicas. Ahí reside la diferencia entre el decir y el hacer.

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM

[email protected].

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