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Es mejor ser rico y guapo…

ADELA CELORIO

Bagatela querida, ten la delicadeza de no mencionar a los pobres mientras te empacas esos tacazos de escamoles en este magnífico restaurant -reconvine a mi amiga- y ya con la lengua absuelta no pude parar. -Quiero que sepas que odio a esa masa anónima que lo mismo sirve para un barrido que para un planchado. Hordas de pobres que lo mismo llenan el Zócalo hoy, que mañana colapsan una carretera y me dejan cinco horas atrapada entre los autos sin poder llegar a mi destino, o simplemente, desde unas carpas desvencijadas en pleno Reforma, enseñan las nalgas a los transeúntes. Odio a esos cuarenta millones de pobres que de tan pobres ni siquiera tienen identidad, son sólo materia prima usada y manipulada por los líderes políticos, sindicales o mediáticos; a cabio de unos cuantos pesos; y para que lo sepas de una vez querida Bagatela, odio también a cualquier personaje que en nombre de la filantropía, se hace publicidad fotografiándose entre un montón de chiquillos harapientos en alguna reserva para refugiados africanos.

Odio a las señoras ricas que salen en las revistas de papel cuché subastando su ropa vieja para donar el dinero a "sus" pobres. Odio con odio jarocho a las empresas que se paran el cuello frente a las cámaras de televisión ¡faltaba más! entregando cheques monumentales -por supuesto deducibles de impuestos- para sus grandes proyectos filantrópicos. ¡Eso es pura pornografía sentimental! Publicidad y prestigio social a costa de los más débiles. Estoy harta de sentirme culpable por algo tan elemental como comer tres veces al día. Creo en la compasión de las monjas anónimas que piden ayuda de casa en casa para alimentar a sus huérfanos, en el grupo de mujeres que laboran para enseñar un oficio y asegurar servicios médicos y alimento a las adolecentes embarazadas y sin hogar.

Creo en los médicos sin fronteras que vuelan a prestar ayuda donde se necesita, y en los ejércitos de personas que sin publicidad alguna, cocinan todos los días una sopa caliente para quienes nada tienen. Creo en la labor humanitaria de la Cruz Roja y hasta en Los Ángeles Verdes que nos cuidan en las carreteras. Creo en toda lucha por conseguir justicia social, porque en una sociedad clasista como la nuestra, donde la pobreza es capital político y social, "el que nace pobre y feo, tiene grandes posibilidades de que al crecer se le desarrollen ambas condiciones" -insistí con el tema a Bagatela que sin embargo, seguía comiendo sin perder el apetito.

Perdona -le dije- pero es que las campañas políticas me dejaron saturada. Tres candidatos con el mismo discurso. Todos ofreciendo repartir una riqueza inexistente ¿cuál?, ¿la de quién? Ya lo decía mi abuelo que era un hombre muy sensible: "Pobre del pobre que al cielo no va, lo joden aquí y lo joden allá". Desde que tengo memoria todo discurso político capitaliza a su favor esa masa anónima llamada "pobres". Cualquiera que aspire a vivir de nuestros impuestos, promete abatir la pobreza. Ninguno lo ha hecho. Al menos López Portillo al final de su mandato derramó lágrimas de cocodrilo para pedirles perdón. Los otros ni eso. Tanto manoseo con el tema da asco. Y conste que no se trata de escandalizar a las buenas consciencias, pero creo que ya está bien de un discurso deshilachado de tanto uso.

¿Qué te parece si mientras disfrutamos de nuestros escamoles, mejor hablamos del México que aparece en la revista Forbes como un país productor de millonarios? "La mayoría de estos cresos deben sus fortunas a la cercana relación con el gobierno que es donde se hacen los grandes negocios", dice el reportaje.

¿Por qué no mejor no buscamos entre nuestros cuates alguno que haya quedado dentro del primer círculo del presidente electo, y nos vamos acercando? Chance y algo nos toca y pues ya sabes, en este país nuestro, siempre es mejor ser rico y guapo que pobre y feo. ¿Por qué crees que los que Privilegiados se muerden, se ladran, se aperran al presupuesto? ¿Por qué crees que son tan hábiles para chapulinear de un puesto a otro para asegurarse una buena lana con el menor esfuerzo? Ellos saben muy bien que lo único que haría posible un desarrollo digamos que mínimamente equitativo, sería la educación, las escuelas, los libros; sin embargo nadie hace nada para quitar de encima de los maestros el mantecoso trasero de Elba Esther, soberana coronada, vitalicia, indiscutible, de la ignorancia de los niños mexicanos. Un pueblo ignorante siempre será un pueblo manipulable. De veras querida Bagatela, o hacemos algo, lo que sea, o dejamos a los pobres en paz. Y habiendo dicho lo dicho, me dispuse a prepararme un taco de escamoles, pero descubrí que mi amiga había aprovechado mi perorata para despachárselos todos. ¡Gorda inmunda!

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