Pekín, (EFE).- Los arqueólogos chinos han identificado el tramo más antiguo de la Gran Muralla, una sección que fue construida hacia el año 688 A de C, por lo que han fijado la edad de esta magna obra en 2.690 años, informa hoy la prensa estatal.
Según el principal periódico del país, el "Diario del Pueblo", la Gran Muralla nació en la zona conocida hoy como el distrito de Lushan, en la provincia central china de Henan, en una época en el que China estaba dividida en diferentes reinos que luchaban entre sí, el llamado Periodo de la Primavera y el Otoño (770-476 A de C).
De acuerdo con Xiao Lyang, director del Instituto de Arqueología de Henan, ese tramo inicial tuvo más de 800 kilómetros (aunque hoy en día sólo se conservan 20), tenía forma de "U" y fue construido en tres etapas.
También destacó la simplicidad en la construcción de esta muralla, en la que se usaron piedras naturales sin ningún trabajo de cantería y ninguna sustancia de unión, a diferencia de tramos posteriores (en los que el arroz con gluten fue usado como "cemento").
El tramo que se conserva actualmente conserva varias puertas y restos de vigas, y se encuentra en el término municipal de Zhou Jiazhai, en una zona que en la época de la construcción pertenecía al Reino de Chu.
"Es la madre de la Muralla China", subrayó ante la prensa Dong Yaohui, presidente de la Sociedad China de la Gran Muralla.
La Muralla China, que cruza de oeste a este el norte de China, tiene más de 6.000 kilómetros, que van desde la mítica Puerta de Jade, en el desértico noroeste, hasta la Cabeza del Viejo Dragón, nombre con el que se bautizó a la pequeña torre que se hunde en los mares del noreste.
El primer emperador de China, Qin Shihuang, unió hacia el siglo III antes de Cristo distintas murallas construidas antes, como la descrita anteriormente, formando una construcción de miles de kilómetros que fue ampliada posteriormente por las distintas dinastías de la historia del país.
Según la leyenda negra en torno al emperador Qin, éste utilizó un gran número de sus súbditos para construir la muralla, obligándoles a trabajar tan duramente que muchos de ellos murieron al pie de los muros y fueron enterrados allí mismo.
Su principal cometido fue defender al Imperio del Centro de las invasiones de los pueblos nómadas del norte, desde los hunos y los tártaros hasta los mongoles, aunque también sirvió para dificultar la salida de los propios chinos y aumentar el aislamiento de un país poco permeable a lo extranjero durante siglos. EFE