El diálogo
Una realidad actual es la pérdida del diálogo. Por atender a películas, deportes, noticieros o telenovelas, las personas estamos perdiendo las habilidades para dialogar. Creemos que nos comunicamos cuando sólo usamos correos electrónicos. Pero con esto, lejos de ganar, perdemos nuestra dimensión social.
El pensamiento, pensar bien y en orden, es básicamente un fenómeno colectivo y únicamente existe mediante el diálogo, que surge de un océano de significados en donde vivimos inmersos como algo implícito. Al cual solamente accedemos mediante una comunicación plena.
Diálogo es aquella relación en donde se involucran dos personas en pensamiento y emoción. Creando nuevos niveles de comprensión compartida. Este aprendizaje dialogal incrementa la inteligencia colectiva o social.
Cuando se da en libertad, sin estructura ni restricciones, se llama ‘diálogo abierto’. Y para que éste se pueda dar se requiere un ambiente de respeto, afecto y ausencia de juegos de poder.
El respeto implica saber escuchar totalmente a la otra persona buscando comprender no sólo sus ideas, sino también sus sentimientos, en un movimiento de acercamiento de atención total. El afecto conlleva valorar a la otra persona en todo lo que tiene de humano y de hermano. Y la ausencia de juegos de poder se refiere al no-control del micrófono, compartiendo los tiempos y los espacios disponibles para hablar.
Esto no es extraño o nuevo, fue así como los griegos construyeron la democracia en el ágora, con un sentido social compartido. El foro y el ágora eran la esencia de la polis. Ahí se tomaban decisiones para el bien común y compromisos en pro de la ciudad. La antítesis de esto es el mensaje televisivo unidireccional y al servicio de la mercadotecnia.
Un diálogo así construido es el mejor camino para resolver conflictos que generalmente surgen de incomprensiones y luchas de poder.
Y el diálogo es siempre necesario, especialmente en la familia. La fundación de la pareja se realiza en él, el ejercicio de la paternidad y maternidad con respecto a los hijos se da en él, no al estar juntos viendo la televisión; la verdadera educación es dialogal porque es intercambio respetuoso y afectuoso en donde se busca la verdad, la educación falsa es sólo recibir información sin el ejercicio libre y responsable que supone escuchar.
El diálogo es el camino del encuentro entre las personas, pero supone un esfuerzo diferente, es decir, hay que estar atentos al otro, su inquietud y opinión, sus sentimientos y pensamientos, su historia, sus interpretaciones de la realidad, sus supuestos y esperanzas para el futuro; para establecer un diálogo creativo y constructivo se necesita, pues, apertura como actitud, una actitud positiva incondicional y empatía, pero especialmente genuinidad y congruencia frente al individuo con el cual se dialoga. Es un verdadero ejercicio democrático.
Emprendamos en todos los ámbitos, familiar, laboral, social, especialmente en la relación de pareja y en la educación de los hijos, ese rescate a la comunicación creativa dialogal. Tengamos la valentía de encontrarnos realmente con las personas como personas.
Quizá lo más difícil será salir de la costumbre y las rutinas, de siempre lo mismo y más de lo mismo, a fin de abrir espacios nuevos y creativos para dialogar, conversar, tomar el café y compartir expectativas, pensares y sentires de una manera explícita, ya que en ocasiones tomamos el diálogo a vuelo, sin una clara preparación del corazón y del pensamiento; y asumir la actitud de diálogo, que siempre será de apertura de mente y de corazón para recibir al otro.
El diálogo es la oportunidad de ‘ser con el otro’ y construir juntos un significado compartido de la realidad.
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