Oficialmente Miguel Riquelme está ya registrado como candidato a la alcaldía de Torreón. En medio de un tumulto generado por las decenas de lideresas que acompañaron al designado por Rubén Moreira, Riquelme se apersonó en el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPEC) para cumplir a cabalidad con los requisitos que le exige la ley electoral para ser proclamado oficialmente candidato. Al mismo evento lo acompañaron también los dirigentes de los partidos políticos que lo postulan, el PRI y todos los demás satélites que sirven al partido tricolor para aprovechar al máximo los espacios que le concede la normatividad respectiva.
Con este proceso, se abre el último compás de espera para que den inicio ya las campañas electorales, que iniciarán el miércoles 4 de junio, para concluir 30 días después, el 4 de julio, y entonces tres días para el silencio electoral y llegar finalmente a la fecha de la elección: domingo 7 de julio.
Hoy en realidad parece que los nomios auguran que el PRI repetirá en la alcaldía, no obstante la controvertida administración que está afortunadamente por terminar, y que se ha encargado de hacerle recordar al torreonense medianamente informado y educado, realmente cómo en las décadas pasadas las alcaldías de ciudades medias eran verdaderas minas de oro para una horda de ambiciosos y ladrones.
Bajo la presidencia de Eduardo Olmos, nuevamente nos han refrescado las mañas más burdas y primitivas para que los funcionarios municipales se hicieran de fortuna. El diezmo, que en el argot de la obra pública es regresar a los empleados gubernamentales el diez por ciento de mordida del monto total de obra en cuestión, realmente hoy se queda chico. Hoy las comisiones que se piden, particularmente en el Simas, son mucho más allá del acostumbrado diez.
La manera de cómo se adquirieron los terrenos para la construcción de la Gran Plaza y Nueva Presidencia Municipal, que ha superado ya los 700 millones de pesos es ya un monumento a la desfachatez y el cinismo. Aunque hay que aclarar que el capricho de hacer esa obra no fue del presidente Olmos, sino del exgobernador Humberto Moreira, que en pleno pináculo de megalomanía, decidió que a Torreón lo que le hacía falta era ese enorme edificio y la colosal plancha de concreto al frente del mismo. Además de un estacionamiento subterráneo que nadie usa, porque no era en ese lugar donde se requería.
Ejemplos abundan, podría agregarse que esta administración municipal que termina el 31 de diciembre su cuatrienio, no fue capaz de atraer alguna inversión relevante a la Comarca, aunque nuevamente esa no es propiamente una responsabilidad directa de ayuntamiento, eso corresponde fundamentalmente al Gobierno del Estado de Coahuila, pero de sobra es sabido de los Moreira (Humberto como Rubén) desprecian a Torreón, ya que aquí a veces batallan para arrasar en las elecciones correspondientes; basta recordar que en 2005 Humberto Moreira perdió en Torreón ante Jorge Zermeño, así como la presidencia municipal de esa contienda.
En 2006, además de la presidencia de la república, perdieron el Senado y las diputaciones federales que tienen territorio en Torreón. De ese entonces se vino una avalancha de triunfos holgados priistas, pero nuevamente el año pasado volvieron a perder la elección de senadores y el sexto distrito, con sede en el área urbana de Torreón.
Desde entonces en los hechos los Moreira sólo dan migajas a La Laguna de Coahuila, el problema es que existen políticos priistas dispuestos a ser instrumento de ese atropello mayúsculo contra su ciudad, y entre esos elegidos está primero Eduardo Olmos y después... Miguel Riquelme.
Ese tal vez sea el peor de los riesgos de un eventual triunfo del candidato del PRI, más allá de consignar que ineludiblemente, ha visto crecer como la espuma su carrera política al igual que el alcalde actual bajo el cobijo de los hermanos Moreira, es cierto que no son en esencia dos personas de origen similar.
El alcalde Olmos hace más de 20 años decidió convertirse en político e hizo el esfuerzo para llegar hasta donde está, pero para su fortuna nunca ha sentido la necesidad de trabajar para tener sustento.
Miguel Riquelme en eso es otra historia. Él sí ha tenido que luchar para conseguir lo que tiene. Goza también de un carisma que ha desarrollado con tesón después de tanto año de estar en el escenario político, pero hoy aparece como una continuación de la administración de Olmos, lo cual sería ya tragedia para la ciudad, que sólo falta vivir un ciclón como el de Oklahoma y que millares de perros orinen sobre ella para culminar su tragedia.
Esperaremos entonces ver qué sucede con este binomio de Olmos y Riquelme.