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Alicia Arellanes, la Sarah Palin mexicana

GENARO LOZANO

Nace una estrella conservadora: Se llama Margarita Alicia Arellanes Cervantes y pese a haber sido elegida el año pasado por el 51.7 % de los votantes como presidenta municipal de Monterrey, ella no es la máxima autoridad en su municipio. Tal vez los habitantes de su ciudad crean que el poder ejecutivo recaiga en la mujer por la que votaron, pero no, ella públicamente reconoció al Dios cristiano como la máxima autoridad en su localidad.

La alternancia en el Ejecutivo Federal, en el año 2000, llevó al conservador Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República. Desde entonces, los mexicanos nos acostumbramos a ver al presidente Fox asistir a una misa, juramentar en el Auditorio Nacional con un Cristo y besarle la mano al Papa. Un rompimiento claro con el pasado régimen priista y su férrea separación entre política y fe en el ámbito público. Fox profesó su fe públicamente, pero supo distinguirla del ejercicio del poder.

En contraste, con Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, los mexicanos observamos cómo se utilizaron las instituciones del Estado como un instrumento de control de la moral católica. Calderón impuso su moral católica para controlar el reconocimiento público del gobierno mexicano a los lazos amorosos entre una pareja. Su gobierno decidió que sólo la unión sacrosanta entre un hombre y una mujer es merecedora del reconocimiento de la sociedad y, en el caso del matrimonio civil, de toda la protección jurídica que brinda el Estado mexicano.

Desde entonces, cada vez más los políticos han sacado su fe del clóset. El exgober piadoso de Jalisco ha sido tal vez el más célebre caso. Hombres de fe, hombres de política, quienes junto a algunas mujeres de fe y de política unieron mancuernas para cerrarle las puertas a la educación sexual, para crear leyes para encarcelar a "mujeres abortistas", para blindar el matrimonio civil exclusivamente a las parejas "naturales", entre otros temas.

Poco a poco nos hemos acostumbrado a ver a políticos acudiendo al besamanos con las visitas del Papa, desayunando con cardenales, exponiendo sus plataformas electorales ante conferencias episcopales, despidiéndose en eventos con un "Dios los bendiga", etc. Todos ellos hombres de fe católica, pero ahora cada vez más la fe cristiana y evangélica adquiere una presencia local y nacional más relevante.

Las iglesias evangélicas están acostumbradas a hacer política desde su nacimiento. En Estados Unidos hay una fusión entre religión y política desde la Independencia estadounidense. Allá se hace política en las iglesias y en los templos religiosos de todas las denominaciones. Allá, el movimiento evangélico ha sido fundamental para el asalto al poder del conservadurismo republicano, principalmente en la década de los sesenta, con el apoyo del reverendo Billy Graham a Richard Nixon, quien acuñó el término de la "mayoría silenciosa", y luego en los 2000, con George W. Bush, el born again Christian.

El movimiento evangélico estadounidense sabe hacer trabajo de campo. Busca nuevos adeptos, financia campañas de candidatos que son afines a sus causas, movilizan votantes, capacitan liderazgos locales, regionales o nacionales, tanto en la política, como en los medios.

En México se está viviendo un despertar evangélico, que le hace ya competencia a la iglesia católica. Si antes teníamos a puros hombres de fe que recibían los favores de los cardenales, hoy hay una nueva generación de políticos evangélicos que buscan el favor y los dineros de asociaciones civiles bien organizadas como la Alianza de Pastores.

La presidenta municipal de Monterrey es la Sarah Palin mexicana. Al igual que la ex gobernadora de Alaska y excandidata vicepresidencial estadounidense, la política regiomontana lleva poco tiempo en el cargo, ha dado pocos resultados en su gestión, aunque localmente ya era reconocida por ejercer mano dura contra los llamados giros negros en su ciudad. Ahora, Alicia saltó a la fama nacional, por haberse integrado al club de alcaldes que le "entrega las llaves de sus ciudad a Cristo".

Hoy, los conservadores mexicanos tienen en Alicia a una nueva estrella y el PAN tiene en los evangélicos a una nueva base a la cual cortejar, porque éstos no discriminan y lo mismo se acercan a alcaldes priistas que panistas.

Quienes apoyan las causas liberales, además de pegar el grito en el cielo porque se entreguen las llaves de las ciudades a Cristo, Alá o Yahweh, deberíamos estar más atentos a que esos legisladores, esas presidentas municipales, esas gobernadoras y esos presidentes distingan entre su fe y el ejercicio del poder, entre profesar o no una religión, pero sin anteponer su fe para negar derechos a minorías o privilegiar con presupuestos un templo o con votos una iniciativa de ley.

Los movimientos de las izquierdas y derechas liberales tienen nuevos desafíos, aunque también nuevos aliados. Los jóvenes "millenials" son cada vez menos religiosos y más liberales y las iglesias evangélicas están entendiendo esto en Estados Unidos, creando templos más incluyentes, incluso a la diversidad sexual. Porque en esos jóvenes liberales veinteañeros está la nueva "mayoría silenciosa", tanto en Estados Unidos como en México. Por ello, que viva la competencia de la fe.

Esta es la palabra de un ateo.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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