El Síndrome de Esquilo
La lectura combate la pobreza, sí, pero no a todo el mundo le queda claro cómo. En un ensayo publicado en 1729, el célebre autor irlandés Jonathan Swift propuso una forma de terminar con la pobreza y la desnutrición: comiéndose a los hijos de los pobres. Sugería recetas para cocinar a los bebés en estofado, asados, al horno. Para que nada se desperdiciara, proponía usar la piel tierna de los niños para hacer guantes para dama. Trescientos años después, ese polémico ensayo es considerado una obra maestra y cada año se reimprime. En ese mismo tenor tenemos a Thomas De Quincey, que su texto más célebre pedía a sus compatriotas apreciar los crímenes que ocurrían en Londres con la misma sensibilidad con que degustaban las Bellas Artes: haciendo apreciaciones sobre la técnica del delito, sobre la disposición de la luz y del color. Si menciono estos textos es porque me ayudarán a responder, al menos provisionalmente, una difícil pregunta: ¿Cómo es que leer nos hace mejores?
Hablemos de lectura en México: cada año se difunden estudios que confirman que en nuestro país no se lee. Este 2013, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) reveló que México ocupa el lugar 107 en una lista de 108 países en materia de lectura. El mexicano promedio lee 2.8 libros al año. Hay una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes, y 40% de la población nunca ha entrado a una librería.
Pero en un panorama tan desalentador, no todo son malas noticias. En estos días los medios de comunicación de todo el país están difundiendo un logro que es preciso celebrar: Gómez Palacio ha obtenido el Premio "Ciudad Lectora", que destaca a ese municipio como el que, en todo México, aplica mejores estrategias para promover la lectura. El nombramiento, otorgado por la Conferencia Nacional de Instituciones Municipales de Cultura (Conaimuc) y la Organización de Estados Iberoamericanos, es resultado del proyecto "Gómez, Palacio de la lectura".
No es extraño que Gómez obtenga este importante galardón justo cuando la Directora Municipal de Cultura es Renata Chapa González. Lectora cuidadosa y crítica ella misma, ha puesto mucho empeño en formar lectores y promover las artes. El programa ganador incluye estrategias muy bien pensadas para acomodar los libros donde deben estar: en manos del lector adecuado. Porque no todos los libros empatan con todos los lectores. Para lograrlo, el plan diseñado por Renata Chapa y su equipo recurre a casi todos los elementos posibles: además del fuerte apoyo que la alcaldesa Rocío Rebollo ha dado al programa, se han sumado los esfuerzos de instancias de cultura estatales y federales.
Algunas de las estrategias son celebrar mesas redondas para públicos específicos (deportistas, comunicadores), cuenta-cuentos para niños, lecturas en voz alta para adultos mayores e incluso instalar puntos de lectura en zonas concurridas. La campaña aprovecha cualquier ámbito: Internet, parabuses, paseos públicos e incluso taxis. Siempre se fomenta la participación del público con sesiones de preguntas y respuestas, y se invita a los asistentes a compartir sus reflexiones acerca de lo leído. Es muy probable que en el verbo reflexionar esté la clave de que el premio haya sido para Gómez, pues se promueve una lectura completa: invitar a leer es invitar a pensar.
Volvemos así a la pregunta: ¿cómo es que leer nos hace mejores? Frente al lugar común que nos dice que la sabiduría habita en los libros, hay otra postura que nos invita a dialogar con ellos: los libros no siempre tienen la última palabra. Los libros nos hacen mejores precisamente cuando aprendemos a debatir con ellos, a buscarles las costuras. Leer es dejarse provocar, es aceptar un duelo. Quienes aceptan están, de entrada, en un mejor nivel de vida. Si los libros tuvieran la última palabra, ¿cómo leeríamos las atroces propuestas de Swift y DeQuincey para acabar con el hambre y el delito? Felicidades, una vez más, a Renata Chapa y a todos los gomezpalatinos, especialmente a los que leen.
Comentarios: @vicente_alfonso