En el último ejemplar de la revista de mayor circulación que se edita en España, aparece un artículo muy interesante que nos habla de una de las momias más antiguas del mundo. Fue descubierta de forma fortuita por una pareja de montañistas alemanes en un glaciar de los Alpes italianos, a unos 3,210 metros de altura y a sólo 100 del límite fronterizo con Austria. En un principio se pensó que se trataba de un cuerpo congelado de un montañero fallecido en el lugar. Sin embargo, los resultados de los estudios realizados mediante el carbono 14, la más conocida de las técnicas para establecer la edad en este tipo de casos, sorprendieron al mundo: se trataba, en realidad, de un cuerpo congelado y momificado de cinco mil trescientos años de antigüedad, una época que se remonta a la Edad de Cobre.
El cadáver momificado, que aún conservaba restos de su antigua vestimenta pegados a su cuerpo, era el de un varón de complexión fuerte, que debió pesar unos 50 kilos y medir 1,60 metros de altura. Se estima que su edad podía rondar entre 35 y 40 años. Junto a él se hallaron diversas pertenencias; entre ellas, un arco, varias flechas, un cuchillo y un hacha de cobre, lo cual llevó a suponer que fue un cazador o un guerrero que, mientras intentaba cruzar las montañas, habría caído en una zanja natural, donde murió congelado.
Este ?hombre de los hielos?, bautizado también con el apodo de ?Oetzi?, en recuerdo de las montañas de Oetzal, donde fue descubierto, permanece expuesto al público en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur, en la localidad italiana de Bolzano, en una sala expresamente diseñada para su exhibición, que mantiene una temperatura constante de seis grados centígrados bajo cero, con una humedad del 98 por ciento. Recientemente, la momia fue sacada de su celda frigorífica y descongelada parcialmente para realizar nuevos exámenes.
Desde el primer momento, expertos de todo el mundo se han afanado en descubrir los misterios del infortunado ?Oetzi?. Lo cierto es que ya han develado muchos de ellos. Se sabe, por ejemplo, que nació en las mismas montañas donde encontró la muerte y donde reposó durante más de cinco milenios, convertido en una momia que pesa 15 kilos y se halla extraordinariamente bien conservada gracias a unas condiciones excepcionales de preservación. El hielo glacial cubrió su cuerpo, protegiéndolo de la degradación ambiental y del ataque de los animales carroñeros.
En un principio se sostuvo que ?Oetzi? falleció víctima de la extenuación y del frío, sorprendido por una tormenta en las montañas alpinas, mientras que ahora los expertos se muestran convencidos de que, en realidad, fue asesinado. En efecto, las radiografías de la momia han revelado que la muerte de este hombre pudo haber ocurrido a causa de las heridas causadas por una flecha.
La zona de la herida, que tiene un orificio de entrada de unos dos centímetros de diámetro. Se encuentra alojada en la parte de atrás del hombro izquierdo de la víctima. Las heridas fueron mortales, según los expertos que examinaron la momia, quienes señalan también que el hombre sobrevivió un máximo de ocho horas tras haber sido alcanzado por la espalda. Los investigadores se muestran convencidos de que ?Oetzi? fue asesinado a traición, víctima del certero disparo.
La cuestión principal es: ¿quién lo hizo y por qué? Para Johan Reinhard, un arqueólogo y explorador que trabaja para National Geographic, existen dos razones posibles: un asesinato o un sacrificio. Para algunos, ?Oetzi? pudo ser un cazador que cayó bajo las flechas de los habitantes de un poblado hostil o víctima de un accidente de caza, ya que no fue despojado de sus preciados bienes. Después de recientes análisis de sangre y de ADN, la hipótesis del combate cobró más fuerza que las demás, ya que se encontraron rastros de sangre de cuatro personas diferentes, sin incluir a ?Oetzi?, en la ropa y armas que portaba la momia.
Reinhard, por su parte, no es partidario de la hipótesis del combate con adversarios, al señalar que en la muerte del ?hombre de los hielos? también hay que tomar en cuenta el lugar de su fallecimiento: un paso de montaña entre las dos cumbres más altas de la zona. ?Éste es el típico lugar donde las gentes celebraban rituales con ofrendas a los dioses de las montañas?. Sabemos que la adoración a los dioses de la montaña era muy importante en la Europa prehistórica durante la Edad de Bronce y hay evidencias que prueban también esa trascendencia durante la Edad de Cobre (cuando vivió ?Oetzi?).
El explorador de la National Geographic sostiene que el ?hombre de los hielos? fue enterrado en el lugar donde apareció por la persona que lo mató, lo que explica que el cadáver esté tan asombrosamente bien conservado. Esta interpretación también responde a preguntas sobre las armas encontradas junto a la momia. El hacha de cobre de la víctima (el más antiguo de Europa hallado hasta el momento, con la empuñadura y las ataduras intactas) fue dejada, al parecer, junto al cuerpo. La teoría de Reinhard explica que los hipotéticos asesinos se hubiesen seguramente llevado algo tan útil con ellos. En cambio, la tribu, obedeciendo al ritual, podrían haber abandonado el preciado bien para que la víctima hiciese uso de él en el más allá o como tributo a los dioses.
En el momento de morir, ?Oetzi? llevaba varias ciruelas secas. Y a pesar de que tenía el estómago vacío, los investigadores han logrado determinar cuáles fueron sus últimas dos comidas mediante el análisis intestinal. Primero consumió íbex, un tipo de cabra salvaje de los Alpes, además de cereales y verdura. Después ingirió carne roja de venado y otros cereales, según el resultado de los análisis.
Por otra parte, los científicos han conseguido averiguar el aspecto que tuvo el ?hombre de los hielos?. Mediante la reconstrucción virtual por ordenador se logró resucitar su rostro. El ordenador dio forma a los rasgos faciales y un láser ayudó a crear un molde de la cara. Una réplica del resto del cuerpo, por su parte, fue vestida con unas ropas iguales y realizadas en materiales idénticos a los que llevó ?Oetzi? en vida. Se ha sabido que se encontraba muy bien equipado para ir por la montaña, con calzones largos y túnica de piel, capa de fibra vegetal, calzado de piel, relleno de heno y corteza de madera, y un gorro de piel de oso. Los científicos han fabricado una réplica de este calzado y lo han probado en las mismas montañas en las que vivió este cazador prehistórico. Los resultados fueron increíbles, ya que las pieles y el heno protegían el pie del frío mejor que las botas que usan actualmente los alpinistas.