Pintor de murales y retratos

En su familia había un ambiente de artistas; así comienza a relatar su infancia el pintor y arquitecto lagunero Gerardo Beuchot. Comenta que su hermano Mauricio empezó con el dibujo y la pintura con fines recreativos. "No estudió, él solito compró pinceles, pinturas, y viendo libros se puso a pintar; después, él contagió a Jessy y a David, quienes terminaron por 'contagiarme' a mí de esa sed de pintura y dibujo".

A los cuatro años hizo sus primeros dibujos, los cuales fueron guardados por su padre en un álbum fotográfico, junto a la fecha en que habían sido realizados. "Entonces, dibujo con lápices de grafito y colores desde esa edad".

El artista recuerda que mientras su mamá preparaba la comida, él se sentaba a dibujar en la mesa de la cocina. "Me enojaba con el aire cuando me volaba las hojas. Siempre me ha molestado el aire cuando estoy pintando o dibujando".

Después, a los nueve años, su hermano David le dio algunas clases con una pintura que se llama "gouache". Otro de sus hermanos, Jessy, le inculcó a hacer retratos. "Recuerdo que mi padre tenía una fuerte atracción por la Segunda Guerra Mundial, debido a que uno de los hijos de su primer matrimonio murió en un portaaviones de esa guerra".

Gerardo relata que su padre compró una serie de libros sobre este tema, y él los usaba para copiar los rostros de los soldados, así como algunas fotografías, pero sobre todo rostros. "Yo creo que por eso me hice retratista, en esa época tendría unos doce o trece años".

A los catorce, hizo sus primeros óleos; un paisaje y el retrato de un amigo, todo esto sin haber recibido cursos formales de pintura, solamente con un poco de instrucción impartida por sus hermanos, "como los albañiles yo creo, cuando el chavito ve a su papá o a su tío, y le agarra gusto al oficio".

 UN FUTURO DELINEADO

Para los quince años, Gerardo Beuchot ya sabía que sería pintor. Más tarde, mientras estudiaba el bachillerato, siguió dibujando. "Hacía a los jugadores de basquetbol, a los roqueros y a los beisbolistas, mientras estaba en clase de química, o de lo que fuera. Me interesaba mucho practicar la figura humana".

Comenta que utilizando una pluma Bic, hacía sombras y efectos de claroscuros o de volumen "como Dios le diera a entender". Después, durante su último año de bachillerato, eligió una materia optativa llamada física-diseño, que significó su primera educación formal en esta disciplina.

Él quería ser pintor, pero uno de sus hermanos, Mauricio, le dijo: "Mira, aquí tus dos hermanos, Jessy y David, se están muriendo de hambre como pintores; mejor estudia una carrera, de todas formas el título no te va a estorbar", y así fue como Gerardo eligió la arquitectura.

"Me gradué como arquitecto, sin embargo, me sirvió mucho que tuve un gran maestro español, Ricardo Salvador de Dios, licenciado en bellas artes graduado en Madrid, conocedor de todas las técnicas habidas y por haber".

Gerardo dice que aprendió mucho con él. Cuenta que en algunas ocasiones hacía tres veces el mismo dibujo, porque sus amigos hacían transa y le pedían que se los dibujara. "Y entonces hacía tres veces el mismo dibujo, y por buena gente le daba uno a mi amigo el 'Batiduente', y otro al 'Canario'. Y ya después, hacía el mío. A veces ellos sacaban diez y yo un ocho o un nueve, porque el mío estaba hecho a la carrera. Ahí empecé a obtener práctica".

También recuerda que Ricardo Salvador le presentó a un colega suyo, también español, al que Gerardo le tomó un gran apego, ya que estudiaba y dibujaba con él en su casa, Enrique Pinín. "Es uno de mis maestros de cabecera, con los que inicié".

 LA CASACA DE PINTOR

Después, Gerardo terminó la carrera, y estuvo trabajando cerca de dos o tres años como arquitecto, mientras le dedicaba algún tiempo a la pintura, hasta que su hermano Jessy, le dijo: "Ya, el mundo quiere que pintes". Gerardo también dice que un sacerdote que veía cuando impartía clases en la escuela Pereyra, Rafael Lascano, le decía: "Te van a regañar las musas por no ponerte a dibujar y a pintar".

Entonces, Gerardo cuenta que tuvo un cambio brusco; de arquitecto, pasó a ponerse el mandil o casaca de pintor, y empezó a hacer trabajos sobre todo relacionados con lo prehispánico, otorgándole una gran importancia a la identidad, "hasta la fecha todavía sigo con esos temas".

Después, el artista comenta que pasó por temas como la figura humana -femenina y masculina-, los petroglifos, la mujer, la naturaleza, el desierto, paisajes del río Nazas, así como varios encargos de retratos y otros temas, entre los que se cuentan la música y los bodegones.

"Últimamente lo que he estado haciendo es muralismo, por encargo, y es de temas variados; a veces religiosos, de la historia de México, o coloquiales, como los del Museo del Algodón, que son sobre la historia regional". Dice que pintar le ha permitido conocer el interior de las personas. "Uno va enriqueciéndose de muchas áreas".

 SU FACETA DE MURALISTA

Gerardo cree que se trata de un complemento. Señala que de los 23 años que lleva como profesionista, a los siete u ocho años de haber iniciado, su trabajo ya se caracterizaba por atiborrar sus cuadros con muchos elementos.

"Esto del muralismo, me dio pie a ordenar y balancear todos esos elementos, porque en un gran formato esa demasía de piezas no estorba. Creo que fue cuestión de acomodar los elementos y decir: 'bueno, dentro de mí mismo yo ya traía todo esto'. Como arquitecto, también ornamentaba mucho las paredes. Pienso que sólo era cuestión de reacomodar ese estilo".

 LA LAGUNA Y LA IDENTIDAD

Gerardo dice que la identidad lagunera es uno de los temas que quiere difundir. "Debemos querer a nuestro terruño, porque es lo nos identifica. Es como el buen sembrador, que cultiva y cuida la tierra y los frutos que están ahí. El que cuida su tierra y su entorno, será recompensado de alguna manera".

Pero sobre todo, señala que ese afecto por un lugar, engrandece. "Para mí, la identidad está arraigada a su historia, a sus raíces. Esta tierra es como tu propia piel; si la dañas, te dañas a ti mismo, eso es clave para mí, querer a tu tierra porque eres tú mismo".

 SUS OBSESIONES

Uno de los temas de sus pinturas es el elemento femenino. "Debe ser algo relacionado con el apego que le tuve a mi madre, ella era muy fuerte y tenía un carácter dominante. Algo hay ahí atravesado, que me hace tenerle una gran veneración, respeto y admiración a la mujer".

Gerardo dice que entre sus proyectos actuales está realizar una búsqueda interior. "Eso es lo que sigue".

Trayectoria

Gerardo Beuchot Puentes nació en Torreón, en 1963. Es arquitecto de profesión. Estudió dibujo con los maestros españoles Enrique Pinín y Ricardo Salvador de Dios, y con el maestro mexicano Oscar Bächtold. Desde 1989 hasta la fecha, ha presentado exposiciones individuales en Torreón, Gómez Palacio, Saltillo y Mazatlán. También ha participado en exposiciones colectivas en las mismas ciudades, además de Monterrey, Chihuahua, El Paso (Texas), Canadá, España, Rusia, Francia, Alemania, entre otras.

En 1991 fue invitado a participar en una exposición colectiva en la Galería Misrachi de la Ciudad de México, al lado de pintores mexicanos de la talla de Diego Rivera, Nichizagua, Toledo y otros.

En 2001, fue elegido para representar a los pintores más distinguidos de Coahuila, en una muestra itinerante que recorrió varias ciudades de México.