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Hondureña tendrá a su hijo en Torreón

Migrantes. Lucely y Ovando sólo le piden a Dios que todo salga bien, así como una oportunidad de trabajar para poder regresar.

Migrantes. Lucely y Ovando sólo le piden a Dios que todo salga bien, así como una oportunidad de trabajar para poder regresar.

GUADALUPE MIRANDA

En cuestión de días, Lucely Gricel, será mamá por primera vez a sus 20 años de edad. Pero lo hará lejos de casa, de su familia, lejos de su natal Tegucigalpa, Honduras. Ahora pide ayuda de la ciudadanía para poder contar con algo de ropa, pañales o leche para su pequeña, quien nacerá en tierras mexicanas, ya que no cuenta con los recursos para comprarle siquiera un par de calcetitas.

Hace un mes salió de casa en compañía de Martín Ovando Escalón, su marido. Aunque conocía los riesgos que corría al emprender su viaje hacia los Estados Unidos, decidió hacerlo, a fin de ofrecerle un futuro mejor a su pequeña, porque en su país dice la "situación está muy difícil".

"Si uno sale de allá (Honduras) es por necesidad no porque uno quiere la aventura. Pero es muy difícil” — LUCELY GRICEL, Migrante

Con sólo un abrigo en la mano y 50 dólares en la bolsa para ambos, salieron de casa. Su medio de transporte serían los vagones de carga, siempre y cuando así lo permitieran las autoridades y los mismos criminales que a lo largo de su camino, fueron sorteando.

Su travesía inició en la frontera con Guatemala, en donde los policías de aquel país les quitaron sus pocas cosas de valor y dinero.

Ya en México, su verdadero "viacrucis" comenzó en el municipio de Arriaga, Chiapas. Y es que es aquí donde debe "abordar" el tren. Pero no es fácil. Para lograrlo, además de valor, se debe contar con dinero para pagar las "cuotas" que solicita, tanto el maquinista como los pandilleros que rondan el lugar.

Lucely, entonces con ocho meses de embarazo, al igual que el resto de los migrantes viajó en la parte alta de los vagones; el peligro de caer siempre estuvo presente.

Quien no pagaba dicha cuota era arrojado del tren en movimiento desde la parte alta. "De hecho vimos como tiraban a niños, mujeres y a una señora embarazada porque no traía dinero", comenta aún asombrada.

En su camino, pasaron fríos, hambre, desesperación, miedo, pero siempre estuvo presente la caridad de algunas personas, que dice, les ayudaban a comer y pasarla mejor.

Luego de varias semanas, pudieron llegar a la frontera coahuilense: Piedras Negras. Ahí, parados a la orilla del Río Bravo, Lucely y Ovando veían amenazantes las aguas broncas. Mientras pensaban en cruzar, la policía de Migración se los llevó detenidos "porque nos dijeron que intentar cruzar el Río era un delito", dice Lucely, quien junto a su esposo pasó 72 horas detenida.

En ese lugar comenzaron sus miedos. Ahí, los policías le decían que ella sería deportada a Honduras y su bebé, como sería mexicana, se quedaría en este país. "La verdad sí estoy emocionada porque es mi primer bebé, y a la vez con temor porque no contamos con recursos económicos prácticamente con nada".

Después de esa terrible experiencia, arribaron a Torreón en donde fueron atendidos en la Posada del Peregrino, dependiente de Cáritas Torreón.

A su llegada, la futura madre fue atendida por un médico, quien le dijo era cuestión de días para que conociera a su bebé.

Personal de Trabajo Social de este organismo le entregó un pase para que en cuanto iniciara su labor de parto, acudiera al Hospital General de Torreón.

Es por ello, que solicita el apoyo de la ciudadanía, para poder contar siquiera con algunos pañales, ropita y leche para su pequeña Fares Maomi, como llamará a su primogénita.

Cualquier apoyo se puede recibir en la Posada del Peregrino en avenida La Paz número 300 colonia Nueva California en Torreón.

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