Les di también vacaciones al iPad, al iPhone, y a todos los ais habidos y los por haber.
Igualmente les concedí un asueto a las preocupaciones, a los afanes de cada día, a todas esas inquietudes que llamamos "los pendientes", quizá porque penden sobre nosotros como espadas de Damocles.
En estos días que pasaron -¡y qué pronto pasaron!- me olvidé de todo, y dejé que todo se olvidara de mí.
No hice nada, aparte de vivir.
He dicho mal: Hice recuerdos.
Y es que las vacaciones son para vivirlas, pero son también para recordarlas.
Yo siempre recordaré estas vacaciones.
¡Qué pronto pasaron!
¡Cuánto tardarán en pasar!
¡Hasta mañana!...