Son vacaciones de verano y Mayela se va de viaje por Europa en un tour de jóvenes entre 18 y 25 años de edad, estaba fascinada por tal regalo que sus padres le hacían. Pasaporte, visas correspondientes, maletas hechas y la emoción de compartir tal odisea con tres de sus mejores amigas. Salió el grupo de mexicanas del aeropuerto de la ciudad de México con destino a Frankfurt, y de ahí, a toda Europa. En el trayecto del viaje conoció a un Alemán de 1.80 m de estatura, ojos verdes, cuerpo atlético, simpático, con un bigote muy poblado llamado Frank y con el cual paso la mayoría del viaje. Cupido no se hizo esperar, sus corazones estaban flechados, y como es de esperar, los veinticinco días que duro el sueño pasaron en un santiamén. Como Mayela y Frank se habían enamorado, éste ultimo decidió venir a México para pedir en matrimonio a Mayela, no se podía esperar otra cosa, formaban una pareja increíble, única diría yo. La cita era en un restaurante de moda de la ciudad de Torreón, Coah. México, en un importante centro comercial a las 10 de la mañana. Frank se arreglaba nervioso e impaciente en la habitación de su hotel cercano al centro comercial para llegar a tiempo, como era su costumbre a la cita con su amada dulcinea. Pero el cambio de temperaturas entre Alemania y México le provocó a Frank un catarro, de tal manera que al salir de su habitación se sonó las narices y sin darse cuenta –un moco verde se había quedado en su poblado bigote-. Puntual pues, el joven Frank en punto de las 10 de la mañana esperaba a su amada Mayela en el lugar acordado tomándose un café capuchino y no sabía por que razón le encontraba un saborcito medio salado al mismo. Minutos mas tarde y debido a la puntualidad mexicana llegó la enamorada dama con el corazón latiendo aceleradamente por la emoción de ver a su enamorado novio, pero al acercarse lo primero que destacó al ver al buen mozo, fue “el moco verde en el bigote”, él al verla acercarse se levantó emocionado con la intención de darle un beso. Mayela al ver que se acercaban esos labios que tantos besos disfrutaran en su viaje, ahora con un moco verde en el bigote, solo cerró los ojos y puso la mejilla para recibir aquel beso…. y hasta hizo hebrita al separarse, le dio mucho asco, pero no fue capaz de tomar una servilleta y decirle “Haber ese moquito verde venga para aca” y quitarlo. En esos momentos es cuando menos quieres encontrarte a nadie, pero ella se había encargado de difundir la noticia entre su selecto grupo de amigas, así que imagínense, todas sin excepción se habían dado cita en dicho lugar para conocer al joven mozalbete. Se acercaron a la mesa de la pareja enamorada para ser presentadas, y “el moco verde, presente”. No soportó mas la presión y en el momento justo en que este hombre enamorado se disponía a darle un beso en la boca delante de todas las amigas, ella se enojo…., terminaron y no se casaron…. ahí termino el romance de éste que prometía ser un amor muy firme. Cuando pasado el tiempo alguien escuchó sobre este caso, expresaba “Donde encuentro a Frank, yo sí le quito el moco”. La reflexión es…. ¿De cuantos mocos no hemos dependido para ser felices? ¿Y usted honestamente se ahoga en un vaso de agua? o ve y enfrenta los mementos con alegría y optimismo.
¿Y usted que opina?
(Comparto con ustedes este tema de Diego Torres, COLOR ESPERANZA): haga clic en la dirección de abajo:
http://www.youtube.com/watch?v=c72Ca-5nYrA
Si aun no ha leído el artículo “Mi mama no tiene novio” se la recomiendo en:
http://blogsiglo.com/archivo/303.mi-mama-no-tiene-novio.html
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MMIX