@@CLIMA@@

“Sabe usted que es el SACRAMENTO DEL MATRIMONIO???”

German de la Cruz Carrizales

Muchos cristianos no saben exactamente para qué es el matrimonio por la Iglesia. No entienden bien que “agrega” al matrimonio civil. Unos piensan que es una bendición: para garantizar que las cosas resulten bien, que Dios proteja su amor. Otros piensan que lo central consiste en que se promete una fidelidad para siempre, indisoluble, de la cual no hay “marcha atrás” posible. Estas cosas son sin duda “ingredientes” del matrimonio cristiano, pero no lo central, lo que a Dios mas le interesa. Cuando una pareja se casa por la Iglesia –aunque lo haga por motivos muy superficiales (por pura costumbre o por el vestido blanco)- llega ante el altar porque Dios le ha llamado; para cambiar el significado de su amor, para sumergir ese amor humano en el misterio de su propio mayor divino, y convertirlo en reflejo suyo.

Ya en el antiguo testamento, los israelitas tienen claro que el matrimonio es algo misterioso, relacionado con el misterio mismo de Dios y de su amor. En efecto, para hacernos comprender la infinita fuerza y belleza del amor con que El nos ama, Dios lo compara en la Biblia con distintas formas de amor humano. Con el amor de un Padre, de un Pastor, de un Rey, sobre todo, se nos muestra como un Dios con corazón de Esposo. Esposo tierno y fiel, que nunca se cansa de esperar y buscar con su amor a Israel (y a la humanidad) que –como Esposa infiel- huye de El y lo traiciona mediante sus repetidos pecados. Los profetas denuncian estas infidelidades. Pero anuncian también que un día Dios regalará a su Pueblo la gracia de poder convertirse en Esposa fiel. Ello sucederá en los tiempos mesiánicos.  (Una carta a mi amada esposa, haga clic abajo por favor)

 

http://www.youtube.com/watch?v=MXd0rWfkJIw

 

El matrimonio a la luz de Cristo, es una promesa que se cumple con la venida de Cristo, el Mesías. El es el Dios Esposo que viene a sellar una Alianza nupcial y eterna con la humanidad. Este desposorio se inicia en el seno de la Virgen: cuando el Hijo de Dios toma, penetra y hace suya la carne humana que Ella le ofrece. Desde ese momento, Dios se hace “una sola carne” con los hombres. Este desposorio será eterno, pues Dios nunca mas se separará de la naturaleza humana que ha asumido. Su entrega de amor total a la humanidad culminará en la cruz. Allí nos entregará no solo su amor. Ese cuerpo se funde con el nuestro en la comunión, a través de una unión tan íntima, que San Pablo ha comparado con la unión conyugal. La Eucaristía es así un anticipo de ese eterno banquete y fiesta de bodas entre Dios y sus elegidos que será el cielo.

Todos  los cristianos –que hemos conocido al Señor y sabemos cuanto nos amó- tenemos la misión de proclamar su amor. Debemos hacerlo con nuestra palabra, pero, sobre todo, intentando amar como Él nos amó: para que los hombres crean en Él, al ver su amor reflejado en el nuestro (su amor de hijo, de hermano, de amigo, de pastor o de esposo). Dentro de esta  misión general, los esposos cristianos estamos llamados a dar testimonio de  Cristo reflejando en nuestro amor mutuo los regalos del amor esponsalicio con que Él se entregó a su Iglesia. A eso nos comprometimos mediante el sacramento del matrimonio: a regalarnos el uno al otro no solo la luz y el calor del propio amor, sino a convertir éste en un signo y reflejo vivo de ese Sol de amor que es Cristo. Este compromiso tan audaz se apoya en otro que contrae El mismo Señor: a través del sacramento Él nos ofrece como ayuda la fuerza de su propio amor. 

Llamados a reflejar la generosidad de Cristo es la tarea de ser “Sol de Cristo” para el otro supone muchas cosas. En primer lugar, la de reflejar en el propio amor la generosidad de Cristo, que lo impulsó a dar a su Iglesia todo lo que Él era y tenia. Sin duda, el don más precioso e íntimo de Cristo fue el de su Espíritu. Lo simbolizó en el agua y la sangre que manaron de su costado abierto, y lo entregó a su Iglesia el día de Pentecostés. Los esposos Cristianos se asemejan a Cristo –dándose el uno al otro su propio “espíritu” cuando dialogan. El sacramento del matrimonio refuerza el deber de dialogar. Pues cada uno se ha comprometido a ser para el otro un Cristo con el corazón abierto. A compartir con él todo lo que lleva en su interior, sus alegrías, sus penas, sus esperanzas. Es difícil hacerlo. Exige mucha generosidad. Pero el mismo sacramento nos ha dado la fuerza para ello. Debemos aprovecharla y pedírsela siempre de nuevo al Señor.

En su entrega generosa, Cristo regaló a su Iglesia no solo su Espíritu de amor, sino también su Cuerpo. Ello le da al acto de la cruz un sentido nupcial. Pero entre uno y otro don del Señor hay una íntima relación. Él entrega su Cuerpo como signo de la entrega de su Espíritu: con el costado abierto, para poder regalarnos todo lo que hay dentro de su corazón. En ese momento, Cristo se convierte en modelo de la forma en que los esposos cristianos deben entregarse mutuamente el propio cuerpo a través del acto conyugal: también con el corazón abierto al otro. Buscando no una satisfacción egoísta, sino el poder obsequiarle al otro lo más intimo del propio amor. Realizado así, el acto conyugal se convierte realmente en el acto mas noble y santo que los esposos cristianos pueden realizar entre si: pues les permite reflejar de un modo inigualado la entrega de ese Dios que quiso darse a la Iglesia con todo su amor espiritual, pero también con todo su Cuerpo. En su mutua donación, ellos están reviviendo de algún modo lo que Cristo hizo en la cruz y lo que sigue haciendo en la Eucaristía: buscar una comunión de amor que abarque todo lo que la persona es, lo espiritual y lo físico a la vez.

Compartirlo todo es algo tan sublime, como Cristo que no solo nos dio su Espíritu y su Cuerpo, sino todo lo que tenía. Compartió con nosotros su padre, su Madre, su misión. No se reservó nada que no compartiera con su Esposa, la Iglesia. De igual modo, en los hogares cristianos no deberían existir parcelas de “lo mío” o “lo tuyo”: todo debería ser el reino de “lo nuestro”. El marido no debería hablar de “mis” herramientas. Ni tampoco la señora decir que ésa es la hora de “su” programa de televisión. Todo les ha sido dado para que lo compartan: como Cristo con su Iglesia.

Esto, por supuesto, vale en primer lugar respecto a lo más valioso que ambos poseen en común: los hijos. La responsabilidad y la alegría de educarlos y ayudarlos a crecer, será lo mas difícil y lo mas hermoso que puedan enfrenta juntos. Evidentemente, pueden repartirse los trabajos concretos, pero asumiéndolos como parte de una tarea común. No se puede decir “yo gano el dinero y tu educas”. Ni tampoco “Yo me encargo de las niñas, pero los hombres son cosa tuya”.

Generosidad en lo pequeño. A veces cuesta menos realizar de vez en cuando un gesto heroico, que ser permanentemente generoso en las cosas pequeñas de la vida diaria. Si el otro esta grave, se puede pasar una noche en vela cuidándolo. Pero es más difícil, en una noche cualquiera de invierno, decidir levantarse uno a cerrar una llave que gotea o levantarse a revisar el cobijo de los hijos, para evitarle al otro esa molestia. O dejarle el mejor pastel de los que quedan. Sin embargo, una generosidad en lo grande que no este acompañada de esos pequeños gestos, no refleja la de Cristo.

La generosidad de Cristo abarca ambos aspectos ya que en la cruz, Él nos entregó, en un gesto heroico, todo su Cuerpo y toda su Sangre. El mismo Cuerpo y Sangre que, diariamente, desde cada altar de la tierra, nos esta ofreciendo de nuevo, de modo simple y silencioso, en cada pequeña hostia y gota de vino consagrado. Sin alimentarnos con este don suyo, no podremos reflejar su generosidad en la vida matrimonial de cada día. En cada Eucaristía, el Señor renueva su Alianza de Amor con la Iglesia, su Esposa. Y nos invita también a renovar la propia Alianza matrimonial, ofreciéndonos de nuevo las gracias y las fuerzas del sacramento matrimonial: para revitalizar con su Sol de amor la luz debilitada del nuestro. Aprovechémoslas. Tenemos en nuestras manos hacer de esta tierra una colonia del cielo mismo a través del Sacramento del Matrimonio, de nuestro matrimonio.Si acaso no esta en orden su matrimonio, recurra a Jesus que forma parte del Sacramento del matrimonio, haga la prueba, se que no se arrepentirá y seguramente las cosas iran mejor.  Disfrute este tema y renazca al amor matrimonial. (Matrimonio de Amor de RICHARD CLAYDERMAN, haga clic aquí abajo).

 

http://www.youtube.com/watch?v=imOd3hwgnrE

 

Si aun no lee el artículo “Ingredientes para una relación perfecta”, se la recomiendo en la dirección de abajo:

 

http://blogsiglo.com/archivo/212.ingredientes-para-una-relacion-perfecta.html 

"Despertar...es" 
Un encuentro contigo mismo
Un libro que una vez
que inicias, no podrás dejar de leer.
Disponible ya en CD
    

 

“QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR”

German de la Cruz Carrizales

  Torreón, Coahuila. México

                 MMIX

    

 

Fotos más vistas en 15 días