Como cualquier niño, también yo crecí viendo películas animadas, con sus historias fantásticas, llenas de príncipes, princesas, magia, alegría, música y, por supuesto, un final feliz. Con el tiempo, las experiencias y el paso de la vida misma, aprendemos que también existen las tragedias, que la vida no es siempre color de rosa, y el cine, tampoco.
Lo peor de todo es que mi mente se seguía alimentando de historias rosas, llámense comedias adolescentes o, más tarde, comedias románticas; mismas que sólo me hacen preguntarme: ¿Cuándo llegará mi final feliz? ¿Es acaso que el cine me engañó?
La respuesta en una palabra es: NO. Como espectador debes saber que cada historia es diferente y que cada una puede tener distintos finales; igual que en la vida, cada decisión te lleva por diferentes vivencias y escenarios. Es totalmente cierto que el hubiera no existe; así que disfruta de la vida, y mientras transcurre, disfruta del buen cine. Porque es inevitable, existe una facilidad para toparse con películas que cuenten con una historia de amor, que incluyan el aspecto romántico en las situaciones más inverosímiles; exacto, allí está el gancho, me dije. La razón de que esto ocurra es sencilla, las historias de amor, ese cuento de un Romeo en busca de su Julieta, claro, sin la tragedia que implica el amor imposible, sino más bien la princesa que encuentra a su príncipe azul, la bella que es rescatada del mal por el más valiente y gallardo guerrero, es el añorado final feliz que todos buscamos, lo que deseamos, incluso en la vida real.
No tiene nada de malo. Como seres humanos buscamos la compañía y el afecto de quienes nos rodean, por tanto, cuando vemos una película llegamos a identificarnos con las situaciones, las historias, las experiencias, los amores y desamores que en ella ocurren. ¿Qué sería de una película sin su toque romántico? No sería lo mismo. Existen muchas películas sobre el Titanic, pero Jack y Rose, de la versión de 1997, son el gran plus de aquella taquillera pieza cinematográfica, porque a pesar de la separación física, el amor perdura en el tiempo, el amor supera todos los obstáculos, el amor nos hace vivir.
El cine es una ventana que nos permite conocer el mundo, por esta razón resulta difícil catalogar una película dentro de un sólo género. No sería lo mismo ver sagas como Star Wars o Indiana Jones sin un toque de aventura, comedia y romance, así como es imposible quitarle el suspenso a una película de terror.
En una clase de cine hablábamos del género de drama. Se comentaba que el toque de comedia en estas películas es esencial por el simple hecho de que la vida real también es divertida, que las personas encuentran el humor y la risa en las situaciones más extrañas. Es cierto, la vida no es simplemente una plataforma unidimensional, las emociones y sentimientos de las personas son cambiantes, podemos reír y llorar de un momento a otro, así es la vida.
Esto no significa el fin de las tragedias, al contrario. La tragedia ofrece tensión y conflicto; confrontar opuestos o confrontar iguales con el propósito de una lucha por la supervivencia; la fuerza de la fatalidad que ha sido estudiada desde tiempos antiguos y que continúa hasta hoy día.
El cine ha sido fiel seguidor de esta forma dramática, tenemos ejemplos como Memento (EUA, 2000), Chinatown (EUA, 1974), El niño con el pijama de rayas (UK-USA, 2008), Identidad (EUA, 2003), Seven (EUA, 1995), Ciudad de Dios (Brasil-Francia, 2002), y mi favorita, Sobre Natural (EUA, 2007) de Stephen King, cuyo final es a la fecha uno de los más perturbadores que he visto en mi vida.
La variedad de películas ofrece de todo y para todos, yo, como probablemente muchos de ustedes, a veces tengo ganas de una película sencilla que me levante el ánimo, otras veces prefiero una película de terror para un viernes con los amigos, otras más elijo un drama o una historia de vida, y en ocasiones tengo ganas de ciencia ficción o aventura; sólo hace falta escoger un tipo de historia y disfrutarla en el cine.
Y vivirán felices para siempre.