El agua toma su cauce

Las cosas llegan a su tiempo. Como le llegó a Víctor Manuel Vucetich en la Selección Mexicana. Sin embargo, el técnico de Rayados prefirió quedarse en Monterrey. Tantos años de carrera, tantos títulos (de Liga con León, Tecos, Pachuca y Monterrey) y a la hora buena, le hablan y él dice “no”. Si para un jugador es un sueño llegar a la Selección, para un entrenador no tendría que ser distinto. “Vuce” argumentó cuestiones familiares, lo cierto es que ¿quién quiere a la Selección ahora? Ni los jugadores quieren jugar. Ya se ha visto que después del Tricolor no hay nada… o casi nada.

=mas=

¿Le ha ido bien a La Volpe, Hugo Sánchez, Miguel Mejía Barón y Eriksson luego de dirigir a los “verdes”? ¿Por qué tendría Vucetich que dejar el trabajo bien hecho de Rayados para defender una causa perdida? Donde no hay grupo, ni mucho menos equipo. Donde cada quien jala para su lado sin importar que son los millones de mexicanos los que compran el producto que es la Selección, un producto de muy mala calidad.

Vucetich está acomodado en Monterrey, tiene al equipo más constante en los últimos torneos, ha conseguido dos títulos (Apertura 2009 e Interliga), un liderato general y actualmente se mantiene como único invicto (en el torneo local y en la Concachampions). Participó en Libertadores, le pagan bien y a tiempo, tiene un buen grupo de trabajo y aspira a otro título… por lo menos. Vucetich hoy quiere saber hasta dónde le alcanzará con Rayados. Y su decisión es respetable y aplaudible. Porque está en un lugar privilegiado que se sale la mediocridad del entorno nacional. Porque en la Liga hay tres equipos que sobresalen: Cruz Azul, Monterrey y Santos, y semana a semana son sus partidos los que llaman la atención. El resto de la jornada se torna gris y sin trascendencia.

Hoy, La Máquina es más líder que nunca. Rayados, más segundo. Y Santos, más tercero. Y por lo menos Rayados y Guerreros mantendrán así sus posiciones una semana más; aunque Santos se atreva a quitarle el invicto a los regios en el Corona el próximo sábado, la distancia que hoy los separa es inalcanzable en una sola jugada.

Me despido, chao!