Los aficionados santistas deberían estar agradecidos. En 2010, el equipo de sus amores disputó 54 partidos oficiales (número mágico) entre los torneos de la Liga local y la Copa de Campeones de la Concacaf (más que ningún otro equipo mexicano).
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De esa cifra, 46 fueron en los torneos Clausura 2010 y Apertura 2010 de México (doce de Liguilla, único equipo en jugarlos todos, y 8 de la Concachampions).
El récord de Santos en 2010 fue de 28 triunfos, 12 empates y 14 derrotas (5-4-3 en Liguilla y 6-1-1 en la Concacaf). Los números, fríos, no son malos.
Pero como seres humanos, siempre estamos inconformes y solemos lamentar lo que no tenemos en lugar de agradecer lo que sí tenemos. Nos quejamos de casi todo y buscamos culpables. La mamá del director técnico Rubén Omar Romano quizá fue una de las más mencionadas en La Laguna este año, luego la de jugadores como Vuoso, Ludueña y Carlos Morales.
Algunas menciones más se llevarían las progenitoras de Alejandro Irarragorri, presidente del club, o algún otro jugador. Al final, los números no cuentan para una afición hambrienta de títulos que no fue capaz de mantener su estadio a tope este año, ni siquiera de calentar el moderno TSM como lo hacía en el Viejo Corona.
Y sin caer en el conformismo, se debería valorar lo hecho este año que termina y no comparar las finales perdidas; en una se perdió por falta de contundencia, en la otra por la superioridad del rival.
En ese necio afán de querer desacreditar los pequeños logros, muchas veces la ira nos ciega y no disfrutamos las alegrías.
Me despido, chao!