Cuando llega la parte culminante de la temporada de futbol americano, suelo entrar en una disyuntiva frente a la tele. Como pasó hoy (ayer domingo). A la misma hora jugaban Santos contra Indios y Potros ante Jets (final de la Conferencia Americana de la NFL). Quizá por tradición (o costumbre) sintonicé el soccer, pero pronto me aburrió. Mientras que sobre el emparrillado, las emociones no se regateaban. Y entre canal y canal me preguntaba si no sería posible que la temporada de americano fuera más larga y el futbol mexicano menos aburrido. ¡Pobres Indios! Tan condenados al descenso. Pobres nosotros, tan cerca del futbol. Pobres por elección.
=mas=
En el americano, además del triunfo se festejan muchas jugadas. Las anotaciones, goles de campo, las tacleadas, capturas de mariscal, intercepciones, balones sueltos, regresos de patada, primeros y diez. En el futbol, los goles y las atajadas. En el americano se busca la justicia deportiva y no se desestima el uso de la tecnología para lograrla, mientras en el futbol, el error humano puede ser generador de frustración entre las masas.
Poco tengo que decir del cero a cero que sacó Santos en Ciudad Juárez. Gracias a la NFL, después del triunfo de los Potros siguió una verdadera batalla entre Santos (de Nueva Orleáns) y Vikingos, y el sinsabor del empate quedó en el olvido. Pero algo debe tener el balompié que nos hace seguirlo de cerca. Semana a semana. En la casa, oficina, estadio. De vacaciones. Siempre.
Mientras descubro el misterio, le seguiré dando segundas oportunidades al deporte más popular del mundo. Después de todo, las decepciones están en todos lados, y los jugadores no tienen la culpa que cada quien elija su tormento. Amén.
Agregado: Mala onda lo de Salvador Cabañas… desafortunadamente esto pasa a diario en todo el país, no sólo a jugadores famosos.
Pd:
Ahora sí, chao!