Ante la terrible noticia de que no pasarían el partido del Santos por televisión abierta, moví cielo, mar y tierra para ir al estadio y no perderme el tercer gol de Oribe Peralta, y de paso, el corte tipo “Mr. T” de Carlos Darwin Quintero.
No había tenido oportunidad de ir a los anteriores partidos y este lo vi como nunca antes había visto uno: en el estadio, pero a través de una vitrina.
Los sonidos de las porras llegaban a mi lugar como un eco parecido al que se escucha cuando el vecino tiene fiesta.
Me sentía como en un circo romano, a pesar de que nunca fui a uno, privilegiado por ver el espectáculo desde arriba en un inmueble tapizado por los colores que unen a La Laguna. En la cancha destacaba el escarlata del rival; no pude evitar pensar en voz alta: “qué bonito el uniforme de Toluca”, a lo que mis más cercanos comentaron: “siempre ha sido bonito ese uniforme”, “y sólo tiene una marca, como debe ser... si el de Santos fuera así...”
En la esquina de enfrente, una manchita roja resaltaba. “¿Son las básicas del Toluca?”, pregunté, a lo que obtuve como respuesta: “sí, la crisis no deja que venga afición desde allá; te gastas una lana en el viaje, el lonche y la cheve”.
Esporádicas jugadas en las poterías me distraían de vez en cuando de lo que en verdad le prestaba atención. En el medio tiempo se escuchó el abucheo por el cero a cero, y pensé que frustante es pagar un boleto y no gritar un gol. Hasta que Oribe se levantó para mandar el balón al fondo de las redes. Qué festejo del lagunero, que ovación se llevó al salir del campo.
Y mientras, Quintero sigue sorprendiendo con jugadas increíbles que no logra coronar, y con ese look chido del Señor T. Luego me enteré que el partido sí se vio por tele abierta, pero no hay como estar ahí, para que luego no me cuenten.
Y me despido como es mi maldita costumbre… Chao!