Un director se distingue por su visión dentro del arte de la cinematografía; aquel toque especial que brota en pantalla, aunado a la forma en que narra una historia. Alejandro Amenábar ha sabido tener ese enfoque esencial, característico y adecuado para los temas que aborda en sus proyectos. Con sólo cinco películas en su currículum, la constante es su originalidad.
Amenábar es de aquellos que se compromete a fondo con cada proyecto, tomando parte activa en el guión, dirección y composición musical de cada uno de ellos; es un director que pone ejemplo en cuanto a dedicación y amor al arte. Una revisión de cada una de sus películas confirma nuestra afirmación inicial. Veamos:
Tesis (España, 1996). Los escritores deben escribir lo que viven, lo que ven, lo que saben, y Amenábar hace lo propio en este largometraje filmado en la misma Universidad en la que el director realizó sus estudios en Madrid. Entrando en el terreno del thriller y el suspenso, la historia sigue a una estudiante cuya tesis sobre violencia audiovisual la lleva a descubrir una compilación de películas “snuff” (grabaciones de asesinatos y tortura reales); durante su investigación hace amistad con compañeros de clases que podrían o no estar implicados en dichas grabaciones. Una película debut bien lograda que se adentra en campos poco explorados por el cine moderno, con una premisa que se enriquece a sí misma, bajo una trama con tintes de la vieja escuela de suspenso pero trasladada a la época presente, que hace sentir al espectador, con gran facilidad, en los zapatos del protagonista. Abordando temas de actualidad pero sin demandar respuestas, sino denunciando la realidad social, Tesis llega en una década en donde el cine de habla hispana exploraba en busca de la reinvención de su industria.
Abre los ojos (España-Francia-Italia, 1997). Una de esas películas en donde la realidad no es la realidad, donde la observación es la clave de todo y la relatividad de los hechos es la mejor arma para reflexionar sobre el mensaje de la película. Abre los ojos fue el fenómeno que abrió puertas a este director gracias a la complejidad de la historia de un hombre que se ve perseguido por la culpa, el amor, el desamor, el éxito, las superficialidades y, en especial, la realidad, o la falta de ella, en todo aquello que le rodea.
César es un hombre que lo tiene todo, pero justo cuando parece encontrar el amor de su vida, un accidente automovilístico desfigura su rostro; entonces realidad y utopía se pierden en la mente de un alterado, confundido e inestable sobreviviente de la modernidad. Con una idea sencilla pero lo suficientemente compleja en su desarrollo para demostrar que el cine también se adentra en la psicología, la ciencia ficción, el análisis de las personalidades y la interactividad e impacto que unas y otras personas se tienen mutuamente; además de ser un gran ejemplo, para demostrar la veracidad de aquella frase que dice: “Vea la película original, no el remake”.
Los otros (EUA-España-Francia-Italia, 2001). Pocas películas tienen esa vuelta de tuerca que de verdad sorprende, esa revelación única que impacta al espectador y lo deja recapitulando y sorprendido al final de la película. El éxito se debe a sus actores, producción, historia, o a todos los anteriores juntos, pero sobre todo, porque se trata de una película que retoma el cine de suspenso y terror de manera inesperada, construida a partir de una trama que poco a poco informa, revela y crea a la misma velocidad que sus personajes viven la historia. Destaca el cuidado de cada aspecto de este largometraje, sus actuaciones, sus escenarios, su guión y su música. Esta película no es de aquellas que se vende por su comercialización sino por ser un proyecto realizado a detalle y con detalle.
Mar adentro (España-Francia-Italia, 2004). De temática controversial y cuya realidad es siempre tópico de debate y opiniones encontradas, esta película aborda el tema de la eutanasia, la vida y la muerte, al contar la historia de Ramón Sampedro, un hombre tetrapléjico que tras pasar más de veinte años en esa condición, fue a juicio en España solicitando se le permitiera morir. Amenábar aborda esta historia de vida como un relato o sucesión de eventos durante un periodo específico durante la lucha de este hombre, y deja la reflexión y las cuestiones éticas o morales que se tratan en el largometraje abiertas al público. Con un desarrollo lento que forma parte de la atmósfera reflexiva y nostálgica del filme, éste, en definitiva, es un proyecto polémico y necesario que permite a su director experimentar, expresar y moverse en nuevas gamas del cine y hacia nuevos rumbos y fronteras.
Ágora (España, 2009). Un gran proyecto con una gran aproximación a temas como la ciencia, el conocimiento, el papel de la mujer, las creencias, la religión y la política en la vida e historia de las sociedades, entre otros. Para la construcción del guión se necesitó asesoramiento de expertos historiadores, científicos y filósofos, se necesitó una ardua investigación de la cronología histórica y cultural, así como la lectura y consulta de infinidad de libros; pero el resultado es un acercamiento único a una época llena de descubrimientos, de cuestionamientos y de reflexiones, que formaron el pensamiento y el conocimiento humano y que paulatinamente se han ido olvidado. La magnitud del proyecto hace ver el compromiso del director, así como su visión y el tipo de mensaje que busca plasmar en cada una de sus películas. De nuevo controversial para algunos, ofensivo para otros, e incluso censurado por algunas sociedades, Ágora es una película para verse más de una vez, que invita a la investigación y al debate, principal logro de éste, un cine con propuesta y propósito.
Cinco películas, un director. Cinco propuestas diferentes entre sí pero marcadas por el sello de un cineasta en construcción pero con una sólida carrera. Ejemplo a seguir para los nuevos directores, así como una compilación de películas abiertas al público que gusta de propuestas diferentes al cine repetitivo como el que se acostumbra ver en pantalla.